Este texto podría comenzar con una de esas expresiones tan propias de Joan Didion –por ejemplo: “algunas cosas importantes han sucedido últimamente”, “esta es una historia sobre el amor y la muerte en una tierra dorada” o “es fácil ver los principios de las cosas, y difícil ver sus finales”–, de las que pueden leerse en Los que sueñan el sueño dorado (2012), el libro que reunió por primera vez en español una serie de sus ensayos y artículos, en los que recorre los años 60 y 70 en Estados Unidos, fenómenos de la cultura pop, la política exterior estadounidense, John Wayne y su mundo de sentidos, la contracultura, la inmigración, el exilio y la pasión. Esos trabajos la convirtieron en el lado femenino del movimiento llamado Nuevo Periodismo, siempre vinculado a Truman Capote, Tom Wolfe y Hunter S Thompson.

Estos son algunos de los tópicos que se abordan en el documental Joan Didion, el centro cederá, que dirigió el sobrino de la escritora, el actor y cineasta Griffin Dunne. Estrenado en Netflix, este trabajo explora la personalísima voz de una mujer que marcó su impronta en el periodismo, y que 40 años después vivió una experiencia estremecedora con el proceso del duelo: en El año del pensamiento mágico exploró la pérdida de su marido (el también escritor John Gregory Dunne) y en Noches azules la tempranísima muerte de su hija.

Así, el documental sobre esta talentosa autora, que logró alternar la ficción y la no ficción, también registra la contracultura, su visión contundente sobre Estados Unidos, el jet-set, las fiestas junto a Janis Joplin, las estadías en la casa de Harrison Ford y la aparición de un Donald Trump veinteañero, siempre mediados por la tenue voz de Didion, y certeros fragmentos de su obra.

“Me fui a San Francisco porque llevaba meses sin poder trabajar. Me frenaba la convicción de que escribir era un acto irrelevante... que el mundo como yo lo entendía había dejado de existir”, admite en un momento, y agrega: “Era la primera vez que me enfrentaba directa y rotundamente a la verdad de la atomización, a la prueba de que las cosas se desmoronan. Si iba a volver a trabajar, necesitaba que las cosas se reconciliaran con el desorden”.