Cuán empastillada está ella, cuánto su pareja, y de qué les sirve. La inglesa que encarna Margarita Musto no se hace problema en hablar de esos asuntos de arranque. O quizás no tiene conciencia de lo que dice. Está a salvo en su hogar. Con la curiosidad de un viajero que, buscando mundos, se evade, la protagonista sin grandes necesidades termina entendiendo algo del viejo adagio: lo político es personal, y en su peregrinaje laico consigue cierto modo de iluminación. Compra gorros “étnicos”, souvenirs regateados en un misterioso bazar, para dar una fiesta burguesa, una celebración temática en su living acomodado. Revisa guías desactualizadas, manuales antiguos para entender la cultura ajena. Pero la puerta de entrada no suele ser la que indican los mapas.

En casa/en Kabul, un díptico de Tony Kushner –nada menos que el autor de Ángeles en América, la pieza que le deparó dos premios Tony y un Pulitzer–, queda restringido al monólogo de la primera parte merced al trabajo de la dramaturgista Laura Pouso, una historia en la que ingresan los atentados cotidianos contra la dignidad humana, que es una sola. Un hombre mutilado con el que toma íntimo contacto la protagonista –quizás en su imaginación– le permite un acercamiento desde occidente con lo exótico y lo distante (también por poco conocido).

Cuando Kushner escribió la obra, a fines de los años 90, Estados Unidos decidía bombardear Afganistán como represalia por los atentados contra sus embajadas en Tanzania y Kenia, pero al momento del estreno ya habían caído las Torres Gemelas. Medios como The Wall Street Journal leyeron la pieza como una peligrosa propaganda de los talibanes, mientras que otras voces rescataban su provocadora mirada sobre estos tiempos. El crítico John Lahr escribió en The New Yorker que el autor “siente una alegría casi carnal abordando los temas más difíciles de la historia contemporánea”, aunque “sus piezas, que son invariablemente políticas, raras veces son polémicas. En cambio, Kushner rechaza la demagogia ideológica en favor de lo que denomina 'una verdad conformada dialécticamente' que debe ser 'atrozmente divertida' y 'totalmente agónica', y debe 'empujarnos hacia adelante'. Da voz a personajes impotentes a causa de sus circunstancias –una drag queen que se muere de sida, una trabajadora del sur sin estudios, afganos contemporáneos– y su intento de ver todos los lados de estos bretes contiene una subversión escondida. Kushner obliga al público a identificarse con los marginados, un acto humanitario de la imaginación”.

Ama de casa, de Tony Kushner, con Margarita Musto, dirigida por Gabriel Calderón. Viernes de febrero, 21.00, sala Cero de El Galpón. Entradas en venta en Tickantel y boletería del teatro a $ 400 (2x1 para suscriptores de la diaria).