Miles de personas se movilizaron ayer en Buenos Aires para rechazar los despidos en el sector público y privado, el aumento de las tarifas de los servicios públicos, el recorte a las jubilaciones y otras medidas económicas del gobierno del presidente argentino, Mauricio Macri. La protesta fue convocada por el líder del sindicato de Camioneros, Hugo Moyano, y contó con el respaldo de distintos gremios, organizaciones sociales y agrupaciones de izquierda. Para el gobierno, la convocatoria buscaba desviar la atención de las causas judiciales que involucran al sindicalista.

Las imágenes de la movilización en la avenida 9 de Julio difundidas por los medios argentinos mostraron que la convocatoria fue masiva. Las cifras lo ratifican: la Policía de la Ciudad de Buenos Aires habló de 150.000 manifestantes, mientras que los organizadores estimaron cerca de 400.000.

“El objetivo [de la marcha] es decirle al gobierno: señor presidente, no siga llevando adelante políticas que hambrean a los jubilados. Los han engañado. Engañaron a los jubilados con lo de la reparación histórica. Todo lo que anuncia el gobierno es mentira, se ríen de nosotros”, dijo Moyano, el principal convocante de la marcha, al cierre del acto central.

Además del sindicato de Camioneros, adhirieron a la protesta el gremio de Dragado y Balizamiento, la rama de la Central de Trabajadores de la Argentina (CTA) que lidera Hugo Yasky, la CTA Autónoma, dirigida por Pablo Micheli, docentes de la Confederación de Trabajadores de la Educación y empleados bancarios.

Minutos antes de que Moyano se subiera al estrado, Juan Carlos Schmid, representante de Dragado y Balizamiento y miembro de la Confederación General del Trabajo –cuya mayoría de integrantes no participó en la protesta–, dijo que si el gobierno “no para con el ajuste” y “no revisa los despidos”, los argentinos tienen que “seguir juntándose”. Sólo así “seremos capaces de construir un gran paro nacional”, continuó, antes de concluir: “Vamos por más, todos juntos. Sin unidad, no tenemos destino”.

La convocatoria también fue respaldada por representantes del kirchnerismo, el Partido Obrero y movimientos sociales como la Confederación de Trabajadores de la Economía Popular y la Corriente Clasista y Combativa. El martes, llamó a movilizarse la titular de Madres de Plaza de Mayo, Hebe de Bonafini, quien aclaró que la marcha no era “de Moyano”, sino “de todos”. En un video publicado en redes sociales, De Bonafini afirmó: “Es de los que no tienen trabajo, de los que no quieren perder el trabajo, de los compañeros que están pidiendo las paritarias, de los maestros, de los médicos, de los pibes que tienen hambre, de los pibes chorros que los matan en los barrios, de las madres de esos pibes que piden justicia, de los presos políticos y de las mujeres”.

Funcionarios del Ejecutivo habían declarado, en los días previos a la marcha, que la protesta parecía no tener una consigna clara. Para el jefe de Gabinete argentino, Marcos Peña, el objetivo de quienes se movilizan es “que el gobierno fracase”. Peña agregó: “Los une una mirada opositora, con Moyano, el kirchnerismo y la izquierda. No hay una consigna clara”.

De una manera menos directa, Macri también se refirió a la movilización unas horas antes de que empezaran a aglutinarse los primeros manifestantes en el centro de Buenos Aires. Después de recorrer las obras de ampliación del sistema de agua potable en la ciudad de Concordia, en Entre Ríos, el mandatario pidió que se tome “el camino del trabajo y el diálogo”. Acto seguido, y sin mencionar a los trabajadores, agregó: “Que sea sin aprietes, sin extorsiones, sin comportamientos mafiosos y sin buscar privilegios”.

El gobierno también sugirió la pretensión de Moyano de demostrar que tiene respaldo popular, a pesar de que enfrenta cargos por corrupción, lavado de dinero y enriquecimiento ilícito. Al respecto, el dirigente sindicalista insistió ayer: “No estoy implicado en ninguna denuncia por corrupción. Si tuviera un problema, tengo las suficientes pelotas para defenderme solo. Estuve tres veces en cana, dos en la dictadura, cuando muchos de estos señores estaban abajo de la cama. Perdónenme, pero me salió el camionero de adentro”.

La protesta se desarrolló de manera pacífica y sin incidentes, algo que celebraron los organizadores, teniendo en cuenta la represión policial de la protesta del 18 de diciembre, en las inmediaciones del Congreso, mientras se discutía la reforma previsional. El jefe de gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, Horacio Rodríguez Larreta, había advertido que la Policía porteña estaba preparada para intervenir en caso de emergencia y que su secretario de Seguridad, Marcelo D’Alessandro, había advertido que “iba a actuar” en caso de que hubiera manifestantes “violentos”.