Donald Trump confirmó la salida de Estados Unidos del Acuerdo de París, firmado en 2015 por casi todos los países del mundo para frenar el cambio climático. Con su anuncio, Trump recibió el respaldo de los republicanos y el rechazo de los demócratas y del sector empresarial estadounidense –incluso el vinculado con la generación de energía–, que consideró que se trata de una mala decisión que perjudicará no sólo a los demás países, sino también a Estados Unidos.

Trump anunció ayer que Estados Unidos abandonaría el Acuerdo de París en una comparecencia en uno de los jardines de la Casa Blanca. Años atrás, el ahora presidente estadounidense dijo que creía que el cambio climático era un invento de los chinos para frenar a las industrias de su país utilizando el argumento de que contaminan. Pero ayer no eligió ese argumento, sino uno mucho más nacionalista y económico.

Tal como cuando anunció que su país abandonaba el Tratado Trans Pacífico o que quería renegociar el acuerdo de libre comercio con Canadá y México (el NAFTA), Trump recurrió al argumento de que el Acuerdo de París tiene como prioridad las necesidades de otros países y no las de los estadounidenses. En una lógica propia del discurso que utilizó en la campaña electoral, manifestó que ese acuerdo pone a Estados Unidos condiciones más duras que a otros países que son su competencia, como China e India, y que él no permitirá que continúe en vigor un compromiso que no pone “a Estados Unidos primero”. Agregó que esta decisión está en línea con su promesa de campaña de “hacer a Estados Unidos grande de nuevo”. Dijo incluso que el acuerdo “castiga” a su país y que las voces que reclamaron que no abandone este convenio obedecían al “deseo” de otros países de que el suyo siga “sufriendo una herida económica autoinfligida” al cumplirlo.

Después de presentar varias cifras con las que se propuso respaldar su teoría de que el Acuerdo de París restaría competitividad a Estados Unidos –especialmente en cuanto al desarrollo industrial y la generación de puestos de trabajo–, Trump dijo que está dispuesto a negociar un nuevo convenio que exija condiciones igualitarias a todos los países del mundo –es decir, que no considere a los países desarrollados los responsables históricos de las emisiones contaminantes y, por lo tanto, los que más tienen que aportar a frenar el cambio climático–.

Trump dejó claro que su gobierno no pretende cumplir con las condiciones que Estados Unidos se autoimpuso en el acuerdo, ni en los límites a las emisiones contaminantes ni en los aportes al Fondo Verde, dirigido a financiar mejoras tecnológicas en países en desarrollo para reducir la contaminación de las industrias. Aun así, prometió: “Estados Unidos va a seguir siendo el país más limpio y sustentable del mundo, pero no vamos a arriesgar nuestra producción ni a perder trabajos”.

El Acuerdo de París establece que ningún país podrá dejarlo en los primeros tres años de vigencia –período que empezó en noviembre de 2016– y que deberá notificar su decisión un año antes de concretarla, por lo que la salida sería efectiva recién en noviembre de 2020, después de las próximas elecciones presidenciales de Estados Unidos.

Así no

Antes del anuncio varias empresas advirtieron en un comunicado conjunto que la salida de Estados Unidos del Acuerdo de París implicaría una pérdida competitiva en la formación de trabajadores en desarrollo sustentable, especialmente en energías limpias y nuevas tecnologías. Entre las empresas que firmaron el comunicado, que fue publicado en varios diarios estadounidenses, están Apple, Facebook, Google, Microsoft, GAP, Levi’s, Morgan Stanley y Unilever. A estas eventuales pérdidas se pueden sumar los costos millonarios que serían destinados a paliar los efectos del cambio climático sólo en Estados Unidos, principalmente por el aumento del nivel del mar y las prolongadas sequías.

También llegaron las críticas de los políticos, como el senador Bernie Sanders, quien dijo que Trump había “abdicado del liderazgo estadounidense” en cuanto a políticas climáticas. Pero también llegaron voces que fueron críticas pero abogaron por continuar por la senda del desarrollo sustentable, como la del ex presidente Barack Obama: “Incluso aunque nuestro gobierno se una a un pequeño grupo de países que rechazan el futuro, confío en que nuestros estados, ciudades y negocios hagan más incluso para liderar el camino”. Varios alcaldes –entre ellos el de Nueva York y el de Pittsburgh– anunciaron ayer que mantendrán sus objetivos de reducción de emisiones contaminantes, pese a la marcha atrás del gobierno. En mensajes similares, varias empresas manifestaron en redes sociales que el compromiso con la lucha contra el cambio climático es de cada una de ellas y de cada ciudadano, y no sólo de un gobierno. En otra respuesta al anuncio, anoche decenas de personas se manifestaban en Washington y en Nueva York en rechazo a la decisión de Trump, informó la agencia de noticias Efe.

Decenas de países manifestaron su malestar con el anuncio, así como la Organización de las Naciones Unidas, que consideró que es imposible renegociar el acuerdo, como pretende Trump. Lo mismo dijeron en un comunicado conjunto los gobiernos de Francia, Alemania e Italia, en el que también manifiestan su “pesar” por la decisión estadounidense. Varios líderes de gobierno telefonearon a Trump para transmitirle directamente su decepción, entre ellos el francés Emmanuel Macron, el canadiense Justin Trudeau, la alemana Angela Merkel y la británica Theresa May.