Miles de ciudadanos hondureños, salvadoreños y guatemaltecos continúan su marcha por el territorio mexicano con la intención de llegar a Estados Unidos. Dos caravanas comenzaron a principios de octubre y ayer se sumó una tercera, integrada por 600 salvadoreños, que partió desde su país hacia la frontera con Guatemala, primer paso para poder llegar a suelo estadounidense.

La primera caravana de migrantes, que en su mayoría está compuesta por hondureños, suma unas 5.000 personas. Ayer se encontraba en la ciudad mexicana de Juchitán, en el estado de Oaxaca, según informó la agencia de noticias AFP. Los integrantes de las caravanas y defensores de derechos humanos mexicanos han exigido que se les faciliten medios de transporte para poder llegar más rápido a Ciudad de México. Allí tienen previsto solicitar un permiso migratorio que les haga posible viajar libremente por el país y llegar a la frontera con Estados Unidos. Sin embargo, ayer todavía no habían obtenido respuesta del gobierno mexicano.

La segunda caravana de migrantes centroamericanos se encontraba ayer en el estado de Chiapas, en el sur de México, dos días después de haber cruzado la frontera desde Guatemala. El grupo, conformado por aproximadamente 2.000 personas, llegó a México el lunes y siguió avanzado después de descansar y secar la ropa que mojaron al atravesar a nado el río Suchiate, que separa a los dos países. Ante la negativa de las autoridades mexicanas de abrir la frontera terrestre, los integrantes de la caravana resolvieron meterse masivamente al río, ya que era la única manera de cruzar la frontera.

Según consignaron varias agencias internacionales de noticias, el cruce hacia México estuvo vigilado por el Instituto Nacional de Migración, policías federales que sobrevolaron con un helicóptero, y embarcaciones de la Marina.

Tropas estadounidenses a bordo de un C-17 Globemaster III en Fort Knox, Kentucky, forman parte de esfuerzos coordinados para asegurar la frontera del suroeste con México.
Foto: Zoe M Wockenfuss, Us Air Force, Afp

Tropas estadounidenses a bordo de un C-17 Globemaster III en Fort Knox, Kentucky, forman parte de esfuerzos coordinados para asegurar la frontera del suroeste con México. Foto: Zoe M Wockenfuss, Us Air Force, Afp

Una vez en territorio mexicano, los migrantes rechazaron la regularización migratoria y el programa del gobierno de México que ofrece empleo temporal, servicios de salud y educación para sus hijos, y reafirmaron su voluntad de seguir su trayecto hacia Estados Unidos.

El presidente estadounidense, Donald Trump, mantuvo su tono beligerante contra la migración, a la que se volvió a referir ayer en su cuenta de Twitter. El gobernante dijo que las caravanas de migrantes están integradas por “combatientes muy duros”, entre ellos “pandilleros”, y advirtió que “más tropas militares están en camino” para defender la “sagrada frontera” estadounidense. “¡Den la vuelta!”, agregó. Ya había anunciado, días atrás, el envío de más de 5.000 militares para vigilar esa zona.

En una entrevista con Fox News, Trump dijo que los migrantes que llegaran serían recibidos en carpas. “Vamos a construir ciudades de carpas, vamos a poner carpas por todos lados, no vamos a construir estructuras –lo que implica gastar cientos de millones de dólares–, vamos a tener carpas, van a ser muy bonitas, y [los migrantes] van a esperar, y si no reciben asilo se van a ir”. Agregó: “Cuando se den cuenta de que pasa eso, va a venir mucho menos gente”.

Por otra parte, el gobernante dijo el lunes al diario digital Axios que planea poner fin a la “ridícula” ley que reconoce el derecho a la ciudadanía a todos los niños nacidos en territorio estadounidense, algo que está establecido en la Constitución de Estados Unidos. “Una persona viene y tiene un bebé, y el bebé es esencialmente un ciudadano estadounidense por 85 años, con todos los beneficios”, dijo Trump, y agregó que “esto es ridículo y tiene que terminar”.