“Arrancaron 200 y hoy quedan 14 de los mejores cocineros amateurs de Uruguay, y entre ellos, está el Masterchef”, dice Diego González para despedirnos hasta la próxima semana. El lunes, al terminar esa emisión del reality, ya serán 13. La decimoquinta, María Pía, fue eliminada de la competencia por “no cocinar”. La rochense que programas atrás deslumbrara con la elección del siri como ingrediente orgullo de su tierra, hizo un plato rasante, unas pitas rellenas y un aderezo de zanahoria, que, según el jurado, estaba pasado de comino. Fuera la del sanguchito. Esto es Masterchef, edición Uruguay, canal 10, que, por cierto, ya está llamando a inscripciones para una segunda tanda del concurso.

Entre tanto alboroto de sartenes y mesadas desordenadas, el jurado suele imaginar en voz alta qué cocinaría si tuviera la misma consigna que los concursantes. Los cholulos que recién conocen a Lucía Soria, la argentina de esa tríada multicultural que integran El Franchute Laurent Lainé y Sergio Puglia (como el malo que no te prueba bocado y el bueno que te comprende y te abraza, respectivamente), pueden corroborar en tercera dimensión cuál es el concepto de cocina de esta discípula de Francis Mallmann, como suele remarcarse. Soria ya lleva un trecho recorrido por su cuenta, en Ciudad Vieja, consolidando una esquina como Jacinto, en Sarandí y Alzáibar, donde además se consigue pan de fermentos naturales, incluso para llevar.

El domingo, el menú del Día de la Madre en Jacinto cuesta $ 1.300 y reciben consultas por el 29152731 y por [email protected]. El almuerzo incluye entradas como burrata, peras, radiccios, tomillo y castañas acarameladas, principales como ojo de bife con criolla de morrones asados, papa rebanada y crema de berenjena ahumada y, entre los postres, figura el salchichón de chocolate y pistachos, y helado de choco y crema inglesa. Pero hay tres opciones igual de imaginativas en cada paso.