Las calles de varias ciudades en la Franja de Gaza y Cisjordania se llenaron de manifestaciones contra Estados Unidos e Israel después de la declaración de Trump con respecto a Jerusalén, con la que el mandatario rompió con décadas de consenso internacional.

El jefe político de Hamas, Ismail Haniye, instó a la población palestina a empezar el viernes una “tercera intifada” para rechazar la decisión de Washington y “liberar Jerusalén”, en lo que bautizó como un “día de ira”. Si bien no se llegó al punto de una nueva intifida, la respuesta fue masiva. La ola de rechazo llegó a replicarse en otras ciudades de Medio Oriente, como Beirut o Rabat.

En Amán, la capital de Jordania, cerca de un centenar de abogados protestaron contra la decisión de Trump, y amenazaron con denunciarlo ante la Corte Penal Internacional. Según informó la agencia de noticias Efe, el presidente del Colegio de Abogados jordano, Mazen Ershaidat, criticó también la declaración que emitió el fin de semana la Liga Árabe, que no incluyó medidas de presión contra Estados Unidos, sino un pedido de que dé marcha atrás con su decisión.

La tensión creció el sábado. En los barrios palestinos de Jerusalén Este, la Policía israelí redujo todo intento de manifestación después de advertir que “respondería a toda protesta ilegal”. Como resultado, decenas de palestinos se enfrentaron a la Policía arrojando latas, piedras y botellas: cuatro policías resultaron heridos y 13 manifestantes fueron detenidos.

Los mayores disturbios se produjeron en Cisjordania y la Franja de Gaza, donde sólo el sábado hubo 135 heridos, 25 de ellos por munición real, según informó el Ministerio de Salud palestino.

Fue también en Gaza que murieron cuatro personas debido a esta escalada de tensión. Dos de esas muertes se produjeron en enfrentamientos con el Ejército israelí y las otras dos en bombardeos que la aviación lanzó contra posiciones de Hamas como respuesta al disparo de proyectiles desde la Franja de Gaza que tuvo lugar el jueves.

Ayer, en Jerusalén, un hombre palestino de 24 años apuñaló a un guardia de seguridad después de acercarse a un detector de metales en la entrada de la principal terminal de ómnibus de la ciudad. El funcionario quedó hospitalizado en estado grave, informó la Policía israelí.

Las Brigadas de Ezedin al Qasam, el brazo armado de Hamas, llamaron ayer a la población palestina “a activar todos los medios para resistir y oponerse a la ocupación”, así como a seguir con la intifada que han intentado impulsar en los últimos días. “El enemigo pagará cara su agresión, traición y criminalidad contra nuestra gente”, dijo el grupo en un comunicado en el que advirtió que durante los próximos días se demostrará “la determinación de la resistencia armada”.

Mientras tanto, las autoridades palestinas estudian las medidas políticas que deben seguir a la decisión de Trump. Por el momento, el presidente de la Autoridad Nacional Palestina, Mahmoud Abbas, decidió que no recibirá al vicepresidente de Estados Unidos, Mike Pence, durante la visita que realizará este mes a varios países de Medio Oriente.

El portavoz de la Organización para la Liberación de Palestina, Xavi Abu Eid, dijo a Efe que en las últimas horas ha habido “una serie de reuniones de los comités políticos” para “aprobar los pasos a seguir, ya que Estados Unidos ha decidido echar por la borda cualquier esfuerzo para lograr la paz”.

En el mismo sentido, el ministro de Relaciones Exteriores palestino, Riyad al Maliki, advirtió el sábado en El Cairo que Estados Unidos “se ha convertido en parte del conflicto y ha dejado de ser un mediador”. Por eso, agregó, se buscará “un nuevo mediador que pueda ayudar a alcanzar una solución de dos estados”.

Por el contrario, Israel insiste en que la decisión de Trump ayudará a que avance el proceso de paz entre las dos partes. Así lo dijo ayer el primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, después de reunirse en París con el presidente francés, Emmanuel Macron. El gobernante israelí reiteró que Jerusalén es la capital de su país y “nunca ha sido la capital de otro pueblo”, y afirmó que, cuando los palestinos acepten esa “realidad”, se podrá “avanzar en el camino de la paz”. Netanyahu también aprovechó para criticar lo que considera una voluntad de negar la relación de Jerusalén con la historia judía en organismos internacionales como la UNESCO.

Más temprano, en un tono más duro, el ministro de Defensa israelí, Avigdor Lieberman, pidió un “boicot” contra la región de Wadi Ara, en el norte del país, donde la mayoría de la población es árabe, después de que varios de sus habitantes participaran el sábado en manifestaciones contra el anuncio de Trump. “Deberían entender que no son queridos aquí, no son parte de nosotros”, dijo el ministro a la radio del Ejército. Además, insistió en que los residentes de Wadi Ara, en su mayoría palestinos con ciudadanía israelí, “no tienen conexiones” con el país.

“Lo que está pasando en Wadi Ara es intolerable [...] Por eso hago un llamado al boicot. No ir allí, ni comprar. Necesitan entender que es imposible manifestarse con banderas de Hezbolá, palestinas y fotos de [el líder de Hezbolá, Hasan] Nasralá”, criticó Lieberman. Dijo también que espera que la situación “regrese a la normalidad, sin disturbios ni violencia”, y que “todo sea cosa del pasado”.