“Todos los miembros del Gabinete de Seguridad, y principalmente el primer ministro, se oponen a un Estado palestino”, dijo el ministro de Seguridad Pública de Israel, Gilad Erdan, a la Radio del Ejército de ese país. Hizo esas declaraciones ayer, en la previa de la reunión que mantendrán mañana el primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, y el presidente estadounidense, Donald Trump. “Nadie cree que en los próximos años haya, Dios no lo quiera, un Estado palestino”, agregó Erdan.

Netanyahu nunca ha dicho claramente que haya dejado de respaldar la solución de los dos estados, que es la defendida por la comunidad internacional, para el conflicto entre Israel y Palestina. Sin embargo, desde la asunción de Trump ha permitido que se anuncie la construcción de 6.000 nuevas viviendas en el territorio ocupado que, de acuerdo a los palestinos y los promotores de negociaciones entre las partes, frustran las posibilidades de un Estado palestino en esa zona. En simultáneo, el gobierno impulsó la aprobación de una ley que convierte en legales las viviendas construidas en territorios que eran propiedad de palestinos en Cisjordania. “No son sólo esas declaraciones; lo que el gobierno de extrema derecha de Israel hace en el terreno impide cualquier posibilidad del establecimiento de un Estado palestino”, dijo a la agencia de noticias Reuters Wasel Abu Yousseff, de la Organización para la Liberación de Palestina, tras los dichos de Erdan.

Con estas políticas, el gobierno parece acercarse a la posición defendida por el partido ultranacionalista Hogar Judío -uno de los que integran la coalición que sostiene al Ejecutivo-, que es la de buscar la “plena soberanía” en Cisjordania.

También se aproxima a la visión del presidente, Reuven Rivlin, quien ayer reiteró que Israel debe anexarse todo el territorio de Cisjordania. A fines de enero el diario Haaretz informó que, en una reunión con integrantes de su partido, el Likud, Netanyahu dijo que su visión para el futuro es la de un Estado palestino que no tenga plena autoridad, sino que sea un “casi-Estado”, con soberanía limitada en su territorio, que seguiría teniendo tropas israelíes y debería reconocer a Israel como el “Estado-nación” del pueblo judío.

Se espera que la reunión entre Trump y Netanyahu sea decisiva en cuanto al futuro de las políticas de Israel en territorio palestino ocupado. Trump ha respaldado públicamente la política de colonización de Cisjordania e incluso ha defendido que Israel reivindique a Jerusalén como su capital, al decir que le gustaría trasladar la embajada estadounidense de Tel Aviv a esa ciudad, una posibilidad duramente rechazada por las autoridades palestinas.

El respaldo de la administración Trump a Israel se tradujo en otra decisión en los últimos días: el veto de Estados Unidos a que un ex primer ministro palestino fuera el enviado de la organización de las Naciones Unidas (ONU) para Libia. Salam Fayyad fue el nombre sugerido por el secretario general de la ONU, António Guterres, para ese cargo, pero su designación fue bloqueada en el Consejo de Seguridad por la embajadora estadounidense, Nikki Haley. Argumentó que Estados Unidos “no reconoce actualmente un Estado palestino y no apoya la señal que este nombramiento enviaría dentro de la ONU”, y agregó que “en adelante, Estados Unidos va a actuar, no sólo a hablar, en apoyo de sus aliados”. El veto a la designación fue criticado por la Autoridad Nacional Palestina y el propio Guterres, pero aplaudido por Netanyahu, que dijo que “es momento” de que se produzcan en la ONU “nombramientos favorables a Israel”.

La reunión entre Netanyahu y Trump genera expectativas. Las políticas impulsadas por el primer ministro en los últimos días pueden tener el visto bueno del presidente estadounidense, pero han causado rechazo en otros líderes, que las han criticado e incluso han anunciado represalias. La primera de ellas fue la cancelación de un encuentro que mantendrían Netanyahu y la canciller alemana, Angela Merkel, en Jerusalén en mayo.

Además, el endurecimiento de las políticas israelíes ha generado reacciones entre los palestinos. La Organización para la Liberación Palestina pidió a la Unión Europea (UE) que aplique “una prohibición total de los productos de asentamientos israelíes, incluidos los servicios”, en una referencia a los bancos instalados en las colonias. El pedido fue presentado por el secretario general de la organización palestina, Saeb Erekat, quien se reunió con diplomáticos europeos. Hasta ahora la UE solamente obliga a Israel a etiquetar de forma diferenciada los productos israelíes que son producidos en territorio palestino ocupado.

Por otra parte, Hamas, el movimiento islamista que gobierna en la franja de Gaza, renovó a sus líderes. Ismail Haniye, actual número dos de Hamas, será el nuevo líder de la formación, en sustitución de Jaled Meshal, y probablemente se mude, así como hizo su antecesor, a Qatar. Dentro de Gaza el gobierno quedaría en manos de Yahya Sanwar, quien fue condenado a prisión por Israel por asesinar a palestinos que colaboraban con las fuerzas de seguridad israelíes, pero fue liberado como parte de los gestos de buena voluntad dispuestos durante las últimas negociaciones entre Israel y Palestina. Sanwar, de 55 años, era uno de los líderes militares del grupo y es considerado un “radical”, por lo que se espera que endurezca la posición de Hamas ante el gobierno israelí y también ante Al Fatah, el partido que gobierna Cisjordania.