La campaña hacia las elecciones legislativas argentinas del domingo 22, centrada en la competencia en la provincia de Buenos Aires, enfrenta dos discursos que no se mueven de sus ejes. El macrismo insiste en definirse como el cambio y la alternativa a la corrupción. A su vez, el kirchnerismo hace hincapié en la situación económica de los argentinos y en la amenaza de un “ajuste” más fuerte, sobre todo si el gobierno de Mauricio Macri gana estas elecciones y cuenta así con un “cheque en blanco”.

En los últimos días, Macri y Cristina Fernández reforzaron esos mensajes de campaña. La ex presidenta, que se postula al Senado, insistió en la necesidad de “poner un freno” al gobierno. Hizo hincapié en la manera “brutal y peligrosa” en que el macrismo está endeudando al país y alertó que esto puede conducir a una crisis. Dijo, además, que cuando su gobierno contraía deuda, los argentinos “tenían trabajo, remedios”, pero que ahora “no tienen nada”.

“Los únicos que han mejorado son grupos muy reducidos”, que “están en el gobierno o son amigos del gobierno, dueños de empresas que consiguen que las tarifas de luz hayan crecido más de 1.000% o que las tarifas de gas se hayan convertido casi en impagables”, dijo Fernández el domingo, durante un acto de campaña.

La ex mandataria consideró que hay que “volver a una Argentina que no sea un país para un puñadito, que vuelva a ser un país de todos y para todos”. Y eso la llevó a hablar de su gobierno, cuando había “una Argentina donde todos podían trabajar y estudiar, sin presos políticos, donde nadie desaparecía después de un operativo judicial ejecutado por una fuerza de seguridad”. Así aludió a la desaparición de Santiago Maldonado, a la que también suele referirse en su campaña.

Por su parte, Macri aprovechó el viernes la inauguración de un puente que une las ciudades de Neuquén y Cipolletti para volver sobre el tema de la corrupción. Se preguntó “qué pasaría por la cabeza” de algunos funcionarios kirchneristas que demoraron “tanto tiempo” en construir esa obra y que no se preocuparon por terminarla. “Por suerte”, dijo, ahora, con su gobierno, los argentinos pueden tener confianza en que “las obras se terminan en las fechas prometidas” y que “son sinónimo de alegría” y “no de corrupción”.

Con su énfasis en la “alegría”, la alianza oficialista Cambiemos festejó el triunfo de su candidato a gobernador de Corrientes, Gustavo Valdés, que el domingo derrotó al justicialista Carlos Espínola, 54% a 45%. Al conocer el resultado, Macri publicó en Twitter: “¡Gracias Corrientes! Los correntinos eligieron el cambio y tienen nuevo gobernador. Felicitaciones Gustavo y todo el equipo de Eco+Cambiemos [la alianza del oficialismo argentino con un partido correntino]”.

Está previsto que hoy el presidente reciba a Valdés en la Casa Rosada, informó Clarín. Según citó este periódico, el jefe de Gabinete de Macri, Marcos Peña, también celebró el triunfo del dirigente correntino como propio y dijo a la radio Mitre que esa victoria “se suma a la ola del cambio que vemos que se está produciendo”. El funcionario, que viajó hasta Corrientes para acompañar a los candidatos del oficialismo, afirmó que “el dato político del año no es la vuelta de Cristina, sino la consolidación de Cambiemos”.

Como para contrarrestar el discurso kirchnerista acerca de un inminente ajuste, el jefe de Gabinete dijo que “lo más duro ya pasó y lo que viene ahora es más trabajo, menos inflación, más obras y más unión entre todos los argentinos para construir el futuro”.

Orientación vocacional

Del mismo modo que la votación en Corrientes sirvió a la campaña del oficialismo argentino, una entrevista que Domingo Cavallo dio al diario español El País pareció ir en contra del discurso macrista. El cuestionado ex ministro de Economía de Carlos Menem, en la década de 1990, que volvió a esa cartera con Fernando de la Rúa en 2001, fue consultado sobre el gobierno de Macri. “Lo veo muy orientado”, respondió. Cuando le preguntaron si Macri continúa hoy la línea que él inició en los años 90, Cavallo dijo: “Si usted le pregunta eso al gobierno, le dirá que absolutamente no. Pero hay una gran coincidencia en el sentido de que el gobierno de Macri quiere volver a tener una moneda estable y una economía con baja inflación, como tuvimos en los 90. En los 90 pasamos de una economía cerrada, igual que la que heredó Macri, y la transformamos en una economía abierta”.

Por si le faltaba algo para tirar abajo los intentos del oficialismo argentino para desvincularse de la política económica de la década de 1990, Cavallo dijo que si bien los integrantes del gobierno no lo consultan, él les envía un informe todos los meses y sabe que lo leen. “Todos los que están en el gobierno trabajaron en algún momento conmigo”, excepto los más jóvenes, agregó. Cuando le preguntaron si son sus herederos, Cavallo reiteró: “Lo que creo es que están bien orientados”.