Una pelea desigual se libra entre plantas y hormigas, caracoles y orugas. Para combatirlas, el veneno es un recurso que se mantiene, y los casos de intoxicación suelen incrementarse por estas fechas. Las causas de su uso son múltiples, pero hay dos con un sustento más sólido que otras. Una de ellas está relacionada con el intento de preservar distintas plantas que maquillan el paisaje con un efecto visual altamente gratificante. Por otro lado, la utilización de venenos se explica por el aumento en la cantidad de diferentes depredadores, producto de las altas temperaturas y de la humedad, que favorecen su desarrollo y su ciclo vital.

En verano tanto perros como gatos pasan más tiempo en el jardín, si es que contamos con uno, y aumenta la frecuencia de sus paseos y, con ellos, la exposición a plantas ajenas. Así, la exploración de olores nuevos, propios de las flores, sumada a la curiosidad, también incrementa el riesgo de ingerir algún tipo de veneno.

Por otro lado, su combinación con la lluvia no ayuda mucho. Una dosis estratégicamente colocada puede correrse del lugar asignado y diluirse en pastos que el perro o el gato frecuentan e ingieren, lo que es un comportamiento normal.

Pero no sólo se evidencian más intoxicaciones derivadas de estos venenos que procuran alejar las hordas de insectos. También aparecen en escena los roedores, sobre todo ratas y ratones; como en todo ecosistema, si hay alimento disponible, a comer se ha dicho.

Primero nos centraremos en los venenos destinados al control de hormigas y caracoles, luego en la intoxicación por el contacto con sustancias cuyo objetivo es eliminar ratas y ratones.

Cuando un perro o un gato ingiere veneno para hormigas o caracoles, los síntomas se observan de inmediato y pueden ser alguno de estos (o todos): babeo excesivo, vómitos y diarreas, desplazamientos de un lado a otro con notorio nerviosismo, temblores musculares, falta de coordinación al caminar, dificultad respiratoria, convulsiones y, dependiendo de la cantidad que el animal haya ingerido, puede morir en pocos minutos.

Qué hacer

Las opciones no son muchas, pero pueden ser efectivas. El veneno, en general, demora en ser absorbido por el organismo y en comenzar a provocar los efectos antes mencionados. Por lo tanto, el camino a seguir es:

» Llamar al veterinario de inmediato.

» Si la ingestión es reciente, se puede intentar provocarle el vómito. Eso se logra colocando sal gruesa o agua oxigenada en la base de la lengua (garganta). En este último caso, luego de que beba el agua oxigenada, deberíamos forzarlo a caminar.

» Si tenemos carbón activado podemos buscar que el animal lo coma con el fin de que esta sustancia absorba parte del veneno.

» Dejarlo en un lugar tranquilo, sin ruido y con poca luz.

» Mantener a niños y ancianos alejados del animal.

Qué no hacer

» Intentar calmarlo. A causa de la intoxicación, el animal puede no reconocernos, tener miedo y por eso atacarnos.

» Perder el tiempo dándole aceite o leche. Se cree que el aceite puede recubrir de alguna manera la mucosa gástrica y así evitar la absorción del veneno ingerido. Del mismo modo se piensa que la leche neutraliza lo ingerido y además evita una posible “gastritis”. Ambas nociones son falsas.

» Esperar a que se recupere solo.

Por otra parte, en la web es posible acceder a recetas caseras que han demostrado ser eficaces a la hora de ahuyentar alimañas y que tienen la ventaja de que son inocuas para las mascotas.

Otra plaga

En caso de intoxicación con veneno para roedores, la situación es absolutamente diferente y el tiempo que la sustancia demora en hacer efecto lleva a suponer que el problema no es tan grave; sin embargo, recién empieza.

El principio activo que mata a los roedores es la warfarina o sus derivados, un anticoagulante que, dependiendo de su concentración o especificidad, eliminará ratas y ratones como consecuencia de hemorragias internas. Muchos mueren en pocos minutos, mientras que otros demoran horas. Los síntomas pueden aparecer a las 24, 48 o 72 horas, según la cantidad ingerida. Aparecerá sangre en la orina o en la materia fecal, sangrado por la nariz o por la boca, hematomas o puntos rojos en la piel, encías pálidas, abdomen distendido, entre otros.

Sin embargo, no todos los venenos para ratas contienen warfarina; muchos están elaborados a base de tóxicos que producen síntomas similares a los de los venenos para hormigas o caracoles. En ese caso, el cuadro de intoxicación suele ser confuso. Por eso, una buena opción es llamar al Centro de Información y Asesoramiento Toxicológico para informarse acerca del tipo de veneno que se usó y, de esa forma, brindarle al veterinario un panorama más completo del problema. El teléfono de esta dependencia es 1722.

Hay que tener en cuenta que el perro o gato puede envenenarse de manera directa, comiendo el cebo que dejamos destinado a las ratas o ratones; o de manera indirecta, comiéndose una rata que previamente ingirió el veneno.

Qué hacer

» Recurrir al veterinario ante la menor duda acerca de una posible ingestión de veneno. Si se la trata a tiempo, la intoxicación puede tener un final feliz.