La Policía israelí detuvo ayer a diez personas que protestaban frente a un hospital de la ciudad de Ascalón, donde se encuentra internado Bilal Kayid, un preso palestino que está en huelga de hambre desde el 15 de junio. Los enfrentamientos se dieron entre manifestantes árabes-israelíes, que exigen la liberación de Kayid, y activistas judíos de extrema derecha. Los arrestados -tres árabes-israelíes, seis judíos y otro individuo cuya identidad se desconoce- son acusados de agredir a funcionarios policiales y cometer “desórdenes públicos”, según un comunicado difundido por la Policía.

Kayid, militante del Frente Popular para la Liberación de Palestina, tenía que haber sido puesto en libertad el 13 de junio, después de cumplir 14 años y medio en prisión por delitos “contra la seguridad”. Ese día, sin embargo, las autoridades israelíes lo pusieron bajo arresto administrativo, un controvertido estatus de la legislación israelí, aplicado sobre todo a los palestinos, que permite detener personas sin llevarlas a juicio durante seis meses que pueden prorrogarse de forma indefinida. Para protestar contra esta medida, Kayid inició una huelga de hambre que ya lleva más de 50 días y que deterioró gravemente su salud.

El presidente del Club de Prisioneros Palestinos, Qadura Fares, dijo el viernes a la agencia de noticias Efe que la situación de Kayid es “muy peligrosa”. Agregó: “Según los médicos israelíes, podría morir en cualquier momento. Le han permitido ver a su abogado, pero no a su familia”.

El ministro de Asuntos de Presos de la Autoridad Nacional Palestina (ANP), Issa Qaraqe, explicó a Efe que los informes médicos sobre Kayid indican que “ha perdido 35 kilos de peso, podría sufrir un ataque al corazón en cualquier momento y sufre debilidad y desorientación”. Aseguró, además, que el Comité de Asuntos de Presos, que él mismo dirige, presentó una denuncia ante el Tribunal Supremo israelí el miércoles y pidió “la inmediata liberación” de Kayid. Pero desde entonces, dijo, no recibió ninguna respuesta.

En solidaridad con Kayid, decenas de presos palestinos se sumaron progresivamente a su huelga de hambre. El miércoles, más de 300 palestinos -en su mayoría miembros del movimiento Hamas- dejaron claro que no ingerirían alimentos para respaldar a Kayid y también en protesta contra las políticas de las autoridades carcelarias, como el aislamiento, las requisas corporales repentinas, las agresiones y las transferencias a otras cárceles sin previo aviso.

El sábado, sin embargo, gracias a un acuerdo que alcanzaron con el Servicio de Prisiones israelí, la mayoría de los huelguistas puso fin a la protesta. El pacto alcanzado establece la suspensión de “todas las transgresiones, así como las inspecciones repentinas en sus celdas”, según informó el domingo el ministro Qaraqe. El funcionario también confirmó que 70 presos continúan la huelga de hambre en solidaridad con Kayid.

Pero las versiones no coinciden. La superintendenta del Servicio de Prisiones israelí, Nicole Englander, dijo el domingo a Efe que los presos “decidieron dejar la huelga” por decisión propia y negó que se hubiera alcanzado algún acuerdo con los huelguistas para que finalizaran la protesta.

Según la organización civil palestina Adamir, que trabaja para brindar ayuda a los prisioneros, Israel mantiene encarcelados actualmente a unos 7.000 palestinos. De ellos, más de 700 están en situación de arresto administrativo.