En sus primeras horas como presidente electo de Francia, Emmanuel Macron delineó su plan para las elecciones legislativas de junio, anunció cuáles serán las prioridades inmediatas de su mandato e incluso reformó su movimiento político, ¡En Marcha! Uno de sus desafíos principales cuando llegue al Elíseo, el domingo, será el de conquistar a los franceses que lo votaron sólo para frenar a la extrema derecha, a los muchos que votaron anulado o en blanco y a los que, directamente, no se acercaron a las urnas.

La primera decisión de Macron como presidente electo de Francia fue la de dimitir como líder del movimiento que fundó hace un año, ¡En Marcha!, que cambiará su nombre por el de La República en Marcha, y tendrá la estructura de un partido político. Así lo anunció el secretario general, Richard Ferrand, quien explicó que el cambio se dispuso para afrontar las elecciones legislativas de junio. La idea es “obtener una mayoría absoluta para que Emmanuel Macron y su gobierno tengan los medios necesarios para aplicar el proyecto político por el que ha sido elegido”, afirmó Ferrand. En el lugar de Macron, y de forma interina, quedó Catherine Barbaroux, una política de izquierda hija de inmigrantes españoles, que ocupará la presidencia hasta el congreso fundacional del nuevo partido, previsto para mediados de julio.

Como parte de esa estrategia de cara a las legislativas, Ferrand anunció que su organización política presentará candidatos a las 577 circunscripciones del país. Agregó que al menos la mitad de los candidatos procederán de la sociedad civil y el resto de los partidos políticos tradicionales, aunque no se les permitirá mantener la doble etiqueta. De esta manera, Macron pretende defender el proyecto de “renovación de la vida política” del que tanto habló durante su campaña, pero apoyándose en parte en las organizaciones políticas establecidas, sobre todo en el Partido Socialista y en Los Republicanos, que atraviesan crisis internas y tuvieron sus peores resultados en las elecciones.

“Pretendemos una mayoría de cambio”, dijo Ferrand, antes de asegurar que el movimiento “va a evolucionar para ampliar su base electoral” más allá de la que permitió la elección de Macron con el apoyo de dos tercios de los votantes. También anunció que al menos 50% de los candidatos serán mujeres, una decisión que atribuyó directamente al futuro presidente.

El ex ministro de Economía entrará al Elíseo este domingo, según confirmó ayer al canal France 2 el presidente saliente, François Hollande. El mandatario aseguró que no considera a Macron su heredero político, como sus rivales lo han calificado, aunque reconoció que han compartido proyectos en los últimos años. “Estuvo a mi lado cuando yo era candidato, luego cuando fui presidente, y después fue ministro de mi gobierno”, dijo. Sobre la renuncia de Macron como ministro, en 2016, para lanzar su movimiento político, afirmó: “Se emancipó y quiso presentar un proyecto a los franceses [...] Hizo lo que pensaba que tenía que hacer, primero a mi lado y luego él solo. Ahora lo han elegido los franceses y mi deseo es que tenga éxito”.

Por otro lado, Macron ya anunció un plan de medidas urgentes que aprobará en los próximos meses y en muchos casos por decreto, lo que le permitirá acortar los trámites parlamentarios. El líder de La República en Marcha prometió que sus primeras tareas como presidente serán las de regenerar la política francesa, desgastada en los últimos meses por los escándalos de corrupción, y reformar el mercado laboral para relanzar el empleo. Otras prioridades consistirán en modificar la reforma laboral aprobada por los socialistas el año pasado, eliminar el impuesto a la renta y cambiar algunas reglas de la educación primaria. Las legislativas definirán el poder real con el que contará el nuevo mandatario, que, en caso de no obtener una mayoría parlamentaria suficiente, tendrá que negociar con otras formaciones.

Macron triunfó en la segunda vuelta de las elecciones presidenciales francesas con 66,1% de los votos, frente a 33,9% que alcanzó su rival, la ultraderechista Marine le Pen. La abstención, la más alta desde 1969, fue de 25,4%, y los votos en blanco y anulados registraron juntos el récord de 11,5% de los sufragios, síntomas de la impopularidad de los dos candidatos.

A esto se suma el hecho de que 59% de quienes votaron por Macron lo hicieron principalmente para impedir que ganara Le Pen, según un sondeo realizado el domingo por la encuestadora Haréis Interactivo. Estos datos muestran que una importante porción de los franceses no apoya a Macron, y que este deberá esforzarse para convencerlos de que es más que “el mal menor”. Por el momento, el rechazo de los sindicatos y de varias organizaciones civiles se sigue viendo en las calles, que ayer fueron tomadas nuevamente por manifestantes que marcharon contra las políticas liberales de Macron, embanderados con la consigna de que las conquistas sociales “no se tocan”.