La religión tradicionalmente ha ocupado un lugar importante en la política brasileña y, en tiempos de elecciones, los políticos son conscientes de esto. En la campaña de 2014, Dilma Rousseff decidió salir a declarar que a pesar de que es atea no cambiaría las leyes sobre el aborto ni avanzaría más de lo que había hecho hasta entonces con la educación sexual en las escuelas, asuntos resistidos por líderes religiosos.

Hasta esas elecciones, en grandes líneas, la iglesia católica y sus seguidores, tradicionalmente más progresistas que en otros países, se inclinaban mayoritariamente hacia el Partido de los Trabajadores (PT) y partidos de centro. Por su parte, los evangélicos aparecían más divididos en sus respaldos: un sector apoyaba al PT, pero la mayoría prefería candidatos más conservadores o afines a sus creencias, como Marina Silva.

El surgimiento de la candidatura de Jair Bolsonaro y su victoria en la primera vuelta, que lo llevó al balotaje del 28 de octubre en el que se enfrentará al candidato del PT, Fernando Haddad, radicalizó los alineamientos de estos grupos. Bolsonaro defiende ideas ultraconservadoras con las que coinciden algunos sectores evangélicos, mayoritarios en Brasil, lo que le ha dado el respaldo de muchos pastores. De hecho, se considera que esta es una de sus principales fuentes de votantes.

Buscando disputar ese espacio, Haddad dio a conocer el miércoles una carta abierta dirigida a los fieles evangélicos mientras participaba en un encuentro con sus líderes religiosos en San Pablo. En la misiva, titulada “Carta abierta al Pueblo de Dios”, Haddad subraya que se han difundido muchas mentiras sobre su candidatura, y enumera: “Comunismo, ideología de género, aborto, incesto, cierre de iglesias, persecución de fieles, prohibición de culto: todo lo que atribuyen a mi futuro gobierno fue usado antes contra Lula y Dilma”. Agrega que “la prueba” de que esas noticias son falsas y de que él lleva adelante una “vida cristiana” es que está casado desde hace 30 años con la misma mujer y que es nieto de un líder religioso. En un texto repleto de citas bíblicas, también cuenta que en las diferentes instancias de su trayectoria política recibió el apoyo de integrantes de diferentes religiones y que los trató “a todos de forma igualitaria”.

Haddad se reunió con los pastores evangélicos primero y con el arzobispo de Río de Janeiro, Orani Tempesta, después. En ambos casos se comprometió con “la defensa de la vida” y “los valores de la familia”. No dio detalles en ninguno de los dos casos, pero estas declaraciones fueron interpretadas como un compromiso con que en un eventual gobierno suyo no habrá avances para legalizar el aborto –tal como indica también en la misiva– ni para garantizar más derechos de la comunidad LGBT.

Desinformación

La defensa a ultranza de las ideas conservadoras de la campaña de Bolsonaro ha estado acompañada de la difusión constante de noticias falsas acerca de supuestos planes de su contendiente para ir contra esos “valores”. Además de Haddad y el PT, ha sido objeto de este tipo de noticias la candidata a vicepresidenta, Manuela D’Ávila, del Partido Comunista de Brasil. Sobre ella se ha dicho que utilizó una remera que decía “Jesús es travesti”, que quiere terminar con todos los feriados religiosos, que promueve la sexualidad en los niños y hasta que era amiga de la persona que apuñaló a Bolsonaro antes de la primera vuelta.

El Tribunal Superior Electoral ha intentado combatir la desinformación en la campaña, pero sus medidas son de alcance muy limitado y las noticias falsas circulan por doquier, especialmente por Whatsapp, que es muy utilizado en el país (uno de cada cuatro usuarios de la plataforma vive en Brasil).

El diario Folha de São Paulo informó ayer que empresas afines a Bolsonaro están comprando paquetes de mensajes que atacan al PT para que sean difundidos “en masa” por Whatsapp usando las bases de datos del propio candidato y aquellas que pueden comprarse mediante terceros. Las principales cuatro empresas que brindan este servicio dijeron al diario que no pueden tomar nuevos pedidos hasta el día de la segunda vuelta porque tienen demasiado trabajo hasta ese día. Folha advirtió que esta práctica puede ser ilegal si la campaña fuera coordinada entre las empresas y el equipo de Bolsonaro. En ese caso se trataría de un aporte al financiamiento de la campaña por parte de una empresa, algo que está prohibido.

Retomando esta noticia, Haddad acusó a Bolsonaro de crear “una organización criminal” para difundir mensajes “mentirosos” por Whatsapp y de estar financiándola “mediante caja B”, o sea, por medio de dinero no declarado ante las autoridades electorales. “Él huye de los debates, pero no va a poder huir de la Justicia”, agregó.