Benjamín tiene seis años, un perro robot en una mano y un celular programado para controlarlo en la otra; mira a ambos lados de la calle –por las dudas–, pone el perro en el asfalto y se empeña en que suba el cordón de la vereda. “Es la primera vez que controlo un robot”, dice orgulloso, mientras lo mueve de un lado para el otro. Luego le llegaría el turno a Brayan, que también quería probar. Atrás de ellos había cinco pequeños más, ansiosos por hacer que el animal tecnológico recorriera todo el frente del Club Tricolor, en La Teja. El robot, estrella de la jornada, vino de la mano de Tecno Verano, una iniciativa del grupo de vecinos Uniendo Barrios por la que estudiantes avanzados de informática de UTU se instalan por tres días en un barrio del oeste montevideano e invitan a niños y adolescentes a conocer un poco más sobre robótica, programación y reparación PC.

Los niños se entretenían mientras incursionaban en el mundo de la robótica y la programación sin darse cuenta, entretanto los más grandes revisaban equipos y partes dispuestos en una mesa en la vereda del club. Alrededor, resguardadas en la sombra, las abuelas y madres del barrio supervisaban la actividad al ritmo de la guitarra criolla, mientras hacían tortas fritas. Ese es el espíritu impulsado por Uniendo Barrios: que los jóvenes “vayan aprendiendo algo acá mismo, sin muchas complicaciones”, detalló a la diaria Santiago Pocho Coronel, vecino de la organización. “Queremos acercarles la informática, buscamos despertarles el interés, que puedan entender cómo es todo esto, porque, en realidad, esto es el futuro”, enfatizó Yamila Figueredo, estudiante de 19 años del programa de formación profesional básica (FPB) de la UTU de Colón, que durante el verano pasa al rol de profesora.

“¿Qué puedo desarmar?”, preguntó Cynthia, de ocho años, a Juan Rodríguez, de 19, estudiante de la UTU de Brazo Oriental, que estaba destornillador en mano trabajando en una torre de PC. “Cuando terminemos de armar la computadora, la vamos a poder a desarmar”, le explicó él. Rodríguez aclaró a la diaria que durante las jornadas desmontan las torres para que los jóvenes que se acercan puedan “ver los componentes y como se llaman, qué función tienen y dónde van colocados; después también vamos a lo específico, como qué voltaje tienen o qué RAM es”. Figueredo comentó que una de las actividades que más se repiten en todos los barrios es estudiar las torres que los propios adolescentes llevan porque tienen fallas, o hacer una nueva con piezas tomadas de varias.

Los otros estudiantes convertidos en profesores temporales son Joaquín Santana, de 18 años, Jonathan Mauttones, de 17, y Facundo Naviliat, de 19. Todos ellos están desde el 15 de enero ofreciendo su tiempo y conocimientos a cualquiera que quiera acercarse a curiosear sobre tecnología. Además de reparación PC, quienes lleguen a las mesas de Tecno Verano podrán incursionar en la robótica: “tenemos los Butiá [robots desarrollados por Antel y la Facultad de Ingeniería de la Universidad de la República], llevan ocho pilas, su placa y motores, y lo bueno es que se les pueden agregar sensores, también. Nuestra idea es que los más chicos los puedan reconocer y ver cada una de sus partes. Los más grandes pueden, además, aprender a programarlos en las ceibalitas, con el programa Tortubox”, detalló Figueredo.

Otra aproximación a la robótica llega en forma de las piezas Lego; con ellas se pueden armar y desarmar robots más complejos, y permiten que se controlen con dispositivos como el celular. Mediante esas actividades se acercan a una idea básica de programación, sobre todo al tratar de manejar los sensores. Como si ese panorama no fuera suficiente, los jóvenes también enseñan domótica –técnicas orientadas a automatizar una vivienda– por medio de una cámara de seguridad que pueden controlar con el celular: “Con eso se puede vigilar una casa desde el trabajo, por ejemplo, pero es algo que interesa más que nada a los adultos, por eso no lo vemos tanto”, comentó Rodríguez.

La idea surgió luego de que los estudiantes terminaran el curso de Alfabetización Tecnológica del Instituto Nacional de Empleo y Formación Profesional (Inefop), junto a UTU y Uniendo Barrios. “Nos conocimos ahí y a principios de diciembre decidimos, junto con los vecinos, dar la posibilidad a los chicos de aprender en verano, porque a veces no tienen la opción de salir a vacacionar”, afirmó la joven que oficia de docente. Para ella este proyecto es muy bueno como experiencia profesional, pero “también para los que vienen es fundamental; nos parece muy importante que los chicos de estos barrios sepan qué es lo que se está haciendo hoy en día, porque muchos no tienen la posibilidad de ir a un curso de robótica, o no saben dónde, y nuestra idea es que en el verano se les pueda enseñar algo que les despierte interés para el futuro”.

Comenzaron la actividad en la plaza 25 de Mayo de La Teja, luego se trasladaron hasta las viviendas del Plan Juntos del barrio Sarandí, y pasaron por un Centro de Atención a la Infancia y la Familia (CAIF) del barrio Maracaná antes de volver a La Teja. En cada lugar los vecinos del barrio podían encontrar a los jóvenes de Tecno Verano durante tres días: martes, miércoles y jueves, de 15.00 a 18.00. La próxima visita será al barrio Marconi y probablemente sea la última, porque tienen pensado cerrar el ciclo el 24 de febrero. De todas formas, los jóvenes no descartan continuar con actividades de este tipo durante el resto del año.