E steban Menis no puede parar. En 2008 dirigió y escribió el largometraje Incómodos, en 2010 armó el sitio web de humor Lloro de felicidad y en 2014 hizo Eléctrica, una serie que protagonizó junto al historietista Liniers y los actores Iair Said y Paula Grinszpan. También actuó en la serie Guapas y en la película Sin hijos, filmó una serie web sobre su relación con el portero de su edificio (Dilemas existenciales), otra sobre su familia (Papá) y una más en la que analiza junto a Muriel Santana distintos aspectos de la actualidad (Un mundo horrendo). Además, diariamente sube a Instagram parodias de fotos de famosos o videos retratando su vida, comparte reflexiones en Twitter y cuestiona la sociedad desde Facebook, para satisfacción del batallón de seguidores virtuales que agradecen y aplauden la mirada ácida de un tipo que parece no desaprovechar nada de lo que vive y observa.

Hoy a las 21.00 se presenta en La Trastienda (Fernández Crespo y Paysandú) con ¿Por qué yo?, un unipersonal que atraviesa con crudeza y humor anécdotas patéticas de su vida. Hablamos con él sobre cosas que hacen reír y llorar y todo a la vez mientras esperamos la tercera temporada de Eléctrica, cuyos capítulos anteriores pueden verse en un3.tv, el canal online de la Universidad Tres de Febrero, que también aloja gran parte del material audiovisual producido por Menis.

¿Cuándo descubriste que podías generar un público por medio de las redes sociales? ¿Te considerás un influencer?

No, detesto la palabra influencer. Cualquier persona que se define influencer merece hacer el amor con Majul todas las noches. Hace muchos años que trabajo en internet y entiendo que muchas cosas van por ese lado. A mí no sólo me gusta el producto cultural en sí mismo, sea una obra de teatro o una serie, sino cómo comunicarlo.

¿Cuál es ese humor que te gusta y cuál no va a encontrar la gente en tu show?

Me gusta el humor absurdo, el que a veces no tiene mucho anclaje en la realidad, no tiene explicación, el humor per se. No me gusta el humor chabacano, con remate; no sé contar chistes clásicos; no me gusta el humor machista, el humor que hace mierda al otro sin motivo y sin buscarle una vuelta. Me gusta Louis CK en la serie Louie: es una bestialidad lo que hace, eso que los estadounidenses llaman dramedy. Me encanta Curb your Enthusiasm de Larry David, el creador de Seinfeld, me gustan las películas más viejas de Woody Allen, los dibujitos de Rick and Morty. Me gusta mucho el absurdo y donde veo que hay un cerebro que tiene ideas detrás de ese humor, me gusta aun más. Lo que no van a ver los que vengan son chistes a lo Corona, tipo: “Había una vez un perro que ladraba y se tiró de un avión, y un gallego y un italiano...”. Eso no, no me sale.

Muchos de tus trabajos son autogestionados. Sos el director, el actor, el productor y el guionista. ¿Esta forma de trabajar es una elección o fue inevitable?

Creo que es una mezcla de las dos. Se fue dando pero también tiene que ver con mi personalidad, que es un poco avasallante a la hora de pensar un proyecto y de llevarlo adelante. Me cuesta a veces delegar, pero una vez que tengo confianza con la persona delego un montonazo. Me ha pasado con Eléctrica: hoy para la obra de teatro tenemos el mismo peso en las decisiones los actores y yo, pero es algo que me lleva tiempo. Y la autogestión viene también por una energía de querer hacer muchas cosas. Nadie está esperando que vos hagas algo si no lo hacés, entonces soy yo el que tiene que mover el orto, ir, llevar, traer. Para hacer una foto comparativa con una actriz tengo que irme hasta Once, tomarme el bondi, ir a buscar una ropa, devolverla, obviamente agradecer. Ahora con lo que estoy haciendo con mi papá voy una vez por semana a la oficina, grabo, pago un taxi si hay un invitado. Tiene que ver con ganas de hacer, y si el otro no está con tantas ganas, tan involucrado, no tiene esa energía. Lo negativo es que a veces estoy muy solo en esto. Y ya me voy poniendo más grande y eso no me gusta; por eso la obra de teatro de Eléctrica me genera tanto placer, porque sé que es algo más compartido.

Tanto en las fotos comparativas como en tus comentarios o series te burlás de la idea de ser famoso, pero a la vez formás parte de ese mundo. ¿Cómo te vinculás con la fama y con la farándula argentina?

Lo que pasa es que yo a la mayoría de la gente de las fotos la conozco y tengo buena onda. No estoy burlándome o mofándome de esa persona en particular, sino por elevación; hay una risa o un comentario sobre lo que tiene que ver con ser conocido y las producciones despampanantes y demás, y yo me siento del otro lado, aunque es cierto que a veces trabajo con algunas de estas personas. Cuando no conozco a alguien sí me río un poco más de la persona, pero lo he hecho pocas veces y no es algo que me ponga cómodo, porque siempre me río más de mí. A mí me causa más gracia reírme de mí que de otro, pero necesito del otro para reírme de mí. Y de la farándula no conozco, porque la farándula acá son los que van a sentarse en el living de Rial en Intrusos... aunque la verdad es que conozco también personas que se sientan con Rial. Trabajé con Claudio Tolcachir, que es un estandarte del teatro en Buenos Aires, y trabajé con Fede Bal, y con los dos me llevé bárbaro. Así que el rango dinámico mío es bastante amplio.