Antiguo guionista de Almodóvar, autor de relatos de movida y reviente ibérico, el madrileño Ray Loriga vuelve a Montevideo convertido en un respetable ganador del último premio de novela Alfaguara con Rendición. “Una historia kafkiana y orwelliana sobre la autoridad y la manipulación colectiva, una parábola de nuestras sociedades expuestas a la mirada y al juicio de todos. A través de una voz humilde y reflexiva con inesperados golpes de humor, el autor construye una fábula luminosa sobre el destierro, la pérdida, la paternidad y los afectos”, dice el dictamen del jurado, compuesto por Elena Poniatowska, Eva Cosculluela, Juan Cruz, Marcos Giralt Torrente, Andrés Neuman, Santiago Roncagliolo, Samanta Schweblin y Pilar Reyes.

Puntualmente, Loriga estará el martes a las 19.00 en el Centro Cultural de España (Rincón 629) charlando con la escritora uruguaya Natalia Mardero. En diálogo con ella nos adelantamos al acontecimiento.

¿Cuándo entraste en contacto con la literatura de Loriga? ¿Fue a través de Almodóvar?

Fue a principios de los 90, con sus primeros libros: Lo peor de todo, Héroes. De su trabajo en el cine me enteré mucho después: 1994, 95, 96... Era la época de leer a Alberto Fuguet, Loriga, Bret Easton Ellis. Estaba pasando algo efervescente con los escritores jóvenes, en España y en América Latina. Macondo y todo ese quiebre con el realismo mágico. Se mezclaba mucho con la música, el cine, la cultura pop, y nos parecía fabuloso porque al fin alguien estaba hablando de nosotros.

¿Ves un quiebre entre lo que escribía y lo que hace ahora? ¿O fue algo gradual? ¿Estás de acuerdo en que antes se parecía a Raymond Carver y ahora a Michel Houellebecq?

No sé si un quiebre, pero se nota que ha madurado y ha leído otras cosas. También que ha querido probar otros caminos. Creo que ha sido gradual, poco a poco se fue alejando de los chicos nihilistas y drogones. No lo asociaba tanto a Carver; para mí Lo peor de todo era El Guardián entre el centeno de la Generación X. Con Houellebecq no le veo mucha relación, quizás el vínculo está en que en Rendición también interpela la sociedad en que vivimos, pero lo hace desde otro lugar y con otros recursos narrativos. Loriga para mí es un gran romántico en el cuerpo de un rockero. Hace poco dijo que las influencias en Rendición fueron Juan Rulfo y JG Ballard, y es cierto, tiene mucho de los dos.

¿Qué fue lo que más te gustó de Rendición? Es súper bajón, ¿no?

Me encantó la voz del narrador, ese tipo sencillo, rústico, conectado con la naturaleza, educado por su esposa, que puede reflexionar y largar sentencias profundas y cristalinas. Está muy bien logrado. El lector puede sentir la incomodidad del personaje en la ciudad transparente, un lugar que da escalofríos. Siento que es un libro que va a perdurar porque va al hueso de la sociedad actual pero sin dejar de ser muy clásico en su forma

¿Qué te une con él, qué tienen en común?

Les tengo mucho cariño a sus primeros libros porque de cierta forma me alumbraron el camino para escribir sobre mi entorno, sobre la gente de mi edad. Loriga como escritor es de esos buenos amigos con los que salías de parranda y que dejás de ver por mucho tiempo. El tema es que me lo volví a encontrar y no está ni panzón ni pelado, está escribiendo bárbaro.