En una esperada sesión del Parlamento regional, el presidente de Cataluña, Carles Puigdemont, dijo que asumía el resultado del referéndum del 1º de octubre, a favor de la independencia de Cataluña, pero suspendió sus efectos temporalmente con el fin de contribuir a la mediación y disminuir la tensión con el gobierno de España. Sus palabras generaron malestar tanto entre quienes esperaban una declaración oficial de independencia como entre aquellos que no reconocen los resultados de una consulta que consideran “ilegal”.

El presidente de la Generalitat dejó claro que los resultados del referéndum del 1º de octubre deben ser considerados válidos y que, por eso, “asumía presentar” ante el Parlamento el “mandato” democrático para que “Cataluña se convierta en un Estado independiente”. Sin embargo, inmediatamente después, propuso suspender “durante unas semanas” la declaración de independencia para entrar en una etapa de diálogo con el gobierno de España. Pero insistió: “Las urnas han dicho sí a la independencia y este es el camino que estoy dispuesto a recorrer”. Todavía no está claro cómo.

Ante los 135 diputados catalanes y frente a más de 1.000 periodistas locales e internacionales que fueron a cubrir su presencia en el Parlamento, Puigdemont comenzó su discurso afirmando que su prioridad es atender a la “necesidad imperiosa” de “desescalar la tensión” con el gobierno del presidente de España, Mariano Rajoy. “Nunca nos pondremos de acuerdo con todo, pero sí entendemos que la manera de avanzar no puede ser ninguna otra que la democracia y la paz”, dijo.

Después, se refirió a la jornada del referéndum, y dijo que se desarrolló “entre brutales ataques policiales contra ciudadanos que hacían cola” para votar. Consideró que la estrategia de La Moncloa pasaba por “provocar el pánico generalizado para que la gente se quedara en casa”, pero que “les salió el tiro por la culata” porque más de 2,2 millones de personas acudieron a votar.

El líder catalán también aseguró que la Generalitat no tiene nada contra España, pero apuntó que la relación es “insostenible”, después de años de “agravios” por parte de las autoridades españolas. Recordó que durante mucho tiempo ha reclamado un referéndum pactado, como el celebrado en Escocia, pero se encontró con “una negativa radical y absoluta” del gobierno español. Entre los “agravios” mencionó lo que considera un “menosprecio” a la lengua y la cultura catalanas, la falta de inversiones y la decisión del Tribunal Constitucional en 2010 de recortar el Estatut (el equivalente a una Constitución regional) que había sido aprobado en una consulta popular unos años antes. “La relación no funciona y no se ha hecho nada para revertir la situación”, dijo. “No somos unos locos, ni golpistas, ni abducidos. Somos gente normal que quiere expresarse”, agregó.

Al final de su discurso, Puigdemont hizo un llamado a los distintos actores políticos, sociales, empresariales y mediáticos para contribuir al diálogo y no tensar más la situación política. Al gobierno de Rajoy le pidió específicamente que actúe con “la misma responsabilidad y generosidad” que la Generalitat y que “escuche” sus peticiones para abrir paso a una mediación.

Desde La Moncloa informaron que Rajoy dará hoy su respuesta. Antes, se reunirá un Consejo de Ministros extraordinario para acordar los pasos a seguir, según confirmó ayer la vicepresidenta española, Soraya Sáenz de Santamaría. En referencia al discurso de Puigdemont, la número dos del gobierno de España consideró que el líder catalán “no sabe dónde está, no sabe a dónde va ni con quién quiere ir”, después “de haber llegado tan lejos y de haber llevado a Cataluña a los mayores niveles de incertidumbre”.

Una vez que Puigdemont abandonó el estrado, tomaron la palabra los distintos representantes de las bancadas catalanas. Si bien las reacciones fueron variadas, todos los partidos de la oposición mostraron disconformidad con la posición del presidente.

La primera en dirigirse al plenario fue la jefa de la bancada de Ciudadanos en el Parlamento de Cataluña, Inés Arrimadas. “Esto es una crónica de un golpe anunciado”, dijo, y le advirtió al presidente catalán que está “solo” porque en Europa “nadie le da apoyo”, y lo acusó de “pulverizar la autonomía de Cataluña”. Tajante, agregó: “Ustedes son el peor nacionalismo que hay en Europa. Se han equivocado de siglo y de lugar”.

A continuación, habló el líder del Partido de los Socialistas de Cataluña (PSC), Miquel Iceta, quien dijo a Puigdemont que “no se puede suspender una declaración que no ha hecho”. Según Iceta, el referéndum fue “un acto de votación sin garantías”, por lo que de allí “no se puede desprender ningún mandato democrático”. Consideró además que el proceso independentista “ha dividido a la sociedad” y manifestó: “Queremos reformar el Estado y que todos tengamos la oportunidad de votar este acuerdo”.

En tanto, el líder del Partido Popular de Cataluña, Xavier García Albiol, se refirió a la comparecencia de Puigdemont como un “caso inaudito de demencia de un poder público” y también consideró que “el gobierno de la Generalitat está perpetrando un golpe de Estado”. Además, Albiol pidió al presidente catalán que haga “propuestas asumibles desde la legalidad” y afirmó rotundamente que “no habrá ninguna república independiente de Cataluña”, porque “el estado de derecho no se lo permitirá”.

En un tono bastante diferente, la diputada Anna Gabriel, de la Candidatura de Unidad Popular (CUP), socio minoritario en el gobierno, manifestó: “Creemos que hoy tocaba proclamar solemnemente la república catalana y quizás hemos perdido una oportunidad”. Después, criticó la propuesta de diálogo de Puigdemont y le preguntó: “¿Negociación y mediación con quién? ¿Con un Estado que permite la extrema derecha en las calles?”.

Los 72 diputados independentistas del Parlamento catalán –integrantes de la CUP y la coalición gobernante Junts pel Sí– no propusieron una declaratoria oficial de independencia durante la sesión. Pero una vez finalizada, se reunieron en una sala anexa del Parlamento y firmaron un documento en el que declararon la constitución de “la república catalana, como Estado independiente y soberano, de derecho, democrático y social”. En el texto, los diputados también afirmaron su “voluntad de abrir negociaciones con el Estado español, sin condicionantes previos, dirigidas a establecer un régimen de colaboración en beneficio de las dos partes”. El documento no fue debatido en el Parlamento catalán, y los diputados de los demás partidos no pudieron ver su contenido, por lo que no queda claro cuáles son sus efectos.

Desde Madrid, el secretario general de Podemos, Pablo Iglesias, celebró que el presidente de la Generalitat no haya declarado unilateralmente la independencia y pidió a Rajoy que no aplique el artículo 155 de la Constitución –que permite al gobierno eliminar de manera forzada la autonomía de una comunidad autónoma–. Lo llamó, en cambio, a dialogar. A su vez, el secretario de organización del Partido Socialista Obrero Español (PSOE), José Luis Ábalos, dijo que la declaración de Puigdemont fue “decepcionante” y le pidió que explique “en qué marco de legalidad se mueve”. “Ahora mismo la situación en Cataluña es de auténtica ingobernabilidad”, dijo, y anunció que el PSOE tomará “las decisiones” en el correr del día de hoy.