Un tiroteo en la ciudad estadounidense de Las Vegas dejó 58 muertos y más de 500 personas heridas en un ataque que la Policía atribuyó a un “lobo solitario” sin vínculos con organizaciones extremistas, a pesar de que el grupo yihadista Estado Islámico (EI) no tardó en reivindicar su autoría. Se trata del tiroteo más mortal en la historia moderna del país.

Stephen Paddock eligió estratégicamente una habitación del piso 32 del hotel Mandalay Bay, en Las Vegas, y el domingo de noche –en la madrugada de Uruguay– disparó desde la ventana indiscriminadamente contra una multitud que disfrutaba de un festival de música country al aire libre. Las autoridades calculan que había cerca de 22.000 personas en el público. Las balas mataron a 58 e hirieron a otras 515, de acuerdo con el último balance policial divulgado por el diario Washington Post.

Las fuerzas de seguridad rápidamente rastrearon la habitación desde donde disparó Paddock, que se suicidó antes de que los funcionarios entraran, según informó ayer Joe Lombardo, sheriff del condado de Clark, donde se encuentra la ciudad de Las Vegas. El atacante se hospedaba allí desde el jueves.

Lombardo aseguró que Paddock era el “único sospechoso” y que probablemente actuó como un “lobo solitario”. Agregó que, por el momento, los motivos del ataque se desconocían, aunque sí se podía deducir que fue un acto premeditado, ya que en su habitación se encontraron diez pistolas y varias armas largas.

La Policía armaba ayer el perfil de Paddock, un hombre blanco de 64 años que vivía en Mesquite, ciudad ubicada a 130 kilómetros de Las Vegas. Lombardo confirmó que las autoridades también encontraron diversas armas en el sótano de su casa y adelantó que localizaron una segunda propiedad de Paddock, que todavía no había sido registrada.

El ataque fue rápidamente reivindicado por EI en un comunicado divulgado por la agencia Amaq, vinculada con los yihadistas. “El atacante es uno de nuestros soldados, que se convirtió al islam hace unos meses”, dice el texto, cuya autenticidad no fue verificada. De acuerdo con la nota, el tiroteo fue una respuesta a las acciones de la coalición internacional liderada por Estados Unidos que combate a EI en Siria e Irak.

Sin embargo, minutos después, el FBI descartó mediante un portavoz cualquier nexo entre el atacante y algún “grupo terrorista extranjero”. Dos altos mandos policiales ratificaron esta información en declaraciones a la agencia de noticias Reuters y agregaron que el nombre de Paddock no está en ninguna base de datos de sospechosos de terrorismo.

En tanto, el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, anunció que mañana visitará la ciudad para reunirse con los familiares de las víctimas y los funcionarios policiales que participan en el caso. “Estamos unidos hoy en nuestra tristeza, conmoción y luto”, dijo el mandatario ayer en una declaración a la prensa desde la Casa Blanca, en la que se refirió el ataque como “un acto de pura maldad”.

Después, hizo un llamado a la unidad para poder “superar” la tragedia. “Nuestra unidad no puede tambalearse por la maldad, nuestros lazos no pueden romperse por la violencia, y aunque sintamos una ira tan grande ante el asesinato sin sentido de nuestros compatriotas, es nuestro amor lo que nos define hoy, y lo que siempre nos definirá”, dijo. “Rezamos para que todo el país encuentre unidad y paz y por el día en el que el mal se desvanezca y los inocentes estén seguros frente al odio y el miedo”, agregó.

La del domingo es la mayor matanza con arma de fuego en la historia moderna de Estados Unidos, y superó la que tuvo lugar en una discoteca gay en Orlando, en junio de 2016, en la que murieron 50 personas y 53 resultaron heridas.

Ante lo sucedido, las redes sociales se llenaron de mensajes a favor de un mayor control de las armas. Sin embargo, la portavoz de la Casa Blanca, Sarah Sanders, consideró ayer en conferencia de prensa que es “prematuro” iniciar el debate sobre esa legislación, si bien opinó que puede tener lugar más adelante. Esto, a pesar de que Trump es “un férreo defensor” del derecho a portar armas, precisó.

Según el conteo que lleva el sitio web Gun Violence Archive, 11.652 personas han muerto por disparos de armas de fuego en Estados Unidos desde que empezó el año.