El líder del Partido Socialdemócrata Alemán (SPD), Martin Schulz, presentó su renuncia indeclinable ayer en un intento de aplacar los ánimos en el partido. El SPD atraviesa una situación difícil después de obtener un resultado peor al esperado en las elecciones de setiembre y del intento de su líder de mantener la coalición de gobierno con la canciller conservadora Angela Merkel. Antes de renunciar, Schulz propuso como su sucesora a Andrea Nahles, la líder de la bancada del SPD en la Cámara de Diputados.

La presidencia del SPD fue ocupada por Sigmar Gabriel desde 2009 hasta 2017, cuando, con vistas a las elecciones de setiembre, consideró que su liderazgo estaba desgastado y que Schulz, en ese entonces presidente del Parlamento Europeo, tendría más posibilidades de remontar una serie de malos resultados electorales. En ese momento, Schulz hizo una campaña basada en la renovación y con una perspectiva claramente opositora con respecto a un gobierno en el que su partido todavía participaba y en el que Gabriel seguía –y sigue– siendo ministro de Relaciones Exteriores y número dos de Merkel. Pero los resultados de las urnas condenaron al SPD a elegir entre dos opciones: volver a acordar una alianza con Merkel o forzar la repetición de las elecciones, sumiendo a Alemania en una incertidumbre aun mayor.

Schulz optó por renovar la coalición de gobierno, enfrentando la resistencia que se presentó tanto en el equipo de dirección del partido como en la militancia. Apenas raspando logró que la dirección aprobara la negociación de un acuerdo, y ahora que este ya se alcanzó falta conocer el dictamen de las bases, que votarán por aprobarlo o rechazarlo en una consulta vinculante cuyo resultado se conocerá el 4 de marzo.

En el medio, al anunciar que había alcanzado un acuerdo con Merkel, Schulz dijo también que dejaría la dirección del partido –algo que se preveía– y asumiría como ministro de Relaciones Exteriores. La concreción del acuerdo con Merkel cayó mal en algunos sectores del partido, pero peor cayó que Schulz asumiera un ministerio cuando durante la campaña aseguró que no lo haría. Además, ese cargo está actualmente ocupado por Gabriel, por lo que la asunción de Schulz implicaría su salida. El propio Gabriel criticó un escenario de ese tipo. Ante la multiplicidad de críticas, Schulz respondió con un breve comunicado: “Aquí declaro mi renuncia a formar parte del gobierno. Espero poner así fin al debate interno sobre candidatos en el SPD”.

Después tuvo que cambiar sus planes nuevamente: él y sus aliados pretendían que ni bien renunciara a la presidencia del SPD, esta fuera asumida, en principio en forma interina, por Nahles, hasta que fuera designada de forma definitiva. Esta decisión volvió a caer mal en los demás sectores del SPD, por lo que Schulz tuvo que dar marcha atrás y la presidencia del SPD fue asumida por el número dos del partido, Olaf Scholz, quien será el futuro ministro de Finanzas. Ayer mismo, en un acto, Scholz aseguró que dos tercios del acuerdo alcanzado por Merkel surgen del programa electoral del SPD. “Este es un acuerdo que se puede apoyar”, afirmó.

El 22 de abril se celebrará el congreso de los socialdemócratas en el que se elegirá al sucesor de Schulz. La candidata de este dirigente, Nahles, de 47 años, fue presidenta de las juventudes socialdemócratas, secretaria general y vicepresidenta del partido, además de ministra de Trabajo. La actual jefa de bancada de diputados del SPD es señalada como la responsable de que Schulz lograra el aval del partido para negociar el acuerdo con Merkel y es una defensora del texto que salió de esas negociaciones.

Ayer se presentó una candidatura alternativa para ocupar el cargo: Simone Lange, la alcaldesa de Flensburgo, una ciudad en el norte del país. En una carta abierta a la dirección del SPD, Lange escribió que la presidencia es un cargo “de gran importancia para todo el partido y para todo el país”, por lo cual “no debería ser decidido por un pequeño grupo interno”.