El fiscal general de Estados Unidos, Jeff Sessions, decidió ayer apartarse de “cualquier investigación existente o futura” que tenga que ver con la posible injerencia rusa en las elecciones de noviembre. Su anuncio llegó después de que el diario The Washington Post revelara que Sessions mantuvo varias reuniones con el embajador ruso en Washington, Sergey Kislyak, durante la campaña electoral, y que ocultó esos encuentros a los legisladores en el Senado durante las audiencias para su confirmación en el cargo.

La noticia generó el rechazo de varios dirigentes demócratas, que enseguida pidieron la dimisión de Sessions y la designación de un fiscal independiente, sin relación con el gobierno de Donald Trump, para investigar los supuestos nexos entre el presidente y el Kremlin. Varios legisladores republicanos, como Kevin McCarthy y Jason Chaffetz, se sumaron a los pedidos de que Sessions abandone cualquier investigación relacionada con Rusia.

Sessions aseguró ayer que “nunca” se reunió con funcionarios rusos para discutir sobre temas de la campaña, pero explicó que decidió apartarse de la investigación porque la comisión de ética del Departamento de Justicia sugirió que no se involucrara en investigaciones sobre una campaña en la que él participó. En tanto, Trump se limitó a decir que “desconocía” el asunto pero que tiene “total confianza” en su fiscal general.