Merecedora para Rafael Courtoisie, Emilio Irigoyen y Alfredo Fonticelli del premio para narrativa inédita del Ministerio de Educación y Cultura el año pasado, saludada ahora por dos pesos pesados como Henry Trujillo y Gustavo Espinosa, acaba de salir en estas horas Entusiasmo sublime, la novela debut de Juan Estévez. Todo apunta a una revelación, aunque el autor está generacionalmente más cerca de sus padrinos –nació en 1956– que de una promesa juvenil.

Mientras desempacaban los paquetes recién llegados de la imprenta, hablamos con Martín Fernández, responsable de Hum, la editorial que publica el libro. Que él haya sido el responsable de hacer circular todos los premios nacionales desde 2012 (Luis Fernando Iglesias, Rodolfo Santullo, Martín Bentancor, Agustín Acevedo Kanopa) no le disminuye el entusiasmo. Además, en este caso Estévez eligió a la editorial antes de presentarse al concurso: “Se comunicó con nosotros en febrero de 2016, se presentó como un outsider y yo le recomendé mandar la novela al premio. Cuando ganó, se volvió a comunicar para preguntarnos si seguíamos interesados en leerla. Imaginate”, dice Martín, que no para de recomendar a Estévez: “Es raro encontrar un autor totalmente desconocido, que no sea joven, con una obra potente, rockerita a full”. La novela, según cuenta, estuvo madurándose siete años.

Entusiasmo sublime se ambienta en 1976, o sea, el año en que recrudeció la represión dictatorial. Su protagonista, Iván, huye para evitar el destino de soldado, opción laboral casi exclusiva en un pueblo estancado. “Tiene cables a tierra muy reales para los lectores uruguayos, pero que tal vez los lectores más adultos puedan reconocer como reales. Tiene mucho de novela histórica, más allá del prejuicio frente a ese género. La novela circula cual motoquero –como Estévez en la vida real–: viaja a Argentina, San José, Entre Ríos, Fray Bentos, Montevideo, entre otras ciudades y parajes del interior argento y yorugua. Tiene mucho que ver con geografías que Estévez conoce. Entre circos, cuarteles y prostíbulos se narra la historia de un niño que no quiere matar a nadie ni andar haciendo cagadas con los milicos. No es una novela lineal: va y viene, va al pasado y vuelve y viene y va. Se lee de un tirón”.

Parece haber algo de la imaginería de Gustavo Espinosa, aunque según Fernández, no fue una de sus lecturas; sí Mario Delgado Aparaín, esa otra voz anterior del interior guitarrero. “No leyó a Espinosa, pero el rock los une: el tipo pasa con remeras de Led Zeppelin, rock de los 70, Creedence a full, Woodstock”.

“La historia de Entusiasmo sublime es la del empecinamiento frente a la desesperanza y es el relato de la lucha contra la propia claudicación, quizás la peor de todas las derrotas”, escribe Henry Trujillo, que presentará la novela el 14 de junio en Kalima (Durazno y Jackson): “Elegimos ese boliche para que puedan estacionar las motos afuera”, dice Fernández. En octubre, para la Feria del Libro, la cosa será más tradicional (“más política”) y entonces hablarán Mario Delgado y “algunos personajes de la novela”.