El ciclo electoral en Estados Unidos es largo: empieza en febrero, con la inauguración de las elecciones primarias, y termina en noviembre, con la elección del presidente. La campaña es incluso más larga, porque arranca cuando los aspirantes a la presidencia anuncian sus candidaturas, en general varios meses antes de las primarias. En el medio, se bajan candidatos, se forman alianzas, se generan rupturas, se cometen errores, se festejan triunfos. Pero, sobre todo, el electorado cambia. En este escenario, la necesidad de renovar las tácticas para atraer votos es inevitable. Especialmente para los candidatos que llegan hasta el final.

Ahora, cuando quedan cuatro meses para las elecciones, y a horas de que las dos nominaciones sean confirmadas en las convenciones de los partidos, los estadounidenses ya tienen sus dos candidatos a la presidencia. Sanders anunció la semana pasada su apoyo a Clinton y se retiró de la carrera, dejando el camino libre a la ex secretaria de Estado, que disputa con Trump el lugar en la Casa Blanca.

Los desaciertos

La piedra en el zapato en la campaña de Clinton es la cuestión de los correos electrónicos privados que usó para tratar asuntos oficiales cuando era secretaria de Estado. Si bien el escándalo se destapó el año pasado, el cierre del caso por parte del Departamento de Justicia, hace dos semanas, provocó el rechazo de los republicanos -que cuestionaron la honestidad de la candidata- y volvió a poner el tema en el ojo público.

El FBI determinó, tras meses de investigación, que la demócrata no debía ser procesada porque no hizo nada ilegal, y la Justicia estadounidense decidió no presentar cargos en su contra. A pesar de esto, el director del FBI, James Comey, advirtió que la actitud de Clinton fue “extremadamente descuidada”, una valoración que despertó desconfianza en varios sectores. Los republicanos reaccionaron enseguida, y, la semana pasada, solicitaron formalmente que el Departamento de Justicia abra una investigación criminal por perjurio para determinar si Clinton mintió cuando declaró ante el Congreso, en octubre. La antigua secretaria de Estado dijo en ese entonces, bajo juramento, que no había ninguna información clasificada en los correos electrónicos que intercambió respecto de un ataque en Libia en 2012. Pero Comey, hace dos semanas, aseguró lo contrario.

“Las pruebas recogidas por el FBI durante su investigación sobre el uso de un sistema de correo electrónico personal por parte de la secretaria Clinton parecen contradecir directamente varios aspectos de su declaración jurada”, indicaron quienes firman el documento, los presidentes del Comité Judicial y el Comité de Vigilancia de la Cámara de Representantes, Bob Goodlatte y Jason Chaffetz, ambos republicanos.

Una encuesta elaborada por el diario estadounidense The Washington Post y la cadena ABC reveló que 56% de los ciudadanos rechaza la recomendación del FBI de no presentar cargos contra Clinton, mientras que 35% la aprueba. Además, 57% de los encuestados opinó que este asunto repercutirá en una eventual gestión presidencial de Clinton, mientras que 39% consideró que no tiene nada que ver con su capacidad para ser presidenta.

Después de la decisión de la Justicia, Clinton hizo una escueta declaración para defender su inocencia y no habló más del asunto. Sin Sanders en el camino, la candidata se concentra en atraer a los seguidores del senador, con un discurso más progresista, a la vez que recrudece los ataques a Trump.

El aspirante republicano no se enfrenta a la Justicia, como su rival, pero suma unos cuantos tropezones. Aunque el escándalo de los correos de Clinton lo ayudó, el empresario perdió terreno cuando tuvo que hacer frente a las últimas tragedias que vivió el país. La primera reacción de Trump después de que un estadounidense de origen afgano matara a tiros a 49 personas en un boliche gay de Orlando, el 12 de junio, fue insistir en que está en lo correcto cuando propone prohibir la entrada al país a los musulmanes. Algo similar pasó hace unos días, cuando dos jóvenes negros murieron en manos de la Policía y cinco policías fueron asesinados en Dallas unas horas después. Trump recordó la muerte de los jóvenes recién cuando murieron los policías. Algunos medios estadounidenses destacaron que cuando asesinaron a los jóvenes negros, Clinton lamentaba los hechos en Twitter mientras Trump publicaba propaganda. Después de liderar una campaña que insultó a mujeres, mexicanos, hispanos, discapacitados y musulmanes, cuesta conciliar la imagen del empresario con la del unificador que dice ser.

Clinton se refirió a este tema el miércoles en un acto en Illinois: “En estos tiempos, necesitamos un presidente que pueda reunirnos, no separarnos. Y creo que Donald Trump es peligroso”. Agregó: “Su campaña está construida en base a generar desconfianza y enfrentar a los estadounidenses. Es la base de todo lo que dice y todo lo que promete hacer como presidente”. También cuestionó a Trump por decir que sentía “empatía” por los civiles negros que murieron días después de que los policías mataran a los dos jóvenes. “Incluso esto, el asesinato de personas, se trata de alguna manera de él”, apuntó.

Los ataques de quien podría convertirse en la primera presidenta de Estados Unidos se intensificaron en las últimas semanas. En un acto de campaña en Atlantic City, Nueva Jersey, Clinton pidió a los estadounidenses que no voten al empresario para impedir que “haga con el país lo que hizo con sus negocios”. En el mismo discurso, dijo que Trump ganó millones de dólares arruinando la vida de pequeños empresarios y dejando sin empleo a cientos de trabajadores.

Una semana después, criticó el apoyo del multimillonario a figuras como el presidente ruso, Vladimir Putin, el líder norcoreano, Kim Jong-un, y el iraquí Saddam Hussein, en un video de campaña que lanzó con el título “Dictadores”.

Otro error reciente del republicano tuvo lugar en la última visita que hizo al Congreso. En determinado momento, según el diario Politico, un legislador le preguntó a Trump si “protegía” el artículo 1 de la Constitución -que establece la división de poderes entre el Congreso y el Poder Ejecutivo- y él respondió que quería proteger “el artículo 1, el artículo 2, el artículo 12”. Aunque con su respuesta quiso dar a entender que su intención es proteger todos los artículos, no se dio cuenta de que en la Constitución de Estados Unidos no existe el artículo 12. Clinton dijo en Illinois que ese incidente muestra la “completa ignorancia” que tiene el empresario y prueba que no está “apto” para asumir el liderazgo del país. “La primera cosa que un nuevo presidente hace es prestar juramento para proteger y defender la Constitución. Para que eso tenga algún sentido, tenés que saber qué dice adentro y tenés que respetarlo”, afirmó.

Se da vuelta

Aunque en las últimas semanas Trump parece acumular más tropiezos, las encuestas reflejan que los estadounidenses no le perdonan a Clinton el problema de los correos electrónicos.

Un sondeo publicado el miércoles por la Universidad de Quinnipiac, en Connecticut, muestra que el magnate supera en intención de voto a su rival demócrata en Florida y Pensilvania, dos estados clave de la contienda, porque desde 1960 ningún candidato a presidente llegó a la Casa Blanca sin proclamarse ganador en al menos uno de ellos. Trump se impone en Florida con 42% frente al 39% de Clinton, que hace un mes le llevaba al empresario ocho puntos de ventaja. En tanto, en Pensilvania Trump aventaja a Clinton por dos puntos (43% frente a 41%), lo que supone un avance para el empresario, que el mes pasado estaba un punto por detrás de la ex secretaria de Estado. En Ohio, otro estado considerado clave, ambos candidatos están empatados con 41%.

El director asistente de la encuesta, Peter Brown, dijo a la agencia de noticias Reuters que el sondeo se llevó adelante después de que la Justicia cerró el caso de Clinton por los correos y destacó que la candidata perdió ante Trump en las preguntas que medían “los principios morales” y “la honestidad”.

Los número dos

La nueva etapa del proceso incluye también el anuncio de los candidatos a vicepresidente, una elección que podría ser decisiva para los votantes el 8 de noviembre.

Trump anunció el viernes que el gobernador de Indiana, Mike Pence, será quien complete la fórmula presidencial republicana. Con Pence en el equipo, Trump suma puntos en varios frentes. En primer lugar, en materia de experiencia política, un aspecto clave en el que Trump no logra igualar a su oponente. Pence tiene 12 años de experiencia como congresista y otro par de años como gobernador. En segundo lugar, puede atraer el voto de las bases más conservadoras del Partido Republicano, que no ven a Trump como un conservador ortodoxo. Durante su etapa en el Congreso, Pence defendió posturas contra los homosexuales y el aborto, y abogó por múltiples proyectos de ley que afectan a los inmigrantes indocumentados. La elección de Pence también deja contenta a la cúpula del partido conservador, que no logra identificarse con su candidato presidencial.

En el terreno demócrata todavía no se conoce al candidato a vicepresidente, aunque Clinton tendrá que anunciarlo antes del lunes, día en que se inaugurará la Convención Nacional del Partido Demócrata. En la lista de probables compañeros de fórmula suenan fuerte dos nombres. Los medios estadounidenses aseguran que quien tiene más chances es el senador de Virginia Tim Kaine, que la semana pasada acompañó a Clinton en un acto de campaña y generó grandes expectativas. Kaine fue una de las opciones de Barack Obama en 2008.

La alternativa podría ser la senadora de Massachusetts Elizabeth Warren, que hace un par de semanas apareció en un acto de campaña con Clinton y fue aplaudida por los sectores demócratas más progresistas. Sin embargo, no está claro si el partido consideraría conveniente una papeleta liderada por dos mujeres. Otras opciones que analizan la candidata y su equipo son el senador de Ohio Sherrod Brown; el senador de Nueva Jersey Cory Booker; el secretario de Agricultura, Tom Vilsack; y el secretario de Vivienda, Julián Castro.