El diputado brasileño y precandidato presidencial Jair Bolsonaro reaccionó airadamente después de que diarios brasileños denunciaran que su patrimonio y el de su familia creció exponencialmente desde que entró en política y que estaría haciendo un mal uso de su presupuesto parlamentario. Además, un sector del partido que lo llevará como candidato a la presidencia decidió escindirse por sus diferencias con él, que ha defendido la dictadura con uñas y dientes.

“Tienen que mirar mi patrimonio, no el de mis hijos” y “En cualquier momento salen a cazar a mi madre” fueron dos de las frases que utilizó Bolsonaro para responder a las denuncias en su contra, a las que desmintió, antes de acusar a Folha de São Paulo de “desinformar” y publicar “mentiras o medias verdades”.

En dos fines de semana consecutivos Folha hizo públicas presuntas irregularidades referentes a Bolsonaro, que está segundo en las encuestas para las elecciones presidenciales de octubre, detrás del ex presidente Luiz Inácio Lula da Silva.

El domingo 7 de enero reveló que, cuando fue electo por primera vez para la Cámara de Diputados, Bolsonaro declaró que tenía un auto, una moto y dos terrenos en el interior de Río de Janeiro, en la localidad de Resende, por un valor de unos 3.000 dólares cada uno. Tres de los cinco hijos de Bolsonaro ocupan cargos públicos y los otros dos también se dedican a la política, igual que él, y hoy la familia reúne un patrimonio de por lo menos 4,5 millones de dólares en bienes inmuebles, así como varios autos que van desde los 13.000 a los 30.000 dólares, un jet-sky e inversiones por un total de medio millón de dólares. Varios de los bienes inmuebles fueron adquiridos en la última década: en 2008 la familia declaraba ante la Justicia Electoral tres de los 13 que tiene ahora, por un valor de 300.000 dólares.

Sin profundizar en el dato, Folha también informa que varios de estos inmuebles fueron comprados por “un precio de adquisición menor al estimado” por las alcaldías de las distintas localidades en las que se hicieron las adquisiciones.

Los cinco hijos de Bolsonaro se dedican a la política de forma exclusiva, a excepción de Flávio, el mayor, que antes de que terminara 2017 creó con un amigo una pequeña sociedad que se dedica a vender chocolates.

El domingo Folha volvió a publicar información referente a Bolsonaro: el diputado destina parte de su presupuesto parlamentario –que por ley debe limitarse a costear actividades vinculadas al ejercicio del cargo– a pagarle un sueldo a una vecina, conocida como Wal. Ella figura como integrante del gabinete parlamentario de Bolsonaro, que es de 14 personas, desde 2003, y ha ocupado un total de 30 cargos diferentes. Sin embargo, Wal no vive en Brasilia, donde está el Congreso, sino en Angra dos Reis, en Río de Janeiro, donde Bolsonaro tiene su casa de veraneo. Según vecinos del lugar citados por varios medios brasileños, Wal tiene una tienda de venta de helados en la misma cuadra que la casa de Bolsonaro, y presta servicios particulares, al parecer como empleada doméstica, en esa residencia, en la que su marido, Edenilson, es casero.

Al ser consultado por la función que desempeña Wal, Bolsonaro dijo que ella reporta a su gabinete sobre “cualquier problema en la región”. Acerca del marido de la mujer, reconoció que desempeña algunas tareas en la residencia, pero negó que sea el casero.

El diario O Estado de São Paulo informó sobre otra presunta irregularidad: Bolsonaro aumentó sus gastos parlamentarios por pasajes en avión desde que comenzó su campaña electoral. Según los datos obtenidos por el diario, en lo que va de este período legislativo, que comenzó en 2015, Bolsonaro gastó 39% más en pasajes costeados por la Cámara de Representantes que en los cuatro años del período anterior (2011-2014). Además, en la comparación de los mismos períodos aumentaron de 23 a 83 sus viajes a otros estados que no son Brasilia y Río de Janeiro, donde trabaja y reside, respectivamente.

Otros problemas

Además de las denuncias de presuntas irregularidades, Bolsonaro tuvo que enfrentar durante el fin de semana otra noticia: se escindió un sector del partido que lo acompañará en su carrera por la presidencia. En un país donde son pocos los partidos políticos de peso pero 34 tienen representación parlamentaria, Bolsonaro se hizo un nombre propio y pasó por varios partidos menores. El Partido Progresista lo tuvo en sus filas durante la mayor cantidad de tiempo, 11 años, pero cuando fue salpicado por denuncias de corrupción el diputado decidió irse. Entre idas y venidas, Bolsonaro terminó el 2017 sin partido que lo llevara a la presidencia, aunque con varias ofertas. El 5 de enero firmó su filiación al Partido Social Liberal, que podría cambiar hasta su nombre a Partido Patriota, a pedido del diputado. Un sector del partido, denominado Libres, optó por escindirse por su “incompatibilidad ideológica” con el precandidato, según explicó su presidente interino, Paulo Gontijo. “Defendemos el Estado de Derecho y los derechos civiles, jamás defenderíamos la tortura o el terrorismo [de Estado]”, aseguró, haciendo referencia a prácticas que Bolsonaro sí ha respaldado.