Uno ya no sabe si escribir los artículos enfocados en el calor versus las mascotas en octubre, noviembre, diciembre, siempre o nunca. Será eso del calentamiento global o vaya a saber qué lo que hace que tengamos mediodías de 28 o 30 grados y tardecitas de 15, pero en medicina la prevención es una herramienta que no caduca.

En teoría estaríamos en plena primavera, a sólo un mes y poco del tan ansiado verano, y en esta época somos más proclives a practicar deportes, como caminatas, y solemos alistar a nuestra mascota para que saque provecho de los climas “disfrutables”.

Menos ropa, mayor intensidad en el paseo, sudar para luego tomarse una cerveza sin culpa son actitudes que toman protagonismo. Así comienzan a aparecer en la clínica veterinaria pacientes que padecen el famoso golpe de calor, conocido también como insolación o hipertermia. Dichos términos se refieren a los efectos que provoca el calor ambiente en el organismo del animal. La temperatura normal del perro es de 38 o 39 grados, pero cuando se eleva y supera los mecanismos de los que el animal dispone para compensar tal aumento, el organismo comienza a fallar en muchas áreas, lo que puede llevar a graves daños orgánicos e incluso provocarle la muerte.

Calor versus mascotas

El golpe de calor, la insolación o la hipertermia ocurre en aquellas mascotas que son sometidas a temperaturas altas o moderadas en días sofocantes, con humedad elevada, ante exposiciones prolongadas y sin un reparo a los rayos solares. Esto puede pasar no sólo haciendo deporte sino en balcones, patios o azoteas, más si hay poca disponibilidad de agua, mala ventilación o suelos de cemento, que pueden llegar a hacer del lugar casi que un horno. También es un factor negativo dejar al animal en el auto por más de cinco minutos en días calurosos; hay estudios que indican que en algunas jornadas la temperatura aumenta 0,7 grados por minuto, por lo que en días de 30 grados, media hora alcanza para que el auto no tenga nada que envidiarle al infierno de Dante.

¿Por qué ocurre?

Los perros no sudan como nosotros: eliminan el calor a través del jadeo como vía principal. De forma secundaria lo hacen por medio del sudor en las almohadillas plantares (palmas de manos y patas) y por la nariz. Pero el combo puede ser aun peor si los animales son obesos, muy jóvenes o muy viejos, en caso de que su color de piel sea negro (ya que absorben más calor), si padecen enfermedades cardíacas, respiratorias o estrés o si realizan ejercicios en horas inadecuadas. Las razas braquicéfalas (bóxer, bulldog, dogo de Burdeos) tienden a estar más predispuestas a padecer el calor, ya que la anatomía de su aparato respiratorio no coopera demasiado y el uso de bozal durante los paseos inhabilita un correcto jadeo y por ende su función de disipar el calor corporal, ecuación que puede resultar fatal en horas.

Qué síntomas buscar

El animal puede presentar uno, dos o todos los síntomas, dependiendo de la intensidad, la hidratación y su estado general. Algunos de estos síntomas son que tienda a no moverse y al obligarlo, lo haga sin coordinar sus pasos, falta de fuerzas, temblores musculares, lengua azul o morada, saliva espesa, respiración dificultosa o aumentada, vómitos, diarrea y convulsiones.

Qué hacemos

Lo primero que deberíamos hacer es llamar o concurrir al médico veterinario, pero mientras que nos desplazamos hacia la clínica o esperamos la visita profesional podemos ayudar a que el desenlace no sea tan extremo. Lo más urgente es sacarlo del sol, claro está; luego podemos humedecerle el cuello y la cabeza con agua usando paños o un pulverizador. La idea es humedecerlo, por lo tanto, los paños deben emplearse aplicando toques y no envolviéndolo completamente.

Acto seguido podemos ofrecerle agua para beber, pero no en exceso, colocar paños fríos en nariz, ingle (panza) y axilas, o sea donde no tiene pelos, y llenar un recipiente con agua y meterle las patas en él (las almohadillas plantares funcionan muy bien para el enfriamiento del animal).

A su vez, podemos renovar el aire usando un ventilador que no dé directo en el animal, pero que ayude a ventilarlo.

¿Se puede evitar?

La respuesta es sí, pero para eso es necesario tomar nota:

  • Evitar paseos largos en horarios críticos (entre las 11.00 y las 17.00, aproximadamente).

  • En los horarios de paseo, llevar agua para refrescarlo.

  • Si el perro queda en el fondo, asegurarnos de que tenga disponibilidad de agua y sombra.

  • Si viaja en auto, llevar toallas húmedas y agua.

  • Alimentarlo en la mañana y en la noche.

NOTA: el gato también puede sufrir golpes de calor, por lo que todo lo dicho para los perros vale también para ellos.