Después de meses de modificaciones, trabas impuestas por la oposición e intensos debates parlamentarios, la Cámara de Diputados italiana aprobó ayer -con 372 votos a favor, 51 en contra y 99 abstenciones- la ley que permite la unión civil entre personas del mismo sexo. La sanción de esta ley fue celebrada por el Partido Democrático (PD) del primer ministro italiano, Matteo Renzi, quien impulsó el proyecto. Al salir del Parlamento, ayer, Renzi afirmó: “Hoy es un día de fiesta. Porque las leyes son hechas para las personas, no para las ideologías. Para quien ama, no para quien proclama”.

El gobierno italiano logró la aprobación definitiva de este proyecto mediante una moción de confianza que permitió eliminar todas las correcciones presentadas por la oposición y evitó que se pudiera presentar nuevas modificaciones que postergaran su puesta en marcha. En febrero, el Senado ratificó el texto con el mismo instrumento.

Renzi dijo ayer que utilizó la moción de confianza “porque [la aprobación de la ley] ya no se podía retrasar más, después de años de intentos fallidos”. El recurso elegido por el primer ministro indignó tanto a la oposición como a la iglesia católica, que en Italia sigue teniendo un gran peso político.

Italia era uno de los pocos países de la Unión Europea que todavía no tenían una ley que contemplara los derechos de los homosexuales. “Finalmente Italia podrá tener una ley sobre las uniones civiles. Más derechos y más serenidad para quienes se aman. Ahora estamos al mismo nivel que Europa”, dijo en Twitter la ministra de Defensa italiana, Roberta Pinotti.

El triunfo de los defensores de esta ley en Italia no es total, sin embargo, ya que si bien atribuye a las parejas homosexuales las mismas obligaciones y la mayor parte de los derechos de los matrimonios convencionales, no contempla la adopción de hijos, un punto que inicialmente el texto preveía pero que fue suprimido ante las presiones del partido socio en el gobierno de Renzi, Nueva Centroderecha (NCD). Los más críticos con el derecho de adopción sostenían que, de aprobarlo, se incentivaría a recurrir a un vientre sustituto.

Ni siquiera el PD contaba con apoyos suficientes como para sacar adelante el proyecto en su primera versión. En la que fue aprobada, la nueva ley tampoco les exige fidelidad a las parejas homosexuales, una modificación que también fue impuesta por el conservador NCD, que argumentó que esto permitirá “no equiparar estas uniones con el matrimonio católico entre un hombre y una mujer”.

La aprobación de la unión civil entre parejas del mismo sexo se logró en una Italia inquieta, a un mes de las elecciones municipales. Alfio Marchini, uno de los candidatos a la alcaldía de Roma por una coalición de centroderecha, anunció ayer: “No celebraré jamás uniones homosexuales en el Capitolio”. Por su parte, el líder de la ultraderechista y xenófoba Liga Norte, Matteo Salvini, llamó a todos los alcaldes de los municipios en los que gobierna su partido a que se nieguen a registrar las uniones entre personas del mismo sexo. Giorgia Meloni, la líder de la formación conservadora Hermanos de Italia y la apuesta de Salvini para la alcaldía de Roma en las elecciones de junio, no coincidió. “Si soy alcaldesa, respetaré la ley aunque no celebre personalmente estas uniones civiles”, dijo Meloni.