El presidente francés, Emmanuel Macron, tenía previsto para esta mañana un encuentro con representantes sindicales y patronales para presentarles las medidas con las que pretende abordar la crisis de los “chalecos amarillos”. A la reunión también asistirán los titulares de las dos cámaras del Parlamento de Francia, así como responsables de asociaciones de regiones y municipios.

También está previsto que Macron hable públicamente sobre este asunto hoy. El portavoz del gobierno, Benjamin Griveaux, dijo ayer que el presidente hará un anuncio, y también que “sabrá volver a encontrar el camino del corazón de los franceses”. La intervención del mandatario es esperada, después de una semana en la que se mantuvo en silencio y delegó la tarea de resolver la situación a su primer ministro, Édouard Philippe. Esta actitud le valió críticas de la oposición política.

La semana pasada, luego de que las protestas derivaran nuevamente en episodios de violencia, el gobierno decidió congelar el aumento del precio de los combustibles, la energía y el gas, uno de los principales reclamos del movimiento. También anunció que el sábado, y hasta el 1º de marzo, abriría una ronda de reuniones con los representantes de los “chalecos amarillos” y los sindicatos para debatir en torno al transporte, la vivienda, el poder adquisitivo, la accesibilidad a los servicios públicos y los impuestos.

La medida adoptada la semana pasada significó la primera marcha atrás del gobierno de Macron, que sin embargo no fue suficiente para los manifestantes, que volvieron a convocar para el sábado movilizaciones en todo el país, en reclamo de impuestos más bajos, salarios mínimos más altos y mejores jubilaciones.

En el cuarto sábado consecutivo de protestas, salieron a las calles de distintas ciudades francesas cerca de 136.000 manifestantes, de acuerdo con los datos del Ministerio del Interior. Las escenas fueron similares a las que se vieron en las tres manifestaciones anteriores, especialmente en París, donde hubo autos quemados, comercios saqueados, vidrieras rotas y barricadas. Al final del día, alrededor de 2.000 personas habían sido detenidas, 1.082 de ellas sólo en la capital. El Ministerio del Interior informó que, en la tarde de ayer, más de 1.700 permanecían bajo custodia en comisarías. Las manifestaciones terminaron además con 96 heridos, incluidos diez policías, informó a la agencia de noticias Efe una portavoz de la Prefectura de Policía.

Entre los heridos hay una quincena de periodistas que cubrían los hechos, informó el diario Libération. La mayoría denunció en las redes sociales haber recibido disparos de balas de goma por parte de las fuerzas de seguridad, e incluso el impacto de granadas.

Protestas en París, el 8 de diciembre

Protestas en París, el 8 de diciembre

Foto: Abdul Abeissa

Griveaux, el vocero del gobierno, dijo ayer a la radio Europe 1 que “globalmente” la violencia fue menor que la semana anterior y que “el nivel de tensión bajó”. Esto se dio en parte gracias a un reforzado dispositivo de seguridad, que contó con 8.000 funcionarios –casi el doble que el fin de semana anterior– y el apoyo de camiones blindados.

Sin embargo, sí hubo más daños materiales que en las otras ocasiones. El primer asistente de la alcaldesa de París, Emmanuel Grégoire, dijo a la radio France Info que hubo “muchos más daños materiales” en la ciudad que el sábado anterior y en un área más amplia, lo que se traducirá en “un costo económico mucho más importante”, con pérdidas “colosales”. En especial porque la mitad de los comercios se vieron obligados a cerrar en esta época de ventas altas, cuando se acerca la Navidad. Al mismo tiempo, Grégoire aseguró que se cuentan por “cientos” los comercios que sufrieron desperfectos y por “decenas” los que fueron desvalijados.

Las protestas en otras ciudades de Francia también terminaron en violencia, particularmente en Saint-Étienne y en Burdeos, donde su alcalde, el ex primer ministro Alain Juppé, dijo que “las consecuencias son desastrosas” y que Macron “debe hablar rápido y fuerte”.

Por su parte, el presidente de la Confederación de las Pequeñas y Medianas Empresas, François Asselin, dijo que las protestas de los “chalecos amarillos” provocaron pérdidas de más de 11.000 millones de dólares y advirtió que habrá “numerosas quiebras” en el comercio, en tanto que el ministro de Economía, Bruno Le Maire, afirmó que “la factura debe ser asumida por el Estado, por la solidaridad y por las aseguradoras”, y que las movilizaciones constituyen un “desastre” para el país.

Reforzado

El fortalecimiento de las fuerzas de seguridad responde al “cambio de doctrina del mantenimiento del orden” que anunció días atrás el ministro del Interior, Christophe Castaner, y que consiste en tener una mayor capacidad de respuesta frente a los disturbios.

Antes de las protestas del sábado, Castaner fue llamado a dar explicaciones luego de que se difundiera un video en el que se puede ver cómo una docena de policías detiene a 150 liceales en el municipio de Mantes-la-Jolie, ubicado unos 50 kilómetros al oeste de París. En las imágenes, los adolescentes son obligados a ponerse de rodillas, colocar las manos en la cabeza y permanecer callados.

El ministro del Interior dijo que las detenciones se dispusieron en un liceo en el que los estudiantes, alentados por las manifestaciones de los “chalecos amarillos”, protestaban “con violencia” contra la reforma educativa de Macron. Sobre la manera en que fueron detenidos, Castaner dijo que es el “procedimiento clásico” que realiza la Policía para evitar que los detenidos huyan antes de ser trasladados a la comisaría. Por su parte, el ministro de Educación, Jean-Michel Blanquer, calificó de “chocantes” las imágenes que se vieron y anunció que se investigará la detención de los estudiantes.