Rex Tillerson, nominado por Donald Trump para el cargo de secretario de Estado, protagonizó ayer una intensa sesión ante el Comité de Relaciones Internacionales del Senado para defender su designación, días antes de que se lleve a cabo la votación para confirmarlo en el cargo. En una serie de cuestiones, el futuro jefe de la diplomacia estadounidense llegó a desmarcarse de las posturas del presidente electo. Un ejemplo fueron sus respuestas acerca de Rusia.

Tillerson es conocido por sus lazos con el presidente ruso, Vladimir Putin, y cuando Trump lo designó secretario de Estado levantó suspicacias tanto en demócratas como en republicanos. Tal vez para calmar las aguas, ayer Tillerson fue más duro que Trump respecto a Moscú.

En primer lugar, dijo que los informes de las agencias de inteligencia que confirman una interferencia de Rusia en las elecciones presidenciales son “preocupantes”, al ser interrogado sobre el tema por el senador Marco Rubio. Cuando Rubio le preguntó si consideraba que, en caso de que Rusia estuviera detrás de esas maniobras, Putin habría dado su consentimiento. El ex empresario petrolero respondió: “Creo que esa es una suposición acertada”.

Además, Tillerson dijo que está a favor de mantener -por ahora- las sanciones de Estados Unidos contra Rusia, una postura contraria a la que defendió en los últimos años.

“Aunque Rusia busca respeto y relevancia en el escenario mundial, sus recientes actividades no han respetado los intereses de Estados Unidos”, agregó. A su vez, dijo que los “aliados en la OTAN” tienen razón “al alarmarse sobre la ofensiva de Rusia”, considerando que ese país “ha invadido Ucrania, incluida la anexión de Crimea, y apoyado a fuerzas sirias que violan brutalmente las leyes de la guerra”.

Sin embargo, consultado sobre si se referiría a Putin como un “criminal de guerra”, dijo que él “no usaría ese término”.

Por otro lado, aseguró que nunca caracterizaría a los mexicanos como “criminales y violadores”, tal como hizo Trump al comienzo de la campaña electoral, y defendió la “importancia” que tiene México en “muchas áreas de preocupación compartida”. Durante la audiencia, Tillerson también se mostró a favor de revisar el Tratado de Libre Comercio de América del Norte, que su país mantiene con México y Canadá, aunque dijo que no se opone al Acuerdo de Asociación Transpacífico, como sí hace Trump.

Sobre China, fue crítico: en su opinión, ese país se mostró siempre en busca de “sus propios objetivos” incluso si eso generaba tensiones con Estados Unidos y afirmó que tampoco fue “un socio fiable” para lidiar con la amenaza nuclear de Corea del Norte. Aun así, defendió la relación bilateral en pos del “bienestar económico” de ambos países.

En tanto, el futuro secretario de Estado criticó el actual proceso de acercamiento a Cuba porque, según consideró, se desarrolló sin forzar a la isla a hacer “concesiones significativas” en el área de derechos humanos. Tillerson llamó a corregirlo.

Acerca del cambio climático, reconoció que es un riesgo que “sí existe” y que sus consecuencias “podrían ser lo suficientemente serias como para que sea necesario tomar medidas”. Además, consideró “importante” que Estados Unidos siga participando en las negociaciones internacionales sobre este tema, una posición que choca con la de su jefe. Activistas en defensa del medioambiente interrumpieron la audiencia de Tillerson cuatro veces, preocupados por la influencia que su trayectoria al frente de una empresa petrolera pueda tener en la política medioambiental.