Para ir por un aperitivo o por una cena, pasar por un café o por algo para llevar del mostrador, L’Osteria Ciudadela, que abrió anteayer a una cuadra de la rambla, es el local que ahora conecta el eje de bares La Ronda-Santa Catalina. Lo instalaron aprovechando cada resquicio del diminuto espacio donde funcionaron Cheesecake Records, Futuro Refuerzos y, por unos pocos meses, Mostrador.

De todos los anteriores puede reconocerse la pequeña barra que sobrevive junto al ventanal, a la que se sumó una más ancha, de mármol, que completa el perímetro en U, y bajo ella, los ganchos de metal para despojarse de carteras o pequeños abrigos. Con las estanterías de madera cargadas de botellas en expectación aumentaron las posibilidades de uso, o eso pareciera: adentro se acomodan diez, en la vereda se atenderá a otros 35.

“Para tener todos los productos frescos no tenemos un menú fijo”, comenta Majo Rey mientras les saca las etiquetas a unas copas el día antes de abrir. “Puede ser que un día vengas y haya croquetas de risotto de hongos y al otro día las croquetas sean de espárragos o de jamón ahumado, un poco para que no te aburras y para que los productos sean de temporada. Este es un lugar de tapeo y de raciones pequeñas; de jueves a domingos a la noche siempre va a ser así, y los sábados y domingos es servicio todo el día: va a haber un plato al mediodía, que puede ser una lasaña, una parmigiana, un curry, un estofado, tacos de pescado, un plato que va a venir con una manzana, un pedazo de pan, manteca y un vaso de soda, con un precio único. Después hay una opción vegetariana, que es una ensalada completa a la que le podés agregar salmón o falafel. Tenemos empanadas de queso de La Campeona, e hicimos con ellos otra con relleno de boeuf bourguignon, una receta clásica francesa”.

La diseñadora Majo Rey fue una de las caras visibles de Sinergia Design, proyecto “ambicioso, bastante jugado”, al que le dedicó casi tres años y del que ahora, aceptando la propuesta de Federico Acosta (de Bluzz, otro boliche de la vuelta), migra a esta osteria. “Es un término bien italiano para decir taberna, un lugar donde la gente se junta, siempre comiendo rico, muy de familia. Me costó encontrar un término que definiera lo que a mí me gusta y cómo me siento con la gastronomía, que hace diez años es parte de mi vida fuertemente, desde vivir en Francia y Bélgica, aprender un montón, meterme a cocinar como ayudante. Allá laburé, tuve un bar en un viñedo y venía con la idea de traer ese concepto para acá, porque hay pocos lugares para salir a tomar vino. Tenemos una linda carta (14 etiquetas de Montevideo y zonas aledañas) y la idea es darle el espíritu de ahora; las comidas de todo el mundo se empezaron a mezclar y salen nuevas cosas, como albóndigas con tonka, algo clásico de acá con una especia que no es clásica”.

Relajados por el jazz o con alguna canzonetta algo más activa al mediodía, tendrá la estructura de “un bar de antes” con el producto seleccionado del consumidor consciente. “De toda esta experimentación de Sinergia”, dice Majo Rey, “me quedo con el espíritu de colaboración y del colectivo; creo que en un país tan chico todo tendría que ser más unido, para que la economía interna pueda funcionar realmente. Entonces, gente que tiene proyectos más nómades o que no tiene lugar fijo puede venir a hacer una colaboración con L’Osteria. Acá estoy plenamente en la cocina, es lo que toca; igual es sin pretensiones. Empezamos haciendo colaboraciones con Oslo, por ejemplo, que viene a hacer su brunch los domingos. Lo probamos, le dejé la cocina y vinieron 70 personas; fue parte de la validación. Eso también es la osteria, la casa que acoge a la gente”.

Acorde a ese plan, “este sábado al mediodía viene Mononoke Sushi, que tiene un delivery, y este es un lugar para hacer un pop up; el domingo tenemos brunch de vuelta, el 3 y 4 de noviembre tenemos a los chicos de Kamado, una barbacoa que vino a Sudamérica, originalmente de origen japonés, que van a preparar carnes de Gourmeat en la calle con ensaladas que salgan acá. La idea es que L’Ostería Ciudadela siempre tenga algo que te sorprenda, que te sientas mimado como en tu casa”.

El abasto es mayormente de productos orgánicos, y se toman el trabajo de encontrar proveedores específicos: sifones El Topacio, para recuperar esa figura de bodegón y completar un Campari o un Cynar con soda; tés Cardinalis, entre ellos una edición especial para la casa hecha con yerba mate y frutos del país; también hay cuatro variedades de café Nómade, para el que eligieron el método de prensa francesa; tienen kombucha Karma to Brew; el sector dulce está cubierto por un proyecto independiente de pastelería, Fuego Bakery; la bondiola ahumada llega por otro productor local, y el pan lo hace Futuro, “que es como terminar ese ciclo entre amigos”, apunta Rey.

L’Osteria Ciudadela, en Ciudadela entre Canelones y Maldonado, de jueves a domingo de 19.00 a 1.00 (la cocina cierra alrededor de las 23.30), y sábados y domingos todo el día. En la tarde, de 16.00 a 19.00 saldrán productos de cafetería y porciones dulces, tragos, vinos y picadas (tienen una tabla de fiambres y quesos y una versión vegetariana, que viene con dátiles, miel con merkén, chutney, paté de foie y pepinillos). El plato del día cuesta $ 280 y las tapas van de $ 85 hasta $ 150. Aceptan débito y efectivo. Ofrecen vino y champán por copa. Todo lo que se ve se puede comprar, desde las copas y los cubiertos hasta una porción de pintxos.