Ahmad al Mahdi al Faqi, alias Abu Turab, es el primer acusado de destruir el patrimonio de la humanidad que se declara culpable ante la Corte Penal Internacional de La Haya (CPI). Entre los monumentos que según la acusación destruyó o ayudó a destruir Al Mahdi, integrante del movimiento Ansar al Din, figuran nueve mausoleos y la mezquita de Sidi Yahya, una obra del siglo XV, en la ciudad de Tombuctú, en Malí.

“Con gran pesar debo presentar mi culpabilidad. Todos los cargos que se me imputan son precisos y correctos”, declaró el acusado, quien aseguró que siente un “gran dolor” y pidió perdón a la población de Malí y a la comunidad internacional. El pacto al que llegaron la defensa y la fiscalía incluye el compromiso de los abogados de Al Mahdi de no apelar el fallo si se solicita una pena de nueve a 11 años de cárcel para el acusado. Dicho acuerdo no obliga a los jueces, que tienen la libertad de imponer una pena de hasta 30 años de prisión.

Al Mahdi, que era funcionario del departamento de Educación de Malí antes de unirse a Ansar al Din y que sabe el Corán de memoria, dijo que los ataques contra los monumentos y la mezquita de Tombuctú que tuvieron lugar entre el 13 de junio y el 11 de julio de 2012 se originaron en la letra fría del Corán, que indica que “las tumbas no deben sobresalir del suelo y las derruidas eran altas”. En esas fechas, rebeldes de la etnia tuareg, apoyados por el grupo Al Qaeda en el Magreb Islámico, asaltaron la ciudad e impusieron la ley islámica que, entre otras cosas, obliga a las mujeres a llevar velo integral, prohíbe la educación de las niñas y censura todo tipo de música.

La CPI confía en que el inédito proceso contra Al Mahdi siente un precedente para otros casos similares. La fiscal jefe de ese tribunal, Fatou Bensouda, recordó el asalto contra la ciudad siria de Palmira por parte del grupo Estado Islámico y aseguró que “hay otros [ataques] similares que todavía se producen y atentan contra la identidad y la memoria; son armas de guerra porque intentan eliminar la Historia”. Según los malienses, la puerta de la mezquita de Sidi Yahya, que los yihadistas destruyeron, debía permanecer cerrada hasta el fin del mundo. El templo guardaba además manuscritos únicos que fueron quemados.

Al Mahdi huyó a Níger en 2013, pero fue extraditado a Holanda, sede de la CPI. “Fui influido por gente desviada de Al Qaeda y les pido que me miren como un hijo que perdió su camino”, dijo Al Mahdi, quien además ha llamado a “todos los musulmanes del mundo a que no cometan actos” como los suyos “porque no hacen ningún bien a la humanidad”.