Los gobiernos de México y Estados Unidos tuvieron ayer una primera oportunidad para limar asperezas, un mes después de que el presidente mexicano, Enrique Peña Nieto, canceló la reunión con su par estadounidense, Donald Trump, por la orden ejecutiva que habilitó la construcción del muro en la frontera común. El secretario de Seguridad Nacional estadounidense, John Kelly, y el secretario de Estado, Rex Tillerson, aterrizaron en Ciudad de México para tranquilizar a sus vecinos del sur sobre varias cuestiones que despertaron tensiones, sobre todo en materia de política migratoria.

Pero el canciller mexicano, Luis Videgaray, y el secretario de Gobernación, Miguel Ángel Osorio, hicieron notar su descontento con la administración Trump, especialmente respecto de las nuevas políticas migratorias que incluirían deportaciones masivas de indocumentados. Estas medidas, que afectan a más de cinco millones de mexicanos, causaron “preocupación e irritación” en México, dijo Videgaray.

“Hay que dejar claro, de la manera más enfática, que el gobierno y el pueblo de México no tienen por qué aceptar disposiciones que, de manera unilateral, un gobierno quiere imponer a otro”, agregó, haciendo referencia también a la construcción del famoso muro en la frontera. Además, reconoció que el diálogo con el gobierno de Trump “será largo y no sencillo”, y admitió que las diferencias entre ambos países “subsisten, son públicas y notorias”.

De todas formas, el canciller dijo que desde su gobierno trabajarán “para llegar a acuerdos en el interés de México y los mexicanos”, al igual que hará el gobierno de Estados Unidos, “para superar los agravios, para superar los sentimientos negativos que el día de hoy prevalecen más que las palabras”. Concluyó: “Será un largo camino construir acuerdos con Estados Unidos, pero hoy hemos dado un paso en la dirección correcta”. Consultado sobre el futuro del Tratado de Libre Comercio de América del Norte, que Trump quiere reformar porque considera perjudicial para su país, Videgaray dijo que las conversaciones sobre el tema empezarán en “los próximos meses”.

La preocupación de México contrastó con las palabras de paz que pronunciaron Tillerson y Kelly, quienes aseguraron que la relación entre los dos países “es una de las más importantes del mundo”. De hecho, Kelly repitió varias veces que no habrá deportaciones masivas de mexicanos y que las detenciones de inmigrantes indocumentados que se están registrando no forman parte de una operación militar. “No habrá, repito, no habrá deportaciones masivas y todo lo que estamos haciendo en el Departamento de Seguridad Nacional será hecho legalmente y de acuerdo con el sistema legal y de derechos humanos de Estados Unidos”, afirmó. Unas horas antes, Trump había dicho que la operación era militar y que la idea era expulsar del país a “tipos realmente malos”, como líderes de grupos narcotraficantes.

También había hecho otro anuncio. Había dicho que invertirá para mejorar el arsenal nuclear de Estados Unidos y asegurar su liderazgo en este tipo de armamento.