El festival Detour, dedicado en exclusiva al cine nacional, llega a su sexta edición: desde hoy y hasta el domingo 21, en el Auditorio Nelly Goitiño, Cinemateca Pocitos, el Centro Cultural de España y el Centro de Arte y Ciencias GEN, con entradas a 90 pesos. Esta vez, el Detour presenta un total de 60 largos, medios, cortos, videoclips y pilotos de series, además de dos laboratorios (uno dedicado a series web y otro a ópera prima en desarrollo), muestras paralelas y premios de 12.000 dólares.

El productor del festival, Pablo Maytía, comentó a la diaria que están iniciando un nuevo proceso: este año se sumó GEN, junto a Pablo Casacuberta y Laura Gutman, y, con su respaldo, el equipo se propuso dejar de ser sólo un festival para convertirse en una plataforma que potencie la nueva producción y habilite espacios en los que encontrarse y discutir, obtener respaldos, fomentos e incentivos, y así consolidar una presencia anual. “Año a año tenemos más apoyo de los realizadores”, dice Maytía, y cuenta que para esta edición se presentaron más de 150 obras para una selección final de 15 largometrajes que, en general, si bien fueron exhibidos no “llegaron a todo el público”.

El programador cuenta que los bloques de cortos y videoclips siguen una coherencia temática o narrativa, y que este será el segundo año en el que se presentará una competencia de cortos de animación. “Siempre intentamos mantener un pie en la formación: en 2017 nos tiramos al agua con laboratorios de series web, que fueron un éxito, y este año seguimos con la segunda edición, y a su vez sumamos otro de ópera prima en desarrollo”, que estará a cargo del productor chileno Eduardo Villalobos (Matar a un hombre, 2014; Mala junta, 2016). En cuanto a las muestras paralelas, se exhibirán cortometrajes latinoamericanos por medio del acuerdo con dos festivales: el chileno Biobio Cine y el Festival Internacional de cortos de Río de Janeiro Curta Cinema.

Entre las producciones nacionales en competencia (el programa se puede consultar en www.detour.uy) se encuentra Locura al aire, el documental dirigido por Alicia Cano y Leticia Cuba sobre Vilardevoz, el proyecto comunicacional sostenido por usuarios del hospital Vilardebó junto con psicólogos que se propone habilitar la comunicación como terapia. Con la convicción de la necesidad de integrar en vez de encerrar, Locura al aire cuestiona cómo la estigmatización, la sobremedicación y el asilamiento pueden entorpecer cualquier proyecto de vida, aplastando expresiones y voluntades, cuando existen otros espacios terapéuticos alternativos que habilitan estrategias para construir ciudadanía y emancipación social; la primera película de Roberto Suárez y Germán Tejeira, Ojos de madera, una notable y sutilísima historia que sigue a Víctor, un niño de 11 años que fue adoptado por sus tíos después de que sus padres murieran en un dramático accidente. La obra alucina la realidad para despertar sus fantasmas y la mirada infantil retiene los secretos, los desvaríos y las tensiones de un inquietante y ominoso universo familiar; La noche que no se repite, la ópera prima de Aparicio García y Manuel Berriel, que fue filmada en San José y basada en la novela homónima de Pedro Peña: en este logrado debut se cruzan un repartidor de pizza, dos adolescentes aburridos, un mítico asesino a sueldo y un poderoso estanciero, entre bromas pesadas, encargos y un mundo marginal poderoso y vibrante; La flor de la vida (Claudia Abend y Adriana Loeff), un interesante trabajo que cuestiona el amor y el desamor en las relaciones de pareja, y el desafío de envejecer; además del corto documental Cartitas (Alejandro Rocchi, Marco Bentancor); Respirar (Javier Palleiro) y Misión no oficial (Denny Brechner, Alfonso Guerrero, Marcos Hecht), entre varias.