Cuatro meses después de que el ex presidente estadounidense Barack Obama le conmutara la pena, la ex soldado Chelsea Manning será liberada de prisión. Manning, que era analista de inteligencia militar, fue arrestada en 2010 después de filtrar más de 700.000 documentos secretos militares y diplomáticos a Wikileaks. En ese entonces, todavía se llamaba Bradley.

“La libertad solía ser algo con lo que soñaba, pero que nunca me permití imaginar completamente. Ahora es algo que compartiré de nuevo con mis amigos y seres queridos tras casi siete años de rejas y cemento, de períodos con regímenes de aislamiento y de haber visto restringidos mi autonomía y el cuidado de mi salud, incluso con regulares cortes de cabello forzados”, escribió Manning la semana pasada en el primer mensaje que hizo público desde que Obama le perdonó la pena en enero, unos días antes de dejar la Casa Blanca.

Sin el perdón del ex mandatario, Manning recién podría haber recuperado su libertad en 2045. Y sólo si llegaba viva a ese momento. Después de una infancia difícil, en la que tuvo que lidiar con el bullying permanente de sus compañeros y el alcoholismo de sus padres, y de rotar en trabajos, Manning -que ya de niño mostraba sus habilidades en la informática- entró al Ejército estadounidense en 2007. Dos años después, fue enviado a Irak como analista de inteligencia. Desde ese puesto, tuvo acceso a miles de documentos clasificados.

En 2010, Manning -que todavía se llamaba Bradley- fue arrestada por robar cerca de 750.000 de esos documentos secretos y entregarlos a Wikileaks, en una de las filtraciones de información clasificada más grandes en la historia de Estados Unidos. Durante el juicio, admitió que era culpable y argumentó que quería exponer el desprecio de los militares estadounidenses hacia los civiles en Irak. Además, aseguró que filtró información que no creía que pudiera perjudicar a su país. Finalmente, en 2013, fue sentenciada a 35 años de prisión por 20 delitos, incluyendo seis violaciones a la Ley de Espionaje, robo y fraude informático. Se salvó de la cadena perpetua porque fue absuelta de la acusación más grave, que era la de colaborar con el enemigo.

Las autoridades la encerraron en la prisión militar de hombres Fort Leavenworth, en Kansas. Unos meses después, el entonces Bradley Manning declaró que se consideraba mujer y que quería, de ahí en más, adoptar el nombre Chelsea. Desde ese momento, la ex analista libró una dura batalla legal para ser tratada como una mujer transgénero. En 2014, la ex soldado presentó una denuncia contra el Departamento de Defensa, con la ayuda de la Unión Americana de Libertades Civiles, alegando que la agencia se negaba a darle tratamiento médico para su disforia de género -con la que fue diagnosticada meses después de entrar en la cárcel-. Al año siguiente, el Departamento de Defensa le concedió el tratamiento hormonal. Sin embargo, Manning estuvo recluida en cárceles de hombres durante toda su sentencia, y hasta el momento de su liberación estuvo sujeta al corte de cabello estándar del Ejército y al código de vestimenta masculino.

El trato discriminatorio que recibió en prisión y las medidas disciplinarias a las que fue sometida hicieron que se hundiera en una fuerte depresión, que el año pasado la llevó a intentar suicidarse dos veces. Después del primer intento, en julio, las autoridades carcelarias la castigaron con el aislamiento. El segundo intento tuvo lugar tres meses más tarde, cuando Manning seguía bajo ese régimen. Además de los intentos de suicidio, Manning hizo una huelga de hambre para denunciar el aislamiento y otras medidas disciplinarias que consideró “crueles” e “inhumanas”.

Aunque la pena de Manning fue conmutada, la condena se mantiene y ella la apeló. En enero, los abogados a cargo de la apelación, Nancy Hollander y Vincent Ward, felicitaron a Obama por conmutar la pena y dijeron que era la primera vez que el Ejército se ocupaba de una militar “que había corrido un gran riesgo para revelar información de interés general”. Dijeron que “Chelsea ya ha cumplido la condena más larga jamás impuesta a un informante en la historia de Estados Unidos. Una condena demasiado larga, demasiado severa y demasiado cruel”.

Además de convertirse en un ícono de la libertad de expresión -ayer el fundador de Wikileaks, Julian Assange, la consideró una “heroína”-, Manning también se convirtió en una modelo a seguir para los activistas trans. En el mensaje que publicó la semana pasada, Manning afirmó que con su libertad empieza una nueva etapa en su proceso de ser mujer. “Por primera vez, puedo ver un futuro para mí misma como Chelsea. Puedo imaginar sobrevivir y vivir como la persona que soy y finalmente puedo estar afuera en el mundo”, escribió.