El 27 de enero se cumplió más o menos lo esperado: miles de personas protestaron en las calles de Honduras contra la toma de posesión de Juan Orlando Hernández, que asumió su segundo mandato como presidente de ese país, a pesar de las denuncias de fraude de la Alianza de Oposición, que insiste en que el vencedor fue su candidato, Salvador Nasralla.

En la ceremonia de asunción, a la que, significativamente, no concurrió ningún mandatario extranjero y que se transmitió por cadena nacional de radio y televisión, Hernández se comprometió, con la mano sobre una Biblia, a pedirle todos los días a Dios que lo ayude a consolidar sus planes para mejorar las condiciones de vida de los hondureños. “Lo que viene sorprenderá a propios y extraños”, adelantó el presidente, según consignó El Faro.

El corresponsal de este medio salvadoreño publicó otras imágenes de la jornada sabatina que también eran previsibles: los jóvenes encapuchados, las piedras, los palos, los militares, los soldados, los gases lacrimógenos, las balas de goma y las decenas de detenciones.