El presidente de Francia, Emmanuel Macron, está cada vez más cerca de sacar adelante su plan de reformas económicas y sociales sin tener que negociar necesariamente con la oposición en el Parlamento. Su partido, La República en Marcha (LRM), obtuvo ayer, en la primera vuelta de las elecciones legislativas, 32% de los votos (con 98% de los sufragios escrutados), un porcentaje que el próximo domingo, cuando se celebre la segunda ronda, podría traducirse en más de 400 escaños. La Asamblea Nacional francesa cuenta con 577 integrantes.

De confirmarse esta tendencia, la victoria del oficialismo sería aplastante, ya que para alcanzar la mayoría absoluta se requieren 289 escaños. El resultado de LRM, que presentó como candidatos a dirigentes socialistas y de derecha así como a figuras de la sociedad civil sin experiencia política, es mejor del que preveían las encuestas.

El partido de derecha Los Republicanos fue el segundo más votado, con 18,8% de los sufragios, seguido por el ultraderechista Frente Nacional que, a pesar de haber quedado en segundo lugar en la carrera al Elíseo, reunió ayer 13,4% de los votos, bastante menos de lo que preveían los sondeos.

El cuarto lugar lo ocupa La Francia Insumisa, del líder de izquierda Jean-Luc Mélenchon, que alcanzó 10,9%. Más abajo quedó el Partido Socialista (PS), que demostró que sigue hundido en la crisis interna al alcanzar apenas 7,9% de los votos. El propio líder de los socialistas, Jean-Christophe Cambadélis, quedó eliminado en su circunscripción parisina, así como François Hamon, el ex candidato presidencial del PS.

El éxito de Macron sólo se vio empañado por una histórica baja participación: sólo 49% de los franceses habilitados para votar acudieron a las urnas. Se trata de la participación más baja desde 1958. Algunos relacionan esto con el cansancio de los ciudadanos después de un año de muchas elecciones seguidas –las primarias de la izquierda y de la derecha, las presidenciales y ahora las legislativas, en todos los casos mediante dos vueltas–. Otros, en cambio, lo atribuyen a un desinterés general y a la adhesión poco masiva que genera Macron.

La abstención fue uno de los argumentos que sacaron a relucir los partidos derrotados para justificar su escaso apoyo. La presidenta del Frente Nacional, Marine Le Pen, dijo que la falta de participación había “penalizado” a su partido, y pidió a todos los “patriotas” que voten el domingo para frenar la “avalancha” de LRM. A su vez, el responsable de la campaña de Los Republicanos, François Baroin, reclamó a la sociedad una “movilización” en la segunda vuelta para evitar que “un solo partido” concentre todo el poder.