Los partidos opositores de Túnez, acompañados por organizaciones civiles y grupos de estudiantes, intensificaron ayer las protestas en varias ciudades del país, después de que el lunes murió un manifestante en medio de enfrentamientos con la Policía. En el centro de las movilizaciones se encuentra el rechazo al presupuesto nacional que aprobó el gobierno del presidente Béji Caïd Essebsi para 2018 y que entró en vigor el 1º de enero. El documento incluye, entre otras cosas, una serie de aumentos de los precios, que golpean en particular al gasoil, la compra de autos y los servicios de telefonía y acceso a internet.

Los cambios que propone el nuevo presupuesto llegan en el marco de una política de austeridad que comenzó en 2017, cuando el Fondo Monetario Internacional concedió al gobierno tunecino un crédito de casi 3.000 millones de dólares a cambio de reformas estructurales en el Estado –que se tradujo en miles de despidos– y recortes en las ayudas públicas. A estos problemas se han sumado una alta tasa de desempleo y una vertiginosa inflación.

Desde entonces, las protestas callejeras se repiten con asiduidad. Sin embargo, se intensificaron a comienzos de este año. El lunes se registraron los primeros enfrentamientos entre la Policía y los manifestantes, que terminaron en la muerte de un hombre. Los manifestantes han denunciado en las redes sociales que murió atropellado por un patrullero, aunque la versión oficial es que falleció por la inhalación de gases lacrimógenos lanzados por la Policía.

Por su parte, el portavoz del Ministerio del Interior, Khelifa Chibani, informó que desde el lunes las autoridades detuvieron a 44 personas en distintas ciudades del país, acusadas de portar armas blancas, tratar de incendiar edificios públicos y saquear comercios.

En declaraciones a la prensa local, Hamma Hammami, líder del principal partido de la oposición Frente Popular, aseguró que las movilizaciones continuarán hasta que el gobierno dé marcha atrás con los presupuestos.

Lejos de responder a los reclamos, las autoridades tunecinas siguen adelante con su política de austeridad, que se consolida a pocos días de que, el domingo, se celebre el séptimo aniversario de la revolución que acabó con los 24 años de gobierno de Zinedin el Abedin ben Ali. El primer ministro del país, Yusuf Chahed, admitió ayer que las protestas en las calles “son comprensibles”, aunque dijo que la violencia “no es aceptable”.