El presidente electo de Brasil, Jair Bolsonaro, designó a la abogada y pastora evangélica Damares Alves para encabezar el Ministerio de las Mujeres, la Familia y los Derechos Humanos de su gobierno. El anuncio fue hecho ayer por Onyx Lorenzoni, el futuro secretario de la Presidencia. Hasta ahora, Alves trabajaba como asesora de un frente parlamentario evangelista y de Magno Malta, senador del Partido de la República, uno de los impulsores de la candidatura presidencial de Bolsonaro y también pastor evangélico.

La próxima ministra de las Mujeres ha cuestionado en varias entrevistas al movimiento feminista y ha llegado a decir que la “guerra” que lideran las feministas contra los hombres es “insólita”. En marzo de este año, dijo al sitio Expresso Nacional que las mujeres “nacieron para ser madres” y “pertenecen al hogar”. Además consideró que la “ideología de género está muerta”, al igual que todas las “pautas de la izquierda”. En esa misma entrevista, condenó la legalización del aborto y de la marihuana. “Un niño afectado por las drogas y abusado no va a liderar una nación, es masa de mano de obra [...], no tiene sentido crítico”, agregó.

Después de ser oficializada como ministra electa, Alves reafirmó ante la prensa su postura contraria al aborto y opinó que mientras que el embarazo es “un problema que dura sólo nueve meses”, la interrupción de la gestación es un “problema que acompaña a la mujer para toda la vida”. Por eso, adelantó que su cartera no va a tratar el tema y “lidiará solamente con la protección de la vida”. “Estoy en contra del aborto. Ninguna mujer quiere abortar. Ellas llegan al aborto porque, posiblemente, no les fue dada ninguna otra opción. La mujer aborta creyendo que se está ‘desembarazando’, pero no es así”, dijo la pastora. Para Alves, lo que Brasil necesita son “políticas públicas de planificación familiar”, para que la interrupción del embarazo no sea tratada como un “método anticonceptivo”.

De todas formas, aseguró que durante su gestión el aborto será admitido en los casos que establece la Constitución –cuando el embarazo es producto de una violación o hay riesgo de muerte para el feto o para la madre– y en casos de anencefalia (cuando el feto no desarrolla encéfalo). Esta última causal fue aprobada en 2012 mediante un fallo del Supremo Tribunal Federal.

Acerca de la comunidad LGBTI fue más cauta. En un probable intento de limpiar la imagen homofóbica del futuro presidente (y la suya), Alves dijo que el gobierno de Bolsonaro tendrá como prioridad “combatir la violencia” y que eso incluye la violencia contra la comunidad LGBTI. “Si es necesario, estaré en las calles con las travestis o en la puerta de las escuelas con las niñas que son discriminadas”, dijo la líder religiosa. En el pasado, su postura era más cercana a la que Bolsonaro mostró durante la campaña electoral –llegó a decir que prefería que su hijo muriera en un accidente antes de que fuera homosexual–. En una conferencia de 2015, por ejemplo, Alves dijo que la “militancia LGBT” invadió el sistema educativo brasileño y “destruyó los valores familiares en el país”. En este sentido, acotó: “Puedo hacer en las escuelas un gran trabajo de combate a los prejuicios sin agredir la identidad biológica de nuestros niños y sin destruir la imagen de la familia. Pero eso no está sucediendo en Brasil. Aquí hay una verdadera guerra contra la familia”.

Alves es la segunda mujer que Bolsonaro confirma como integrante de su gabinete. Hace unas semanas, designó a la diputada Tereza Cristina como titular de la cartera de Agricultura. Con el nombramiento de Alves, Bolsonaro ya ha nombrado a 21 de los 22 ministros que tendrá su gobierno, y sólo le queda decidir el nombre del futuro titular de Medioambiente.

Al mismo tiempo que confirmó a Alves en el cargo, Bolsonaro también adelantó que la Fundación Nacional del Indio (Funai) pasará del Ministerio de Justicia a la órbita del Ministerio de las Mujeres, la Familia y los Derechos Humanos, pese al rechazo que mostraron en las últimas horas los representantes de pueblos indígenas.

En la mañana de ayer, varios de ellos protestaron frente al Centro Cultural Banco de Brasil, en Brasilia, y presentaron ante el equipo de transición una carta en la que pedían que la Funai permanezca en la cartera de Justicia. El documento, firmado por la Articulación de los Pueblos Indígenas de Brasil, también menciona como prioridad la continuidad de la demarcación de tierras indígenas, algo a lo que se ha opuesto Bolsonaro durante su campaña.