Finaliza la quinta edición del Festival Internacional de Artes Escénicas (FIDAE), que este fin de semana se despide con una de sus mayores apuestas: hoy y mañana a las 21.00 en el Teatro Victoria se presentará el unipersonal Acceso, debut en la dirección escénica del cineasta chileno más importante de la actualidad –al menos por su trascendencia y proyección internacional–, Pablo Larraín (No, El club, Neruda). En Acceso, el actor Roberto Farías ofrece, según el periódico chileno La Tercera, “una de las más contundentes interpretaciones de los últimos años”, con un histrionismo que “fascina y sorprende”. Así, el cineasta –siempre candidato al Oscar– vuelve sobre el abuso por parte de sacerdotes: después de El Club, la película que coescribió junto al dramaturgo Guillermo Calderón, Larraín presentará a Sandokán, un vendedor ambulante que ofrece distintos productos en los ómnibus y que se presenta como alguien “atravesado por el único relato posible para su cuerpo: el de un niño abusado. Él necesita vender para subsistir; aunque para eso deba narrar y exponer –de manera inevitable– su biografía”. Así, la obra presenta a un “gladiador urbano que revela señas profundas de un lugar de vida, dolor y goce, acompañado de un lenguaje lumpen, delictivo, atroz y poético a la vez”.

El director del FIDAE, José Miguel Onaindia, adelanta que, cuando la vio en Francia, esta propuesta le resultó muy interesante “por el tipo de teatro político contemporáneo” al que apunta, y porque “obviamente habla de la problemática chilena pero apela a una cuestión muy trasladable a la mayoría de las sociedades, incluso las más desarrolladas”, ya que habla del abuso pero, fundamentalmente, de una temática que “se trata muy poco, y que es necesario proponerla como tema de agenda: la discriminación por la pobreza. Que es la gran causa de discriminación de la actualidad, y que muchas veces es relegada dentro de las reivindicaciones sociales”, plantea. Onaindia cree que este es un tema que no se aborda porque muchas veces no se trata de un colectivo pequeño –“con los que es más fácil hacer una acción puntual”–, ya que la pobreza es un fenómeno “complejo, inorgánico. Y por eso me interesó tanto esta puesta, porque si bien trata temas concretos como el abuso, parte de una cuestión que también interpela mucho a las democracias contemporáneas: la obra se llama Acceso porque es una de las primeras palabras que integran el preámbulo de la Constitución chilena. A través de esto, de que el vendedor ambulante vende la Constitución chilena en el colectivo”, y de explorar ese “acceso” que se promete a toda la población, “se termina evidenciando todo a lo que no accede gran parte de la sociedad”.

En cuanto al trabajo escénico, el director del festival explica que se trata de un teatro interpelante, a partir de una propuesta muy sencilla, que se centra, fundamentalmente, en la capacidad de comunicación del actor. “Verdaderamente es una gran actuación de Roberto Farías. Creo que como construcción dramatúrgica es un gran hallazgo de Larraín, porque realmente encontró el instrumento adecuado. La obra es maravillosa, y cuenta con un actor que carga con esa organicidad y complejidad de gestualidades” contundentes.