Una de las promesas principales que hizo el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, apenas llegó a la Casa Blanca en enero, fue que derribaría la reforma del sistema de salud que aprobó su antecesor Barack Obama en 2010. La Cámara de Representantes aprobó el mes pasado un proyecto de ley de reforma que el propio mandatario consideró “cruel” y pidió a los senadores que, en su turno, fueran más generosos y le pusieran “corazón”.

El nuevo texto fue redactado en secreto y a puertas cerradas por un grupo de 13 legisladores, bajo la tutela del líder de la bancada republicana en el Senado, Mitch McConnell. Después de semanas de debate, los senadores republicanos finalmente revelaron ayer un borrador de 142 páginas y anunciaron que quieren aprobarlo antes de que termine el mes.

El plan que proponen contempla fuertes recortes al programa Medicaid –para personas de bajos ingresos–, así como la eliminación de la mayoría de los impuestos incluidos en el Obamacare. Además, brinda a los estados flexibilidad para dejar de ofrecer coberturas garantizadas por la ley todavía vigente, como la de maternidad o ciertos tratamientos relacionados con la salud mental. También elimina algunos mandatos de la reforma de Obama, entre ellos la obligatoriedad de adquirir cobertura médica. A la vez, si bien contiene un sistema de subsidios para ayudar a los ciudadanos a obtener un seguro similar al de la reforma de 2010, es menos generoso y menos costoso para el gobierno.

Ayer, durante una reunión con empresarios del sector tecnológico, Trump dijo que para aprobar la propuesta de los republicanos del Senado será necesario “un poco de negociación”, pero el resultado final será “muy bueno”.

Todo lo contrario opinaron los líderes demócratas del Congreso. Minutos después de que se publicara el proyecto de ley, la líder de la bancada demócrata en la Cámara de Representantes, Nancy Pelosi, dijo que el borrador es “dañino y sin corazón”, porque perjudicará a las personas con menos recursos. En un tono similar, el líder de la bancada demócrata en el Senado, Chuck Schumer, dijo que es una propuesta “sin corazón”, y que resulta incluso “más cruel” que el proyecto aprobado por la Cámara de Representantes en mayo.

Por su parte, Obama dijo en un largo texto que publicó en su página de Facebook que la ley que propone el Senado no es “sobre el cuidado de salud”, sino una “transferencia masiva de riqueza de las familias pobres y de clase media a la gente más rica de Estados Unidos”. Resumió: “En pocas palabras, si hay una posibilidad de que te enfermes, envejezcas o empieces una familia, este proyecto de ley te hará daño”.

Algo similar dijo el senador progresista Bernie Sanders. “El proyecto de ley de los republicanos es aun peor de lo esperado, y, por lejos, la legislación más dañina que he visto en mi vida. Ese proyecto de ley no tiene nada que ver con el cuidado médico. Tiene todo que ver con una transferencia de riqueza de la clase trabajadora hacia los estadounidenses más ricos”, manifestó en un comunicado.

El texto fue rechazado incluso por cuatro senadores republicanos –representantes del ala más conservadora del partido–, algo que podría poner en peligro su aprobación en el momento en que sea votado. “No estamos dispuestos a votar este proyecto de ley, pero estamos abiertos a la negociación”, dijeron en un comunicado los senadores Rand Paul, Ted Cruz, Ron Johnson y Mike Lee. Agregaron: “Hay elementos en este borrador que representan una mejora para nuestro actual sistema de atención de la salud, pero no parece que este proyecto [...] vaya a cumplir la promesa más importante que hicimos a los estadounidenses: derogar el Obamacare y reducir sus costos de atención de la salud”.