Estados Unidos vive hoy el último supermartes en las elecciones primarias que comenzaron en febrero y tienen su punto final la semana que viene. Demócratas y republicanos votarán en California, Montana, Nueva Jersey, Nuevo México, Dakota del Norte y Dakota del Sur, estados que reparten en total 303 delegados republicanos y 806 demócratas. Estas primarias serán cruciales en particular para Clinton y su rival demócrata, Bernie Sanders, aunque no para Trump, que de manera no oficial ya tiene asegurada su candidatura porque es el único republicano en carrera.

Las probabilidades de que Sanders sea el candidato demócrata a la presidencia son prácticamente nulas porque la ex secretaria de Estado está muy cerca de alcanzar los 2.383 delegados necesarios para lograr la nominación, una meta que seguramente cumpla hoy. Sin embargo, el senador mantiene la decisión de dar batalla hasta llegar a la convención del partido, prevista para el 25 de julio, y tiene la esperanza de ganar en California, donde están en juego 546 delegados demócratas.

Para los republicanos, California pone en juego 172 delegados, y los sondeos pronostican que Trump no reunirá muchos votos, ya que se enfrenta a un estado con 40% de población hispana, una de las minorías más atacadas por el empresario durante su campaña. Nueva Jersey es el primer estado en cerrar las urnas y se prevé que con estos resultados Clinton superará los delegados que necesita para asegurarse la nominación. Lejos de los centros de votación, la situación es un poco más intensa.

Idas y vueltas

Una encuesta nacional elaborada por Ipsos y publicada el viernes por la agencia Reuters muestra que Clinton le lleva a Trump una ventaja de 11 puntos, lo que marca un cambio con los sondeos de hace diez días, cuando los separaban menos de cuatro. De acuerdo con el estudio, Clinton tiene 46% de las preferencias y Trump alcanza 35%. De los encuestados, 19% dijo que no respaldaba a ninguno de los dos candidatos. La posibilidad cada vez más evidente de que serán ellos dos quienes se disputarán la presidencia avivó en los últimos días el tono de sus discursos.

El jueves, en California, la favorita de los demócratas dijo que Trump “no está preparado” para ser presidente y que no tiene “el temperamento” requerido para el cargo. “No es difícil imaginar a Trump” iniciando una guerra “simplemente por el hecho de que alguien se metió con él”, ilustró. “Sus ideas no sólo son diferentes, sino que son peligrosamente incoherentes”, dijo la ex secretaria de Estado, antes de agregar: “Ni siquiera son ideas reales, solamente una serie de frases bizarras, peleas personales y mentiras descaradas”.

Después Clinton centró los ataques en materia de política exterior. Recordó que Trump apoyó “crímenes de guerra”, defendió el restablecimiento de la tortura por ahogamiento simulado a sospechosos de terrorismo, atacó a la Organización del Tratado del Atlántico Norte y dijo que quiere prohibir la entrada al país de todos los musulmanes. Clinton insistió en que ella, en cambio, tiene experiencia por haber sido secretaria de Estado y dijo que, ya como candidata a la presidencia, ofreció estrategias para derrotar al grupo jihadista Estado Islámico, dejó clara su prioridad a la hora de mantener “fuertes alianzas” en el resto del mundo y prometió que se asegurará de que Irán “nunca consiga armas nucleares”.

Para Clinton, Trump “no entiende Estados Unidos” y “no merece liderarlo”. Su rival “dice que tiene experiencia en política internacional porque organizó un concurso de Miss Universo en Rusia”, agregó la dirigente. Más tarde, advirtió que una presidencia del empresario podría desembocar en “una crisis económica global” y cuestionó la “extraña fascinación que siente Trump por dictadores que no tienen amor por Estados Unidos”.

Unas horas más tarde, Trump le respondió. “Hillary Clinton tiene que ir a la cárcel. Honestamente, es culpable como el demonio”, dijo el multimillonario, haciendo referencia al escándalo de los correos electrónicos. No es la primera vez que Trump acusa a Clinton de haber violado la ley por usar su cuenta personal de correo electrónico para asuntos oficiales cuando era secretaria de Estado, pero nunca antes había pedido su encarcelamiento. Este cruce de acusaciones tuvo lugar la misma semana en que se reavivó una denuncia que enfrenta Trump de ser el propietario de una universidad “falsa” que brindaba cursos de hasta 35.000 dólares sobre cómo manejar un negocio inmobiliario. En el marco de este caso, en 2013 el fiscal general de Nueva York, Eric Schneiderman, denunció al empresario por “conducta fraudulenta, ilegal y engaños”.