Tras aterrizar en el aeropuerto Ben-Gurión, próximo a Tel Aviv, el viajero atraviesa las puertas y escucha una voz que le da una cálida bienvenida a Israel. Es la de Gil Hovav, que allí es una celebridad televisiva y cultural, periodista gastronómico, novelista, activista por los derechos LGBT y vocero de su país. Por esto último, precisamente, llegó a Montevideo en setiembre.

Sobre sus hombros, además, recae el peso de un linaje que lo ata a la identidad de su pueblo. Su bisabuelo fue Eliezer Ben-Yehuda, periodista considerado el padre espiritual del regreso del hebreo como idioma cotidiano a principios del siglo XX (cada ciudad grande de Israel tiene una calle con su nombre). Su abuelo, Itamar Ben-Avi, es referido como uno de los popes del periodismo hebreo moderno. Y sus padres fueron fundadores de la radio pública de Israel.

Con esa historia detrás, Gil estudió letras, se dedicó al periodismo, trabajó incluso como barman, hizo el servicio militar (donde conoció a Danny, su pareja, 30 años atrás), se convirtió en conductor de exitosos programas de televisión, escribió tres novelas autobiográficas, promueve la cocina de su país y también viaja por el mundo con el auspicio del Estado de Israel para hablar sobre gastronomía, lengua y la causa LGBT. “Cada vez que viajo me aseguro de buscar lugares con activistas, para intercambiar ideas y aprender qué pasa en el mundo”, cuenta. “Israel es un faro guía” para la comunidad gay, dice en su presentación. “El ejército israelí es súper progresista en este sentido; a veces mucho más que el mismo Estado”, agrega en otro momento.

¿Desde cuándo los matrimonios del mismo sexo pueden adoptar en Israel?

Es complicado, porque las parejas gay pueden adoptar niños de otros países —Vietnam, Rusia o Sudamérica— pero no niños israelíes. Hubo un gran debate sobre el derecho a adoptar niños en Israel. Todavía debe ser legalizado, pero la opinión del gobierno es que se puede. En Israel, a veces sorteamos la ley sin necesidad de cambiarla. Por ejemplo, nuestra hija es hija biológica de mi compañero y de una amiga lesbiana. Pero normalmente lo que ocurre es que cuando querés adoptar, viajás a Rusia u otro país y lo hacés ahí. O conseguís un vientre de alquiler en otro país y luego traés al niño. Todavía se discute para que se pueda adoptar a un niño de nuestro país. Los gays y lesbianas tienen los mismos derechos pero no se pueden casar en Israel, así que al igual que esto de la adopción es un tema de religión y no contra los gays. Si sos judío, sólo podés casarte ante un rabino y los rabinos no casan gays. Otra gente viaja normalmente a Chipre o a Francia y se casa allí. Mi compañero y yo llevamos 30 años juntos y no queremos casarnos.

¿Cuál es la relación entre esas actitudes progresistas que señalás en el ejército y la parte más tradicional y patriarcal de tu país?

En Israel tenés dos grupos que se oponen a los derechos de los gays. Están los judíos religiosos, que no son mayoría pero forman un grupo importante. Y tenés los partidos árabes. Todos muy buena gente, pero conservadores. Yo, por supuesto, voto a la izquierda. Pero no puedo votar a cualquiera. A la izquierda tenés el partido judío sionista y más a la izquierda tenés a los árabes. Muchos de mis amigos judíos votan a los árabes, porque es lo que está de moda. Y yo les digo que si estuvieran en el poder y fueran la mayoría, a mí me hubieran matado en la plaza. De todos modos, insisto en que el asunto de los palestinos es mucho más importante que el asunto gay; el derecho de los palestinos a la libertad es más importante que mi derecho a adoptar o a casarme. Si tuviera que rankear los problemas de mi país ahora, los palestinos vendrían primero.

¿Y qué dicen los colectivos LGBT cuando proponés este orden de prioridades?

La mayoría está de acuerdo. Ahora todo ha cambiado, porque antes ser gay implicaba ser activista y de izquierda, pero como se ha normalizado, es posible ser gay y de derecha. Esa parte de los colectivos LGBT no estarían muy contentos si digo que nuestro tema es menos importante que la cuestión palestina.

¿Cómo descubriste tu identidad?

Cuando estaba por casarme con una novia, a los 25 años, me di cuenta de que la amaba pero no estaba enamorado. Ahí me di cuenta de que era gay. Cuando sos chico se te dice que vivas los sueños de la gente hetero, pero una parte de tu cerebro sabe que sos otra cosa. Antes no me cuestionaba, porque tener sexo es divertido, con mujeres o con quien sea. Sólo cuando resolví casarme me di cuenta de esto. Cuando le dije a mi familia, me respondieron “siempre lo supimos”. Afortunadamente, al poco tiempo de aceptar que era gay, conocí a mi compañero.

¿Cómo nació tu relación con la cocina?

Crecí en una casa manejada por mujeres. Mi tía vivía en el apartamento de al lado, estaba mi madre y mi abuela vivía con nosotros. La cosa era así: mi abuela no vivía con nosotros, nosotros vivíamos con ella. Teníamos dos mucamas pero a la cocina entraba sólo mi abuela. Y como yo era el más chico, medio nerd, ella me protegía y me enseñaba pero no me dejaba entrar. Decía, porque era una tradición de los sefaradíes, que los hombres en la cocina traen dos cosas: mala suerte y mugre. Cuando ella murió yo tenía 20 y ahí empecé a cocinar, solamente para recordar sus aromas.

¿Por qué mencionás tanto la cocina de Yemen como algo importante para vos?

Soy medio judío, medio yemení. Es algo que conozco de casa. En Israel la comunidad yemení es bastante grande y no es raro. Viajo por el mundo trabajando en restaurantes por un solo día, en los que sirvo comida de Yemen. Es una gran comida, amigable y muy barata. La hice en Nueva York, Berlín, China y Polonia y nadie sabía de qué se trataba pero todos se enamoraban de ella.

Has dicho que Israel es demasiado joven para tener una gastronomía propia.

Es un país nuevo, que no tiene 70 años y tiene comida de todo el mundo. Está cerca de tener una gastronomía propia. Si hay una gastronomía que más o menos se puede identificar como principal influencia es la árabe y la mediterránea. Se puede decir que los platos van a ser más ingeniosos, más picantes y menos amables, como somos nosotros. Algo muy interesante surge de la mezcla de todas estas gastronomías.

Con la fidelidad de tu pueblo a sus tradiciones y ritos, ¿no se conservan recetas o técnicas antiguas?

De memoria te puedo decir que hay un restaurante en Jerusalem que se llama Eucaliptus y que hace recetas muy antiguas. Hay un parque muy lindo a medio camino entre Tel Aviv y Jerusalem, donde hay un centro en el que investigan sobre la comida en tiempos de la Biblia; ahí sirven comida que supuestamente comía el rey David.

Pero en tus presentaciones en restaurantes, donde cocinás por un día o dos, elegís la comida yemení. ¿Porqué no abriste tu propio restaurante especializado?

Me gusta estar del lado adecuado de la comida. Por eso, hacer popup restaurants es la mejor manera que he encontrado de tocar la comida sin tocarla demasiado ni meterme en el negocio. Para la gente de Polonia o de Nueva York, donde me he presentado, puede parecer una comida de ciencia ficción, pero para mí es el sabor de mi infancia.

Texto: Matías Castro | Intervención: Gastón Pérez.