La salida de López del PDA estuvo precedida por una extensa sangría en el partido que intentó convertirse en un conglomerado de formaciones de izquierda en 2005. En ese entonces supo reunir a partidos y movimientos, pero sobre todo a referentes progresistas de la política colombiana, como el ex guerrillero del M-19 Gustavo Petro y el ex juez Carlos Gaviria, bajo el liderazgo del ex líder sindical Lucho Garzón, que en ese momento era alcalde de Bogotá.

Fue justamente Garzón el primer dirigente destacado en dejar el PDA: en 2009 se afilió al Partido Verde junto a otros ex alcaldes de Bogotá en busca de convertirse en candidato presidencial de una fuerza de centro y no de izquierda. Finalmente no lo logró, porque su candidatura quedó por el camino en las internas de los verdes.

La disputa por el liderazgo se hizo difícil dentro del PDA, y en 2011 Petro se quedó con la presidencia, pese a que López había sido electa por los dirigentes del partido. Pero la dirigente renovó el respaldo que había obtenido pocos meses antes y Petro optó por irse del PDA junto a su movimiento, Progresistas, con el que logró ganar las elecciones a la alcaldía de Bogotá. Poco después, en 2012, llegó el momento de otro quiebre en el PDA: la salida del Partido Comunista, que fue expulsado, acusado de militar para otro movimiento, Marcha Patriótica.

Otro punto de quiebre fue la segunda vuelta electoral de 2014, en la que se enfrentaron Santos y el entonces candidato uribista, Óscar Iván Zuluaga, y en la que estaba en juego la continuidad de las negociaciones para la paz con las FARC. La división en el PDA fue más que clara: el sector de López quería respaldar a Santos, o, mejor dicho, a la continuidad de las negociaciones. El otro líder fuerte que quedaba dentro del partido, Jorge Enrique Robledo, del Movimiento Obrero Independiente y Revolucionario (MOIR), defendía otra posición, la de no pronunciarse acerca del balotaje. La posición de López fue la ganadora en una reunión de la dirección del partido, y el PDA brindó su apoyo a Santos.

El año pasado López fue un paso más allá: aceptó una oferta de Santos para integrarse a su gabinete como ministra de Trabajo. En ese entonces, la decisión de López generó mucha resistencia dentro del PDA, porque otros líderes consideraron que su presidenta había ido demasiado lejos con su apoyo a Santos y le exigieron que renunciara al cargo en la directiva del partido antes de asumir el cargo. López lo hizo y defendió su designación por el momento en el que se hizo: enseguida de que el Ejecutivo y las FARC firmaran el acuerdo de paz, cuando Santos hablaba de un “gobierno del posconflicto” que sería responsable de que los acuerdos se cumplieran.

No hizo falta mucho tiempo para que la situación estallara. Robledo se convirtió en el presidente del PDA en sustitución de López, y pocos meses después el Polo Social, el sector de la dirigente, lo acusó de haber “secuestrado” al partido. La dirección del PDA, ahora dominada por Robledo, tomó una decisión que puso a López en aprietos. Santos había pedido a sus ministros que se mantuvieran en sus cargos hasta mayo, fecha límite establecida por las autoridades electorales para inscribir las precandidaturas dentro de cada partido. El PDA decidió adelantar a enero la fecha límite para sus dirigentes, algo que podía hacer, y puso a López en la posición de tener que renunciar a su cargo de ministra antes de tiempo. La líder optó por no hacerlo, y en febrero la dirección nombró a Robledo, hoy senador, candidato único a la presidencia.

El Polo Social protestó por esta decisión y exigió la convocatoria del V Congreso del PDA para designar a un candidato en conjunto con los representantes de las bases del partido. Esta posibilidad fue rechazada por la dirección del PDA. Cuando las declaraciones públicas cruzadas pasaron a ser insultos abiertos y el MOIR acusaba a López de haber abandonado el PDA para “militar con Santos”, la dirigente renunció al partido. En el comunicado enviado a la dirección informando de su renuncia denunció que dentro del PDA su sector había sido “ultrajado, discriminado y excluido”. Agregó: “He tomado la decisión de apartarme de un partido dirigido por quienes desdicen de sus postulados democráticos y pluralistas y pretenden reconducirlo al sectarismo extremista y al hegemonismo vanguardista”.

La única respuesta que recibió de Robledo fue un tuit: “Ante la negativa del Polo a respaldarla en su ministerio, Clara López formalizó que desde hace meses militaba con Santos y no con el Polo”.

Según los medios colombianos, López maneja distintas alternativas para ser candidata en las elecciones presidenciales de mayo de 2018. Una de ellas podría ser una nueva agrupación presentada a comienzos de abril por el ex presidente Ernesto Samper.

El experimento

Por ahora, los únicos perfiles fuertes que claramente participarán en la contienda son contrarios a los acuerdos de paz. Ellos son el ex presidente Germán Vargas Lleras, de Cambio Radical, y el candidato uribista, cuya identidad está puesta en duda desde que surgieron sospechas de corrupción sobre el financiamiento de la campaña de Óscar Iván Zuluaga en 2014. Hay varios nombres de posibles candidatos, como el de López, pero no hay un frente común que respalde los acuerdos, que precisarán continuidad política para mantenerse en el tiempo. Entre esos nombres están el de la ex senadora Piedad Córdoba, el ex alcalde de Bogotá, Gustavo Petro, y los tres precandidatos del Partido Liberal: el ex jefe negociador del gobierno, Humberto de la Calle, el ministro del Interior, Juan Fernando Cristo, y el senador Juan Manuel Galán.

Analistas y políticos dan por descontado que el uribismo pasará a la segunda vuelta porque el caudal de votos de Uribe sigue siendo muy elevado, y consideran que si hay muchas candidaturas será Vargas Lleras, uno de los políticos más conocidos de Colombia, el que lo acompañe. Esta perspectiva podría hacer difícil la continuidad de los acuerdos tal como están establecidos.

Por eso, a comienzos de abril el ex presidente Samper fundó Unión por la Paz, una agrupación de 30 personas que reúne a empresarios, economistas, intelectuales, personalidades de la cultura y referentes religiosos. Tal como se define, la agrupación será una especie de “lobby por la paz”: buscará influenciar a la población para que apoye los acuerdos alcanzados con las FARC y los que se están negociando con el Ejército de Liberación Nacional, y respaldará a un candidato que esté a favor de estos.

La propuesta de Unión por la Paz consiste en que las elecciones parlamentarias, que se celebrarán en marzo, sean consideradas unas “primarias”. De esta forma, el candidato presidencial que esté a favor de los acuerdos de paz y que tenga un mayor respaldo en esa votación sería respaldado por los demás, que abandonarían la competencia.

Según un informe del medio digital La Silla Vacía, esta propuesta es vista con buenos ojos por los precandidatos de partidos políticos más débiles o que no cuentan con el respaldo de sus organizaciones políticas para convertirse en candidatos. Es el caso de Petro, cuyo partido, Progresistas, tiene mucha influencia en Bogotá pero poca en el resto del país, especialmente el interior; de Córdoba, cuyo movimiento, Marcha Patriótica es el caso opuesto, y de López, que se quedó sin partido tras su salida del Polo.