Mandrake sólo prende la radio para escuchar fútbol. Consume música con su bandeja de vinilos, que alimenta trillando la feria de Tristán Narvaja. Antes le daba un poco de vergüenza decirlo, pero ahora no tiene problemas en confesar que le encanta ese formato. El último LP que compró fue Subterráneo 2, una selección a cargo del DJ uruguayo Carlos Martins, que tiene canciones de Blood, Sweat & Tears, Fleetwood Mac, Nick Gravenites y varios más. “Todos muchachos jovencísimos, ¿viste?”, dice Wolf, con ironía. “Si bien me estoy permitiendo ser el viejo de mierda que uno tiene que permitirse ser, es increíble que las nuevas generaciones también curtan esta música”.

Esa disposición la trasladó al momento de hacer música, y formó una nueva banda. “A mis padres nunca les molestaron los Beatles, pero sí los Who, los Rolling, Led Zeppelin y Deep Purple. Me reencontré con ese sentimiento. Capaz que pasé por un agujero negro y volví a esa edad. Es una cuestión de enfocarse en canciones más sencillas y buscar otra paleta de colores”. Así explica Alberto Mandrake Wolf el sonido de Los Druidas, que se van a presentar el viernes en Bluzz Live (Daniel Muñoz 2049).

En el show marcarán mucha presencia los temas del flamante disco del grupo, que seguro saldrá este año, aunque todavía no hay una fecha definida. En todo caso, ya está grabado y en la etapa de mezcla: “Sólo una canción tiene guitarra limpia, es todo con más distorsión”, adelanta Mandrake, y agrega que tenía ganas de hacer cosas distintas y buscar otro sonido con otros músicos, por eso está en un impasse con Los Terapeutas, su banda desde hace 30 años. “En algún momento vamos a retomar”, acota.

La nueva banda está integrada –además de por Wolf en guitarra y voz, claro está– por músicos que en promedio tienen 20 años menos que Mandrake –que ya sopló 55 velas– y que lo cautivaron cuando los vio tocar en sus respectivas bandas, al punto de que se puso a pensar cómo sonaría su música con ellos. Ignacio Echeverría, de Buenos Muchachos, se encarga del bajo; Wolf lo vio desplegar su sonido con un Rickenbacker y le hizo acordar a The Who. “Vi tocar a ORO y quedé deslumbrado con el baterista, un guacho tocando a lo Ginger Baker y Mitch Mitchell”, dice en referencia a los músicos de Cream y The Jimi Hendrix Experience, “con mucha dinámica pero a la vez fuerte, y resulta que le gustaban mucho Los Terapeutas y empezamos a charlar”. Así se unió Federico Anastasiadis con sus baquetas. El grupo lo completó Nacho Iturria, guitarrista de Croupier Funk. “Vino, tocó dos o tres cosas, fue al baño, y dije ‘este queda, ya está’”.

Para Mandrake, “lo más copado” de su nueva banda es que los tres músicos conocen todo el rock y blues clásico que él escucha y “se saben todos los piques”. Por ejemplo, el viernes van a tocar una versión de “Sonny Boy Williamson”, un tema de Jack Bruce y Paul Jones que a su vez Wolf conoció por la versión del disco The Live Adventures of Mike Bloomfield and Al Kooper (1969).

Aunque The Beatles no molestaban a sus padres, cuando a Mandrake se le menciona que “Estos son los días” –el primer corte de difusión con Los Druidas, lanzado en febrero– puede ser catalogado como un “blues a la John Lennon”, no lo descarta. Tiene ribetes de ese encare tan inglés de los 12 compases, quizás por su llevada rítmica estilo “Yer Blues” o por algunas estiraditas vocales (“sirenas aullaaaaando” / “In the eeeeevening”). Si bien es otra banda, el tema es muy Mandrake. Eso tampoco le molesta: “Capaz que es el mismo perro con distinto collar, pero quería buscar algo distinto. Creo que lo logré, pero con esa canción sola no te das cuenta. O capaz que no pasa nada y es todo lo mismo, pero estoy muy contento con lo que grabamos estos días”.