La dirección española de Podemos, liderada por Pablo Iglesias, exigió a su secretario general en Cataluña, Albano Dante Fachin, que consulte con las bases sobre la posición que debe adoptar el partido en el referéndum del 1º de octubre. Esta exigencia llegó después de que la dirección en Cataluña contradijera a la española al convocar a votar en el referéndum independentista, que es impulsado por el gobierno catalán.

Fachin llamó a los catalanes a participar y dijo que él votará por el No a la independencia. Mientras tanto, desde Madrid, el secretario de Organización de Podemos, Pablo Echenique, le restaba importancia a la votación. “Poner urnas en mesas no parece algo muy ofensivo”, dijo, antes de opinar que la consulta no generará lo que busca la Generalitat: una votación masiva que respalde la independencia, cuyo resultado sea vinculante. “Hay muy poca gente en España y Cataluña que entienda que la consulta del 1º de octubre sea un ejercicio vinculante y con garantías del derecho a decidir”, agregó. La semana pasada, en entrevista con TVE, Iglesias dijo que la convocatoria unilateral promovida por el gobierno catalán “no será un referéndum”, sino “una manifestación política interesante”. A su entender, una consulta vinculante debería ser “legal, pactada [con Madrid] y verificable”.

La distancia entre la conducción de Podemos y sus líderes catalanes no ha hecho más que crecer en los últimos meses, en especial desde abril, cuando varios de los aliados del partido en Cataluña conformaron un nuevo partido al que la dirección española no quiso integrarse. La nueva formación política, Cataluña en Común, está integrada por todos los partidos y movimientos que se presentaron junto a Podemos Cataluña en las elecciones desde 2015 –Iniciativa por Cataluña Verde, Izquierda Unida y Alternativa, Equo y Barcelona en Común–. Mientras que Podemos Cataluña quería integrarse a esta nueva formación, la dirección del partido en Madrid reiteró su postura contraria a fusionarse en nuevos partidos y a favor de unirse solamente en la forma de coaliciones. Esta posibilidad fue rechazada por Cataluña en Común.

En todo caso, estas organizaciones se presentaron unidas en las elecciones de 2015. Esa votación fue considerada fundamental en Cataluña porque se convocó como una alternativa para pronunciarse acerca de la soberanía catalana, eje sobre el cual se posicionaron los partidos: los independentistas –Juntos por el Sí, que fueron los que ganaron–, los que respaldaban el derecho a decidir –allí se situaron estos partidos, bajo el nombre Cataluña Sí se Puede– y los que se oponían a cualquier votación –como Ciudadanos y el Partido Popular–.

En su programa de gobierno, Cataluña Sí se Puede (coalición en la que participaba Podemos), que obtuvo 9% de los votos, sostenía que Cataluña necesita “un proceso constituyente propio fundamentado en la plena soberanía del pueblo catalán”. Este proceso implica “decidirlo todo: decidirlo ante aquellos que no quieren que lo hagamos, ante el Estado español, ante el poder financiero [y] ante los intereses privados [...] por eso necesitamos un proceso popular, participativo y desde abajo”, agrega el texto.

Sin embargo, los distintos partidos que integraban Cataluña Sí se Puede han tomado distancia del referéndum independentista que ahora impulsa el gobierno catalán de Juntos por el Sí. La propia Ada Colau, alcaldesa de Barcelona y cara más visible de la nueva formación, Cataluña en Común, indicó ayer que la Alcaldía facilitará la votación, como lo hace en todas las demás, pero que ella duda de que este sea “un referéndum efectivo”. Al ser consultada específicamente sobre si participaría, respondió: “Mi predisposición a participar es clarísima”. Formalmente, Cataluña en Común decidirá su postura en setiembre: “Hasta que Juntos por el Sí no nos diga a qué estamos sometidos el 1º de octubre, nosotros no tomaremos ninguna decisión”, advirtió Elisenda Alamany, portavoz de la nueva coalición.