Gracias a los avances de la medicina veterinaria hemos podido prolongar el vínculo con nuestras mascotas, que otrora duraban unos pocos años y ahora llegan a vivir hasta diez o 15. Esta prórroga trae consigo consecuencias positivas lógicas –el animal nos acompaña más tiempo dentro del núcleo familiar– y ciertos aspectos negativos que resultan nuevos. Hoy un perro puede morir por tumores que antes no aparecían, ya que no vivía lo suficiente como para manifestarlos, y surgen insuficiencias en alguno o varios de sus órganos. Es que, igual que sucede en los humanos, a la larga acusará el paso del tiempo. Así, existen perros y gatos con trastornos renales, hepáticos y cardíacos. Sin ser tan drásticos, la edad también trae problemas en la boca de los animales. Dientes y encías muchas veces se resienten con el paso del tiempo y la falta de higiene. Aparecen enfermedades periodontales producto de la acumulación de sarro o placa dental, dando como resultado, por ejemplo, gingivitis, es decir inflamación de encías, y halitosis, nada menos que mal aliento. Con los años las encías se engrosan, enrojecen y pueden llegar a retraerse, al punto que, en los estados más avanzados, se desprenda la pieza dental, ya que la unión encía-hueso se debilitó.

El sarro

No es otra cosa que la calcificación de la placa bacteriana producto del paso del tiempo sobre la superficie de los dientes, que queda en evidencia observando el tono amarronado que va tomando la dentadura.

La definición de sarro nos lleva a otra interrogante: ¿qué es la placa bacteriana? Se trata de la acumulación de bacterias que se van adhiriendo a las paredes del diente y, conforme el paso del tiempo –a veces horas apenas–, crean una suerte de película que recubre la pared dental y cambian el color blanco original a uno más amarillento. Esa placa se va endureciendo y se calcifica, llegando entonces a crear el famoso sarro, responsable de que el aliento de nuestra mascota se torne verdaderamente insoportable. Lo que pasa es que reúne millones de bacterias y, al fermentar parte de los nutrientes de la dieta que ingiere el animal, desprende ese desagradable olor. Llegado este punto, la eliminación del sarro y, en consecuencia, del mal aliento, sólo podrá ser realizada mediante instrumental especializado por un médico veterinario.

¿Existen perros predispuestos a tener ese problema? Sí, de hecho se cree que hay factores genéticos que intervienen, ya que perros mantenidos en las mismas condiciones y dieta presentan gran variabilidad. A su vez, las razas o cruzas de pequeño tamaño (yorkshire terrier, caniche) pueden ser más propensas a padecerlo, por el tamaño de sus dientes, su mala conformación, así como por la acidez de la saliva. Por otro lado, podría existir un asunto puramente ambiental: los perros pequeños suelen convivir dentro de casa y tienen más chances de acceder a alimentos caseros, que de alguna manera ayudan a que el asunto se presente.

Un perro o gato con sarro no sólo es un animal que tiene mal aliento: tiene dolor gingival e incluso pierde piezas dentales. El sarro en un animal puede significar un riesgo para otros órganos de su cuerpo y poner en juego su vida. Cuando se afectan las encías, pueden verse involucrados los tejidos circundantes y así, las bacterias tendrán vía libre al torrente sanguíneo y podrán llegar a órganos como el corazón, provocando endocarditis bacteriana, que puede terminar en una insuficiencia cardíaca. Lo mismo sucederá con los riñones y el hígado, provocando un mal funcionamiento, con desenlaces de pronóstico reservado.

Prevención

Cepillado diario. Existen cepillos para perros y pastas dentales específicas. Si bien el cepillado es eficaz, puede que no sea del todo práctico si la mascota no está acostumbrada. Pero puede aprender.

Alimentación. Una alimentación a base de raciones balanceadas, secas, es mejor opción que comidas húmedas enlatadas o que nuestras sobras, ya que estas favorecen la acumulación de alimento en la superficie de los dientes.

Snacks dentales. Son como una especie de premio para darles después de la ración y sirven para que el animal los roa. Así, por una cuestión simplemente mecánica, elimina los restos de comida que quedaron adheridos a las paredes dentales. Lo mismo ocurre si se le ofrecen huesos de un tamaño considerable, previamente supervisados por un profesional, que cumplirán la misma función.

Enjuagues bucales. Aunque no parezca, los avances en este tema son tales que existen en plaza soluciones enzimáticas: al colocarlas en el agua que van a beber, ayudan con éxito a degradar y evitar la acumulación de placas bacterianas precursoras del sarro.