Sólo 13% de los terremotos de 3,0 grados o más que sufrió Texas entre 1975 y 2015 fueron naturales, los demás podrían haber sido generados por actividades vinculadas a la extracción de petróleo y gas, según un informe de la Universidad de Texas que será publicado hoy en la revista Seismological Research Letters y cuyas conclusiones difundió ayer la agencia de noticias Reuters.

La investigación analizó los 162 terremotos de 3,0 grados en la escala Richter, o superiores, que existieron en Texas entre 1975 y 2015. De acuerdo con el estudio, 58% de ellos fue “casi con toda certeza” o “probablemente” provocado por actividades relacionadas con la extracción de petróleo y gas, y 28% “posiblemente” se debió a esa actividad.

En 2008 se generalizaron en Texas los métodos de producción no convencional de petróleo y gas: el fracking o fracturación hidráulica y la perforación horizontal. Estos métodos hacen que se acumulen mayores cantidades de agua en pozos de mucha profundidad, lo que también genera efectos en las fallas geológicas. Desde 2008 la tasa de sismos de 3,0 grados o superiores aumentó de dos a 12 por año, informó Reuters.

El principal autor del estudio, el geocientífico Cliff Frohlich, dijo al periódico texano Al Día Dallas que la investigación revela que históricamente los distintos métodos utilizados para extraer petróleo tuvieron como consecuencia movimientos de tierra, pero sólo algunos de ellos generaron una variación de la presión sobre las fallas geológicas. Agregó que el aumento de la presión, y en última instancia, los terremotos son efectos característicos de los métodos no convencionales de extracción.

El documento también critica a la Comisión de Ferrocarriles de Texas, la agencia de ese estado estadounidense que se encarga de regular la producción de petróleo, por su “lentitud a la hora de reconocer que en Texas se producen sismos inducidos”. La portavoz de esa comisión, Ramona Nye, dijo a Al Día Dallas que los métodos utilizados por la investigación de la Universidad de Texas son “arbitrarios” y que la comisión “seguirá recurriendo a estudios científicos objetivos y creíbles” a la hora de ejercer sus funciones “de control y reglamentación”.

Sin embargo, este estudio no es el único que llega a conclusiones de ese tipo. El Servicio Geológico de Estados Unidos advirtió en un informe publicado en abril que la actividad sísmica aumentó en Estados Unidos como resultado de la ampliación del uso del fracking. El director de Mapeo de los Peligros por Sismos Naturales de la agencia estadounidense, Mark Petersen, advirtió que cuando se incluyó la presencia de fracking como un factor de riesgo para la previsión de terremotos los cálculos de peligro de sismos “aumentaron significativamente en partes de Estados Unidos”.

Este fenómeno fue denunciado primero en Oklahoma, donde en los últimos años se concentró gran parte del fracking que se hace en el país, informó el diario The New York Times. Este estado registró 907 temblores de más de 3,0 grados en la escala de Richter en 2015, cuando cinco años antes había sufrido sólo tres.

Después de que se publicaran varios estudios con evidencia de terremotos inducidos por fracking, el gobierno de Oklahoma restringió la cantidad de agua que se puede inyectar en el suelo, tanto cuando se busca generar una fractura hidráulica para extraer petróleo como cuando se hacen pozos para depositar aguas contaminadas después de la extracción.