Una vez más, los movimientos del presidente estadounidense, Donald Trump, centran la atención y podrían tener un impacto global. El gobernante anunció el sábado que su gobierno pondrá fin al Tratado de Armas Nucleares de Rango Medio (INF, por sus siglas en inglés) que su país firmó con Rusia para reducir los arsenales nucleares en 1987, durante la Guerra Fría. Según Trump, Rusia violó los términos del tratado “durante muchos años” y es hora de ponerle fin. “No sé por qué el [ex] presidente [Barack] Obama no lo negoció ni se retiró”, dijo el mandatario al final de un acto en Nevada.

De concretarse, esta decisión sería una brusca ruptura con la política de control de armas nucleares de Estados Unidos y aumentaría todavía más la tensión con Rusia. Fiel a su estilo, Trump no intentó ser cauto, y ayer, desde la Casa Blanca, aseguró que “hasta que la gente no entre en razón”, su país tendrá que “fortalecer” su arsenal nuclear. “Cuando lo hagan, todos seremos inteligentes y pararemos”, agregó. Consultado por los periodistas sobre si sus declaraciones podían ser interpretadas como una amenaza a Moscú, el presidente respondió, contundente: “Es una amenaza a quien tú quieras, y eso incluye a China e incluye a Rusia. Incluye a cualquiera que quiera jugar a ese juego”.

El Kremlin negó “categóricamente” haber violado el acuerdo nuclear y mostró preocupación por la posible retirada de Estados Unidos, ya que podría provocar una nueva carrera armamentista. “La intención de abandonar este documento causa, por supuesto, preocupación, ya que esta medida, una vez puesta en práctica, hará que el mundo sea más peligroso”, dijo ayer el portavoz presidencial ruso, Dmitri Peskov. El día anterior, el viceministro de Relaciones Exteriores de Rusia, Sergei Ryabkov, se animó a vaticinar que un retiro unilateral por parte de Estados Unidos conduciría a una represalia “militar-técnica”.

Antes de que alguno de los dos países tome una decisión, se espera que John Bolton, el asesor de seguridad nacional de Trump, se reúna hoy con el presidente ruso, Vladimir Putin. El funcionario estadounidense está en Moscú desde el domingo y ya abordó el asunto del tratado nuclear con el secretario del Consejo de Seguridad de Rusia, Nikolái Patrushev. Después del encuentro con Bolton, Patrushev expresó su voluntad de disipar las “acusaciones mutuas” de incumplimiento del tratado. Al mismo tiempo, recordó que Putin ha dicho en numerosas ocasiones que el abandono del tratado de desarme “obligará a Rusia a tomar medidas para garantizar su propia seguridad”, sin ahondar en cuáles serían.

Por su parte, Bolton reconoció que con Patrushev abordaron la posibilidad de coordinar una cumbre entre Putin y Trump para afianzar, en general, las relaciones bilaterales. Por otro lado, insistió en que la postura de Estados Unidos es que “sólo dos países no pueden solucionar completamente este problema”. Aludía así, posiblemente, a China, Irán o Pakistán, que junto a Israel o India también disponen de misiles de corto y medio alcance que van en contra de lo que establece el INF.

Algunos países mostraron su malestar ante el anuncio unilateral de Trump. El gobierno chino lo consideró ayer un “error” y el presidente de Francia, Emmanuel Macron, llamó por teléfono a su par estadounidense para recordarle que el tratado es clave para “la estabilidad estratégica”. Unas horas más tarde, la Comisión Europea pidió a Estados Unidos y Rusia que mantengan un “diálogo constructivo para preservar el tratado”, que describió como “crucial para la seguridad europea y global”. En el mismo sentido se manifestó ayer el secretario general de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), António Guterres.

El INF fue el primer acuerdo que redujo los arsenales nucleares durante la Guerra Fría y condujo a la eliminación en 1991 de todos los misiles balísticos y de crucero de mediano y corto alcance de las dos potencias rivales. Según datos de la ONU, para fines de 1996 ya se habían eliminado todas las armas cuya destrucción se preveía en el tratado.

Trump recorta fondos a Guatemala, Honduras y El Salvador

Estados Unidos recortará “la enorme ayuda” que suele destinar a Guatemala, Honduras y El Salvador, anunció el presidente Donald Trump. En total, según datos de la agencia oficial Usaid, esa ayuda suma 87 millones de dólares. El gobernante afirmó que esta medida se debe a que esos tres países “no fueron capaces de hacer el trabajo de impedir que la gente saliera” de sus territorios y se sumara a la caravana de unos 2.000 migrantes que intenta llegar “de manera ilegal” a Estados Unidos. El gobernante también criticó a las autoridades de México por “ser incapaces” de detener la caravana, y al opositor Partido Demócrata por no respaldar sus cambios a las leyes migratorias. Les pidió a los estadounidenses que recuerden esto cuando voten en las elecciones legislativas del 6 de noviembre.