En la historia original, a Chloe, de 21 años, le gusta tomar licor de cereza y probarse en el karaoke con temas de Rihanna. Pero hay algo en su vida que no es pasatiempo ni antojo: la vocación por el boxeo. La acción transcurre en Londres en 2012, cuando las mujeres se suben al ring olímpico por primera vez. Y las finales son cerca de donde ella entrena con su padre, hasta que este muere de repente. Lo escribió la dramaturga británica Charlotte Josephine, una mujer nacida en 1990, tomándoles el pulso a los cambios que empoderan a las mujeres, en ámbitos quizás no centrales pero simbólicamente fuertes, como fue la admisión del boxeo femenino en los Juegos Olímpicos. Estrenada en Alemania, Italia, España, Grecia y México, la obra se llevó el premio Holden Street 2013 en el Festival Fringe de Edimburgo.

La actriz uruguaya Leticia Scottini, de 32 años, se la propuso a su pareja y socio teatral, Ricardo Beiro, no sin antes advertirle que necesitaba dedicarle por lo menos un año a habituarse a los guantes. “No quiero una actriz, quiero una boxeadora”, le retrucó él, y para meterse en el cuerpo de Chloe (aquí Clara) ella se hizo habitué del Palermo Boxing Club por consejo de Juan Vanrell. “Fue el primero al que recurrí”, recuerda Beiro, “es una persona muy cercana al teatro, y es quien descubrió a Chris Namús”.

Igualmente, Scottini no partía de cero: además de practicar karate, en la Escuela del Actor (que comparte sede y equipo con la sala Telón Rojo) imparten desde hace tres años una materia llamada Combate escénico. Incluso hace un tiempo el británico Ian Harvey Stone estuvo instruyéndolos en esa disciplina, que incluye “trompadas, caídas, cosas como de doble de película”, resume Beiro. Y hablando de cine, si pensamos en boxeo femenino cae de madura la referencia a Million Dollar Baby (Clint Eastwood, 2004). Pero Beiro dice que no, que en asuntos de pugilismo más los inspiró ver cómo se maneja la campeona irlandesa Katie Taylor. “Parece Leticia: sin ningún tatuaje, nada, una chiquilina que es un prodigio de fuerza y de destreza, preciosa, que te rompe los esquemas”.

Sin ánimo de seguir comparando, cuenta que Scottini llegó a un nivel avanzado en el deporte y que en el Palermo hasta la quieren hacer pelear en serio. “El boxeo femenino tiene ventipocos años. Pasa como en el fútbol; en la medida en que las mujeres van agarrando, pasan a ser deportes de mujeres. Todo el trabajo de movimiento corporal, un tema de sensibilidad”, opina el director. En cuanto al crecimiento de la actriz ganadora del Florencio 2015 por su desempeño en Constelaciones, Beiro dice que “le pedís cualquier cosa y lo hace. Hizo crecer al personaje, le dio su personalidad. Lo podés cambiar todo el tiempo y no tiene problema en que hagas un recorrido artístico con ella”. Aunque impulsan sus proyectos desde diferentes roles, sólo compartieron escenario en dos oportunidades, y esta es la segunda vez que él la dirige, desde que hace más de diez años inauguraron una sala pocitense con un espectáculo basado en una obra de August Strindberg.

Quien vaya ahora a Telón Rojo encontrará que frente a la platea de 40 localidades se armó un espacio de siete metros que recrea un gimnasio, con su bolsa colgada, su baño, sus lockers, su corredor. “Yo nunca había dirigido un monólogo”, aclara Beiro, “pero no me importa tanto que le hable a la platea, no me guié por ciertas normas supuestamente técnicas del monólogo; fuimos creando hasta llegar a un lenguaje”.

  • En Telón Rojo (Soriano 1274 entre Yaguarón y Yi), sábados a las 21.00 y domingos a las 19.00 (función estreno: sábado 6, agotada). Localidades: $ 450. Reservas al 29085598 / eltelonrojo@gmail. com. Boletería de lunes a viernes de 9.00 a 13.00 y de 17.00 a 21.00, sábados y domingos una hora antes del comienzo de la función.