Las elecciones celebradas el domingo en Andalucía rompieron los límites regionales e impactaron a nivel nacional en el panorama político. Los resultados revelaron una histórica caída del Partido Socialista Obrero Español (PSOE) después de 36 años ininterrumpidos en el gobierno andaluz y dejaron abierta, por primera vez, la posibilidad de que la derecha lo desbanque. Los comicios también pasarán a la historia por ser aquellos en los que el partido ultraderechista Vox logró obtener su primera representación parlamentaria. Incluso, con 12 diputados en el Parlamento regional que tiene a cargo la elección del nuevo Ejecutivo, la extrema derecha podría tener la llave de la gobernabilidad.

El PSOE andaluz, liderado por la actual presidenta y candidata socialista, Susana Díaz, fue el más votado. Sin embargo, la victoria es a medias: los socialistas cosecharon el peor resultado en esta región española y perdieron 14 diputados, por lo que quedaron con 33. El segundo lugar lo ocupa el Partido Popular (PP), con 26 escaños, seguido por Ciudadanos, que ganó nueve y alcanzó un total de 21 diputados. La coalición de izquierda Adelante Andalucía –que incluye a Podemos e Izquierda Unida, entre otros– obtuvo 17 escaños. En último lugar, pero no con menos fuerza, quedó Vox, cuyo avance abre las puertas en España a la ola ultraderechista y xenófoba que en los últimos años invadió otros países europeos como Alemania, Francia o Italia.

Con este mapa político, una hipotética coalición derechista entre PP, Ciudadanos y Vox lograría la mayoría absoluta ya que, juntas, suman 59 diputados, cuatro más que los necesarios en un Legislativo de 109 escaños. Pero Díaz no está dispuesta a cederle el poder a la derecha, a pesar de reconocer que su formación tuvo un pésimo resultado. En una conferencia de prensa que realizó ayer en Sevilla, Díaz atribuyó ese resultado a la baja participación, que rondó 58%, la segunda cifra más baja en Andalucía desde las elecciones de 1990.

Ante los rumores de una posible dimisión, la líder socialista andaluza dijo que sólo se habría ido “si hubiera perdido” las elecciones, pero las “ganó”. En esa línea, propuso encabezar un frente “constitucionalista” para evitar que la extrema derecha consiga un espacio en el poder. La primera apuesta de Díaz es a un pacto tripartito entre el PSOE, Ciudadanos –su socio en el actual gobierno– y Adelante Andalucía. La idea sería renovar el pacto de gobierno con Ciudadanos, pero para alcanzar la mayoría absoluta necesitaría el voto de Podemos o su abstención en la segunda vuelta.

Del otro lado, el líder regional y candidato del PP, Juan Manuel Moreno, se ofreció para liderar una alternativa a los socialistas junto a Ciudadanos y Vox, ya que su partido fue el más votado de la derecha. La pregunta es si Ciudadanos pactaría con la ultraderecha, considerando que el principal aliado de la formación en Europa es el presidente francés, Emmanuel Macron, rival declarado de la ultraderechista Agrupación Nacional (ex Frente Nacional) de Marine Le Pen. El líder de Ciudadanos en Andalucía, Juan Marín, no se animó a rechazar esa opción y ayer afirmó que “hay diputados que suman para ese cambio”, sin dar más detalles. El líder nacional del partido, Albert Rivera, sugirió como más factible un intento de llegar al poder andaluz con el apoyo del PP y el PSOE, ya que su partido fue el tercero más votado. Pero, por el momento, esta alianza aparece como improbable.

Por su parte, los líderes nacionales del PSOE y Podemos manifestaron su preocupación por el avance de Vox. El presidente del gobierno español, el socialista Pedro Sánchez, dijo ayer que los resultados en Andalucía “refuerzan” el compromiso de su partido de “defender la Constitución y la democracia frente al miedo”. En consonancia con las declaraciones de Díaz, Sánchez apostó por seguir impulsando “un proyecto regenerador y europeísta para España” para hacer frente al desafío que supone el crecimiento de la ultraderecha en el país. El líder de Podemos, Pablo Iglesias, proclamó por su parte una “alerta antifascista”, pidió una movilización ciudadana general contra Vox e insistió en la necesidad de impulsar una “propuesta de España democrática” basada en la justicia social, que sirva para defender “el patriotismo de verdad, el de las cosas de comer, y no el de quienes se envuelven en banderas”.

El presidente de Vox, Santiago Abascal, se mantuvo cauto acerca de los posibles pactos que pueden configurarse, pero aseguró que su formación “nunca” va a ser un “obstáculo” para que haya en Andalucía una mayoría alternativa al PSOE.