El ex director del FBI James Comey acusó ayer al presidente de Estados Unidos, Donald Trump, de mentir sobre las razones de su despido a principios de mayo. “La administración de Trump decidió difamarme a mí y al FBI diciendo que en la organización reinaba el desorden, que estaba mal dirigida y que no había confianza en su líder. Eso era mentira, simple y llanamente”, dijo Comey ante el Comité de Inteligencia del Senado.

Entonces, los senadores le preguntaron por qué creía él que había sido despedido. Respondió: “No sé por qué. Tomo al presidente su palabra de que fui despedido por la forma en la que dirigía la investigación rusa y la presión que esto ejercía sobre él”.

Además, Comey confesó que vivió “preocupantes” situaciones con Trump, incluidos dos episodios en los que el mandatario se las ingenió para que estuvieran a solas. Comey consideró “significativo” el hecho de que no quisiera testigos de lo que quería abordar en esas conversaciones con él. En uno de esos encuentros cara a cara, dijo, Trump le pidió “lealtad” al entonces director del FBI y le solicitó que “dejara estar” la investigación que recaía sobre su ex asesor de seguridad nacional Michael Flynn por sus presuntos nexos con el Kremlin.

Después de esas declaraciones, los senadores preguntaron directamente a Comey si consideraba que el presidente había incurrido en obstrucción a la Justicia. Respondió que no le correspondía a él considerarlo, aunque le pareció algo “muy preocupante”, y lo dejó en manos del fiscal especial que quedó a cargo de la investigación sobre la “trama rusa”, Robert Mueller.

Una acusación de obstrucción a la Justicia podría derivar en un proceso de destitución del presidente, un juicio político que defienden algunos legisladores demócratas desde que el escándalo de los vínculos de Trump con Rusia empezó a crecer.

Minutos después de que terminara la sesión, la Casa Blanca anunció que será el abogado personal de Trump, Marc Kasowitz, quien responderá a Comey públicamente.