En su primer discurso en Chile y ante la mirada atenta de la presidenta, Michelle Bachelet, el papa Francisco pidió “perdón” y dijo sentir “dolor y vergüenza” por “el daño irreparable causado a niños por parte de ministros de la iglesia”. En ese sentido, instó a los obispos chilenos a “apoyar con todas las fuerzas a las víctimas” y poner “empeño” para que estos casos “no se vuelvan a repetir”. En ningún momento utilizó la palabra “abuso”.

Unos minutos antes, Bachelet remarcó “la profunda transformación” que su gobierno impulsó “para terminar con la vergüenza que sentimos como sociedad ante la vulnerabilidad de nuestra infancia”.

El papa llegó a Chile en medio de protestas que, entre otras cosas, piden la destitución del obispo chileno de Osorno, Juan Barros, nombrado por Francisco y a quien acusan de encubrir los abusos sexuales cometidos por el sacerdote Fernando Karadima. Estas protestas, que se repiten y se espera que se mantengan hasta que Francisco deje Chile, fueron reprimidas por los Carabineros, que detuvieron a unas 20 personas.

Algunos, como el presidente electo Sebastián Piñera, aplaudieron las declaraciones del papa. Sin embargo, para otros, las palabras no son suficientes. Es el caso del periodista Juan Carlos Cruz, una de las víctimas de Karadima, quien tras escuchar las palabras de Francisco escribió en Twitter: “Basta de perdones y más acciones. Los obispos encubridores ahí siguen. Palabras vacías. Dolor y vergüenza es lo que sienten las víctimas”.

La indignación en varios sectores de la sociedad chilena aumentó cuando los medios de comunicación mostraron que Barros estuvo presente, con el resto de los obispos, en la misa que el papa dio en el parque O’Higgins ante miles de personas.

En el discurso que dio en la sede del gobierno chileno, el papa también pidió a las autoridades que cultiven la “capacidad de escucha” para, así, poder atender los reclamos de los pueblos originarios, en un momento de duras reivindicaciones por parte del pueblo mapuche. “De ellos podemos aprender que no hay verdadero desarrollo en un pueblo que da la espalda a la tierra”, consideró el pontífice. Además, pidió que escuchen a los desempleados “que no pueden sustentar a sus familias”, a los inmigrantes “que llaman a las puertas de este país” para “mejorar y construir un mundo mejor para todos”, a los ancianos, a los jóvenes y a los niños. Todo esto para continuar con el “reto grande y apasionante” de “seguir trabajando para que la democracia y el sueño de sus mayores, más allá de sus aspectos formales, sea de verdad un lugar de encuentro de todos”.